ARGENTINA DENTRO DEL MARCO DE UNA CRISIS MUNDIAL


ARGENTINA DENTRO DEL MARCO DE UNA CRISIS MUNDIAL

Eduardo Dalmasso.*

10 de Abril de 2020

Estamos inmersos en los efectos  de un impactante cisne negro. Nos  aparece a través de una transformación tecnológica y científica, que viene  poniendo en jaque las economías de mayor desarrollo y por cierto la de los países emergentes.

Dentro  de ese cuadro, la Administración del Presidente Trump ha planteado, y de hecho ha ejecutado, políticas  que tienden a revertir el modelo económico, basado en el despliegue de sus poderosas empresas diseminadas por el mundo y en especial en China, con sus serias repercusiones en el empleo de los EEUU.  Producto de esas políticas, surge el nuevo acuerdo bilateral que rige el comercio entre ambos  países. Acuerdo que pone de manifiesto el poder del  Imperio Occidental, ya que China accede a importantes exigencias  de su, ahora, adversario.

Sin embargo, China es un gigante muy difícil de desestabilizar por su dimensión y ensamblaje, fundamental para el funcionamiento de la economía capitalista global. Lo está demostrando con su presencia en la ayuda sanitaria de los países (desarrollados   y no desarrollados) más afectados, frente a la inesperada pandemia de nuestros días. Incluso, el empresario Chino más poderoso en alta tecnología hizo  aportes  a los países africanos, que le valieron reconocimientos  en los medios de comunicación más importantes de ese continente.  Su desarrollo en Ciencia y  Tecnología, ha adquirido un gran nivel de autonomía; no ocurre así con su necesidad de demanda del mercado norteamericano.

En plena crisis, el otrora omnipresente imperio occidental se retrae sobre sí mismo y aparece como confuso, para solucionar los efectos de la pandemia en su propio país. Esto podría ser una señal  de  que existe una situación de vacío y de contradicciones muy fuertes dentro del espectro político norteamericano, y que esto afecta la presencia del Imperio.  En esto no sólo influye en la difícil personalidad de su presidente, sino también en las consecuencias de sus políticas económicas y sociales, sujetas por cierto a múltiples contradicciones. (Origen y desarrollo de las crisis económicas. Alfil 2019)

En ese orden,  vuelven a aparecer ante la pandemia los problemas de coordinación y definición de políticas comunes dentro del Espacio de la Unión Europea y las dificultades del conjunto para acomodarse a los intereses de países como Holanda y Alemania.  Situaciones  que revelan  las debilidades de la estrategia de avanzar en unidad, sobre el oriente Europeo; hechos tan caros a los intereses históricos y actuales de Alemania, pero que (ante situaciones de crisis),  aparecen como realidades  que muestran diferencias y concepciones divergentes. De ello se desprende que en Oriente surjan brotes nacionalistas y respuestas autoritarias que vulneran la concepción democrática de la asociación, aspectos que, aparte mostrar diferencias culturales, también se vinculan a los mayores problemas económicos de estos países. Quizás esta nueva sacudida, lleve a reflexionar sobre el modelo expansivo, aunque todas las declaraciones hablan de la firmeza del acuerdo Franco Alemán, en relación al proyecto de la Gran Europa; que de hecho avanzó sobre antiguas zonas de influencia Rusa.

La realidad es que la depresión económica  estaba  azotando a todo el sistema internacional. Esta depresión, como es de conocimiento común, se venía  paliando  a través de incentivos monetarios  y de endeudamiento creciente. Es más, este creciente endeudamiento ha superado al preexistente (el del 2008),  pero con efectos muy débiles en la expansión de la producción. EEUU exhibe una serie de estadísticas de  recuperación  del empleo,  que reputados analistas consideran de  características precarias. Su política de endeudamiento, si bien sostiene el nivel de actividad, va creando instancias de debilidad del modelo económico del Imperio. Seguramente estará obligado a tomar medidas drásticas para preservar su hegemonía, excepto que las fuerzas aislacionistas predominen en desmedro de su influencia en el mundo.  En términos relativos, la fortaleza de EEUU se sostendrá;  en mi estimación, así lo será, en la medida que su moneda sea la moneda de reserva y de cambio mundial.  Puedo entonces decir, que estas crisis que se producen como consecuencia de los ciclos propios del sistema, se agravan con la existencia de los paraísos fiscales, por su incidencia negativa  en los recursos tributarios de los  Estados nacionales.

No sólo esta crisis estructural apareció en el firmamento; la guerra del petróleo entre Arabia Saudita y Rusia, es otra manifestación  de los antagonismos que van surgiendo por la sucesión de cambios en la estructura productiva mundial.  Esto se agudiza por el sistema de extracción (fracking) desarrollado en EEUU, que al cubrir gran parte  de la demanda interna, pone en jaque el mercado del petróleo. Como producto de esa guerra, tenemos la caída del precio en términos drásticos, así como su efecto dominó. Podríamos agregar la situación de fronteras calientes, en el cercano y medio oriente, con miles  de emigrados, al igual que en África.

Dentro de esa breve síntesis de situación que he esbozado, aparece  y se desarrolla la Pandemia del Coronavirus,  la primera gran epidemia de la globalización. Situación de emergencia sanitaria, que por sus características propias, rompe con el ensamblaje de la economía mundial, con graves consecuencias en algunos de los países  desarrollados, y mucho mayor impacto en los emergentes. Podemos tomar, a título de ejemplo de esta situación, el derrumbe de la industria del turismo.
 
Problemas en Sudáfrica, problemas en Turquía, problemas en México  y numerosos países más. Esto significa pobreza creciente y dificultades para sostener la paz social. También es posible que haya un cambio en las pautas de consumo y tensiones en la vida democrática. En situaciones extremas, todo se pone  en cuestión.  Pensemos que hay países que dependen significativamente del turismo y que, aunque este se rehaga, su derrumbe y efecto dominó será lo más probable.  También otros Estados, que dependen de los mercados de los países centrales para sostener su producción de bienes primarios e incluso de bienes manufacturados, vivirán el consiguiente efecto de deterioro, si  estos disminuyen abruptamente el nivel de demanda. Sin duda, estas situaciones emergentes  obligarán a repensar la generación de políticas de Estado para poder rearmar y defender el empleo. Por eso hablo de tensiones crecientes.  Lo peor es que el nivel de complejidad nos lleva a pensar, junto con el autor  del  Cisne Negro (Nassim Taleb), que la posibilidad de  la aparición de estas  es muy alta. 

Filósofos  como Zizek,  Byung  Chul Han y otros, debaten desde distintas perspectivas sobre las  consecuencias transformadoras en la vida política de los pueblos de esta pandemia; pero, en mi opinión, la pregunta clave se refiere a cómo se reordena  el aparato productivo mundial. Lo demás remite a especulaciones necesarias, pero que no dejan de ser abstracciones; salvo en lo que respecta al precio que pagan o pagarán los sectores populares, ante esta doble fuente de crisis.

¿Qué sería lo fundamental en países emergentes como Argentina? Rescatar la inteligencia económica, política y social para evaluar las estrategias posibles y defender  a la población. Pareciera, en primera instancia, que los Estados Nacionales van a acrecentar su valor, pero atención: la  evolución tecnológica y la integración económica, están configuradas para ser globales; de lo contrario,  el cierre puede llevarnos por caminos insospechados.  Si de algo nos sirviera esta experiencia, que ha unido a los argentinos en la lucha contra la pandemia, es que resulta posible entender la necesidad de formular un plan de contingencias y de desarrollo, con el consenso de las principales fuerzas políticas. Eso significaría la posibilidad de que este Gobierno se transforme en el vehículo del cambio cultural, para definir lo que podemos considerar común a los intereses del conjunto de la sociedad. No es fácil, toda nuestra cultura se ha configurado en la  negación  del adversario.  Pero atención, nuestra crisis no va a ser de las más ligeras, por el contrario, esta pandemia oculta el grado de deterioro de la estructura económica argentina, que  se hace insostenible. ¡No habrá magia!
En los últimos 75 años, nos cabe esta definición de estupidez, planteada por Albert Einstein: “seguir haciendo las mismas cosas y esperar un resultado distinto”.

Mientras tanto, al igual que en la Edad Media, estamos encerrados. Nos llegan todo tipo de teorías, tenemos miedo; o en el mejor de los casos, aprehensión; elucubramos cómo vamos a cambiar de vida, y pensamos en cuánto nos va a afectar la pandemia. Eso sí: estamos en condiciones  de pensar: ¿cómo amplios sectores de las sociedades emergentes, harán para paliar el hambre? De aquí la necesidad de concebir, lo más rápidamente posible, políticas públicas que no derrapen a  inflaciones (ni aún a hiperinflaciones),  para afrontar una situación impensable y, por cierto, de plena crisis económica.  

Por lo pronto, los templos están cerrados. Las oraciones se gestan en los domicilios particulares y por las redes sociales.  Es hora de pensar la política con grandeza.

*Dr. En Ciencia Política (UNC-CEA) Ensayista y Educador. Su último libro, 1918 Raíces y valores del movimiento reformista. Editor del Blog: Ideas Políticas y otros enfoques.

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