¿A qué aspiraba Adriano? “A cada uno su senda; y también su meta, su ambición si se quiere, su gusto más secreto y su más claro ideal. El mío estaba encerrado en la palabra belleza, tan difícil de definir a pesar de todas las evidencias de los sentidos y los ojos. Me sentía responsable de la belleza del mundo, quería que las ciudades fueran espléndidas, ventiladas, regadas por aguas limpias, pobladas por seres humanos cuyos cuerpos no se vieran estropeados por las marcas de la miseria o la servidumbre, ni por la hinchazón de una riqueza grosera; quería que los colegiales recitaran con voz justa las lecciones de un buen saber que las mujeres, en sus hogares, se moviera con dignidad maternal, con una calma llena de fuerza; que los jóvenes asistentes a los gimnasios no ignoraran los juegos ni las artes; que los huertos dieran los más hermosos frutos y los campos las cosechas más ricas. quería que, en un mundo bien ordenado, los filósofos tuvieran su lugar y también lo tuvie...