MI EQUIPO Y YO II - ¡La mirada del Líder!
MI EQUIPO Y YO II
¡La mirada del Líder!
Eduardo Dalmasso
01 de Octubre de 2020
Expectativas y realidad
Cuando decimos “me desilusionó” o “me
desilusionaron”, significa que culpamos a nuestros compañeros o a miembros de
nuestro equipo de nuestro propio descontento y, por supuesto, los acusamos de
ser un obstáculo para los logros pretendidos. En realidad, lo que debemos hacer
es analizar nuestro nivel de expectativas hacia los otros, como así también reconocer
el sistema de recursos puestos en juego, en donde el tiempo de maduración no es
un factor menor. Cuando las expectativas crecen desmesuradamente, chocan
inevitablemente con la realidad, y el resultado es la desilusión.
En este marco, un trabajo importante es
el de lograr que nuestras expectativas sean acordes a la realidad. Debemos
procurar que existan parámetros de evaluación y que estos sean reconocidos por
el conjunto; debemos fijarnos objetivos que nos permitan superarnos, pero siempre
a partir de una evaluación lo más objetivamente posible sobre el punto de
partida.
¿El vaso medio vacío?
Debemos dar más peso a los aspectos
positivos de la persona que nos satisfarán. Debemos recordar que cualquier
logro implica un sistema, un proceso y un tiempo. Lo anterior, considerando
siempre que esto a su vez implica recursos de diversa índole.
Negar la desilusión
Perpetuar una fantasía no nos lleva a
ninguna parte; por eso es importante considerar las propias limitaciones antes
de evaluar la de terceros, y también contemplar si las metodologías de trabajo
o de relación son claramente comprendidas por el conjunto. No obstante tenemos
que aprender a enfrentarnos a las frustraciones, incluso cuando esto nos lleve
a terminar la relación con algunos de los miembros o aceptar que el equipo no
está preparado para las metas propuestas.
Es fundamental darnos cuenta si estamos observando
un proceso de aprendizaje y aceptar que somos seres humanos, no robots, aunque
debamos establecer indicadores que nos permitan apreciar la existencia o no de
un nivel de aprendizaje. Entonces, lo importante es evaluar si el crecimiento
se corresponde con las expectativas del conjunto.
Tolerar las frustraciones
En cualquier organización que estemos
insertos, expectativas más realistas evitan el desengaño. Es importante no
ignorar las imperfecciones del otro o de los otros y valorar sus
características positivas, ya que la única manera de enfrentar el desengaño, es
despedirse de sueños imposibles y aprender a ver qué esperamos de los demás con
realismo. Esta tarea demanda atención, tiempo
y la comprensión necesaria del otro u otros, para evitar deserciones
inesperadas y sostener el sentido de pertenencia de cualquier equipo. (Ej.
Matrimonio, equipo de competición, educativos, de proyectos etc)
Lo anterior no alcanza, si no reconocemos
nuestros propios modelos mentales y valores, para tener en cuenta desde donde surgen
nuestras apreciaciones y enfoques a los efectos de lograr un nivel de objetividad
en nuestros juicios, respecto a conductas, demandas u opiniones de terceros.
Esto es un duro y necesario trabajo de introspección y ejercicios de
percepción. Aprender a plantear lo que esperamos de los demás, lo que estamos
dispuestos a dar y la forma en que pensamos se pueden lograr nuestros objetivos,
es un buen punto de partida para establecer los compromisos mutuos.
Pautas para tolerar las frustraciones
1- Aceptar a la gente tal como es, no
como deseamos que sea.
2- No tener ideas utópicas preconcebidas
acerca de los demás.
3- Aunque hayamos sufrido de niños o de
adolescentes, valoremos al amor como un verbo (acción) que tiene el poder de
transmitir generosidad y comprensión.
4- Aceptar nuestro pasado para no
proyectarlo al presente.
5- Aceptar lo que el otro tiene para
darnos.
6- Tolerar nuestras frustraciones,
significa no agredir ni culpar a los demás.
7- Si amamos la vida, o aprendemos a
amarla, nuestros actos repercutirán favorablemente, amparados en la alegría que
produce el goce de disfrutar el milagro de vivir.
Dependencia mutua
Por lo general nos cuesta mostrar
nuestras debilidades. Tenemos miedo de que el otro o los otros se sientan
omnipotentes y no nos consideren lo suficiente. En general esto implica una
falta de reconocimiento de nuestros propios valores; valores que muy
posiblemente los otros consideren mejor que uno, por eso su adscripción a
trabajar dentro de un equipo. Entonces, resulta importante trabajar sobre
nuestras fortalezas; el reconocimiento de las mismas nos permite aceptar
nuestras deficiencias, y si las aceptamos, se nos facilita el hecho de
solicitar al otro que supla nuestras carencias, que nos apoye justamente en lo
que adolecemos. Esto no constituye falsa humildad, esto se trasmite como
inteligencia de equipo. Si los otros subestiman nuestra potencialidad, las
preguntas que nos corresponderían hacer, serían las siguientes: ¿ha sido
trabajada esta actitud desde la perspectiva de equipo?, ¿el diálogo establecido
es maduro y continuo?, ¿nuestro líder nos está ayudando a trabajar sobre
nuestros reconocimientos mutuos?
La integración de un equipo requiere un
proceso y una comunión de destino. Esto implica aprender a aceptar nuestra
necesaria dependencia de terceros, es decir, reconocer la interdependencia. Algo
que no sólo es saludable, sino que también es una necesidad.
Negarnos a depender es no exponer nuestra
vulnerabilidad. Actuamos como si careciéramos de necesidades y creamos una
aparente fortaleza, cuando la verdadera fortaleza radica en tener el valor de
aceptar lo que nos suple y poder pedírselo al otro o a los otros. Justamente la
conciencia de esa necesidad define la demanda del trabajo en equipo; pero para
ello, debemos primero saber que lo merecemos y que esto implica un rol dentro
del equipo. Justamente es la conciencia
de esa necesidad, la que define la demanda del trabajo en equipo.
¿En dónde está el problema?
Cualquier equipo, es como un matrimonio.
Si este se convierte en una competición de envidias en la que la pareja se
destroza en lugar de apoyarse mutuamente, las relaciones sufrirán tal deterioro
que desaparecerá toda sensación de contacto o de esperanza mutua.
Si alguien cree que el otro u otros son
la razón de sentirse tan mal, entonces cree que dejando a esa persona o ese
equipo, se sentirá mejor. No debiera dejar de pensar en que muchas de las
frustraciones sobrevienen de una falta de aceptación de sí mismos, cuando no,
de una falta de tolerancia. Esto último es casi siempre destructivo y resulta
muy importante de analizar, ya que si bien podemos abrirnos de un equipo o liberarnos de
nuestra pareja, los problemas no resueltos y que normalmente proyectamos, estarán
presentes en cualquier situación o ámbito. Dicho de otra manera, es siempre
importante tratar de analizar nuestra responsabilidad a los efectos de no
derivar a otros miembros ni a nuestra pareja, lo que nos hace ser como somos.
Superando nuestras angustias ante la realidad de
nuestra separación
1- Es un error ver a los otros como el
obstáculo a nuestra realización. Dentro nuestro está la solución a
frustraciones y desilusiones.
2- Si consideramos que estamos en el
equipo equivocado, situación perfectamente factible, debemos saber por qué nos
sentimos mal, por qué nos marchamos y a qué nos marchamos. Esto es fundamental
para evitar equivocarse nuevamente.
3- Debemos tener bien en claro por qué no
funcionó nuestro equipo, cuál fue nuestra contribución y la de los otros
miembros, para que se produzca el fracaso. Más importante aún, es analizar
detalladamente si se hizo todo lo posible para que funcione.
4- Debemos preguntarnos qué pasó con las aspiraciones y esperanzas que
habíamos depositado en ese proyecto compartido. Incluso, es importante
considerar si los valores y principios fueron motivos de diálogos profundos.
5- Reflexionar sobre el proceso que nos
llevó o lleva a nuestra separación del equipo, y lo que sucedió o sucede con las relaciones
preexistentes
6- Aunque nos sintamos heridos o
frustrados, debemos hacer el esfuerzo de mantener una opinión abierta respecto
a nuestros compañeros, y buscar ángulos objetivos sobre los factores que
produjeron nuestra separación o fracaso como equipo.
7- Dejar de culpar y proyectar. Esto
implica hacernos responsables de nuestros actos y ser más justos para con los
otros. Seguramente los otros son seres terrenales.
8- Si aprendemos a aceptarnos y a conocernos,
si podemos darnos cuenta que todos los seres tienen que convivir con sus
sombras, entonces podremos liberarnos del temor de volver a relacionarnos en un
nuevo equipo.
¿QUIÉN TUVO LA CULPA? - ¿Una pregunta sin respuesta?
La pregunta de este apartado, es una
pregunta complicada, peligrosa e imposible de contestar, de por sí, resulta paralizante
para cualquier persona. Implica que alguien se erige en juez y alguien tiene
que sufrir. Implica además la posibilidad de simplificar las causas; recordemos
el proverbio que indica que: “Por una herradura se perdió el reino”.
Observemos la diferencia con respecto a
preguntar: “¿qué ocurrió?” Sabemos que todo acontecimiento (por negativo que
sea) tiene al menos una explicación acerca de cómo se sucedieron los hechos,
pero la pregunta: “¿quién tuvo la culpa?”, además de ser inútil y básicamente negativa,
no tiene respuesta, o al menos no puede tener una sola respuesta, ya que en
todo hecho inciden una serie de factores que lo desencadenan e influyen directa
o indirectamente los resultados. Por tanto, no existe un culpable. Lo que si
encontraremos, es al menos un responsable, que podría revisar su modo de
comportamiento a futuro; pero en ese caso, la pregunta respecto a quién tuvo la
culpa, debería cambiarse por otras, tales como: ¿quiénes están implicados en el
hecho?, ¿de qué manera actuó cada uno?, ¿cómo incidieron estos actos en lo
sucedido?, ¿por qué se actuó o hizo de esa manera?, ¿qué se debería modificar a
futuro?
Todas estas preguntas tienen
características constructivas y se dirigen hacia un mejoramiento futuro.
Saliendo adelante - Cinco herramientas importantes
- Discernimiento: cambiar nuestro modo de pensar.
- Dominio: cambiar nuestro
comportamiento.
- Tolerancia: aprender a vivir con
sentimientos encontrados.
- Camaradería: ser crecientemente
generosos con nuestros compañeros.
- Reflexión: hacer el esfuerzo de
ponernos en el lugar del otro.
Autor: Prof. Dr. en Ciencia Política. Eduardo Dalmasso
- Este trabajo fue inicialmente presentado en el año 2002 en el Congreso Anual de SLADE en Montevideo.
- Por su temática, mereció su publicación también en Diciembre de 2005, en la revista interdisciplinaria “La trama”, dentro de su sección “Versiones de mediación”, que pertenece al Número 17 de esta revista.
- Desde el 2002, es material de estudio de los Seminarios sobre Liderazgo y Estrategia que dicta el autor en la en el Centro de Estudios Avanzados de Universidad Nacional de Córdoba.
Bibliografía de consulta:
- Enrique, Rojas (2002) ¿Quién eres? Grupo Editorial planeta. Buenos Aires. 441 páginas.
- Dieter Ulich (1985) El Sentimiento. Introducción a la psicología de la emoción. HERDER. Biblioteca de Psicología. Barcelona. 313 páginas.
- Harold H. Blomfield; Robert K Cooper (1999) Ediciones Urano Barcelona. 295 páginas.
- Charles S. Carver; Michael F Scheler. Teorías de la personalidad. A Simon Schuster Company Prentice Hall Hispanoamericana. S.A. México. 617 páginas.
- Richard Bandler & Jhon Grinder ((1975) Editorial Cuatro Vientos- Santiago de Chile.
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