Comparto este artículo, que fue publicado originalmente en La Voz del interior el 17 de Enero de 2013, porque entiendo que el mismo ayudará a interpretar las dificultades y desviaciones de los gobiernos que lo sucedieron. Eduardo Dalmasso
EL LIDERAZGO DE HUGO CHÁVEZ
Chávez nace y se nutre de reivindicar los derechos de un pueblo olvidado. Henrique Capriles, inteligente adversario, reconoce que, para suceder a Chávez, primero ¡hay que ganarse el corazón de ese pueblo!
Eduardo Dalmasso
Eduardo Dalmasso*
21 de Agosto de 2021
La República de Venezuela está viviendo una hora muy difícil. Pase lo que pase con la salud del Presidente Hugo Chávez, la situación institucional difícilmente se desenvuelva en los mismos términos que antes de su partida a Cuba.
Un líder popular no es solamente un desarrollo institucional. Es mucho más que eso. Es una forma o un modelo de relación que se nutre en términos dialécticos de la masa del pueblo, que siente que mas allá de sus errores, ese líder los representa de manera genuina.
Ningún análisis institucional de la realidad venezolana puede ignorar que esa relación se establece a partir de años de despilfarro de la renta petrolera. Surge, en realidad, tras una rosca política de barniz democrático, en beneficio de unos pocos sectores que se vinculan al negocio, con total desconocimiento de las necesidades de las grandes mayorías.
Chávez nace como líder y se nutre de reivindicar los derechos de ese pueblo olvidado. Henrique Capriles, inteligente adversario, reconoce que para sucederlo primero hay que ganarse el corazón de ese pueblo.
Riesgos del personalismo. No obstante, este tipo de liderazgo personalista a largo plazo puede terminar perjudicando esos intereses. Todo gobierno de estas características genera la corte de aduladores o de seguidores incondicionales, y cierra, por ese mismo proceso, el camino a los aliados capaces de generar un pensamiento crítico. Lo institucional pierde fortaleza, porque todo gira alrededor de ese líder, capaz con su sola presencia de rescatar el agradecimiento de ese pueblo olvidado.
De nada valen, al menos por un buen período de tiempo, las inteligentes reflexiones que se pudieran efectuar sobre las nuevas características del despilfarro y el agotamiento del modelo adoptado. ¿Por qué? Porque para ese pueblo sufriente, no ha existido otro en su historia que se haya jugado en los términos de los gobiernos chavistas.
Esa es una realidad incontrastable. Como también parece ser incontrastable la imposibilidad de trasladar a terceros esa íntima relación. De allí derivan los niveles crecientes de incertidumbre sobre el futuro de Venezuela y sobre lo que esto pueda significar para la autonomía latinoamericana.
Líder influyente. Aunque no se comparta la concepción sobre la democracia del presidente venezolano, es innegable que fue un fuerte inspirador de las políticas crecientemente autónomas de nuestros países respecto a los polos tradicionales del poder. Chávez contribuye activamente, con su discurso y su acción, a crear condiciones de unidad más promisorias para nuestros pueblos.
El proceso de la unidad latinoamericana (tan ansiado por líderes reformistas e intelectuales como Ingenieros, Taborda y Ugarte), toma forma a partir de las nuevas realidades del concierto mundial: la creciente crisis internacional; el desarrollo inédito de países emergentes con un poder de autonomía relativo en lo económico, tecnológico y educativo.
Estos países comienzan a representar una nueva posibilidad de poder mientras la potencia dominante no logra salir de una maraña de intereses y de políticas que debilitan su presencia en el mundo. No es que su poder disminuya, sino que afronta una crisis de su sistema de desarrollo que le llevará años resolver.
Expansión regional. Argentina y Brasil tomaron la iniciativa para desarrollar una política que integrara sus intereses y apuntalara su presencia en el mundo. Esa postura, aun con contramarchas y riesgos, siempre es superior a las posibilidades que históricamente nos produjo el aislamiento.
Chávez, al identificarse con este proyecto y pedir la integración de su país al Mercosur, fortalece en gran medida las posibilidades de independencia de nuestra América. No identificar esta claridad del mandatario venezolano sería desconocer las bases reales de una independencia efectiva de América latina. Otros países apuntalan, desde sus diferentes perspectivas, este proceso.
Por fin, nuestro norte sudamericano comienza a mirar al sur. No es suficiente todavía si las políticas domésticas efectivas de cada una de nuestras repúblicas terminan por desconocer las exigencias de una libertad mancomunada. ¿Un desafío creciente? Sí, un desafío creciente dentro del mundo que viene, que se orienta en esa dirección.
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