DISPAROS EN LA OSCURIDAD V
DISPAROS EN LA OSCURIDAD V
Por Eduardo Dalmasso*
“Una vez descartado lo imposible, lo que queda,
por improbable que parezca, debe ser la verdad”.
Sherlock Holmes.
El
lector atento de mis anteriores artículos, seguramente habrá podido
captar que todo el desarrollo de la saga, ha apuntado a encontrar las causas
estructurales del subdesarrollo creciente del conjunto de la sociedad,
para no caer en el simplismo de “quién tuvo la culpa”. Argentina ha estado gobernada por todos los campos ideológicos, incluidos
los de etapas militares y de
justicialistas. En todos ellos subyace una cultura similar, que hasta la fecha
sólo ha resultado en un retroceso social y económico.
Con
cierta audacia he hablado de guerra civil encubierta, porque nuestros
enfrentamientos no han sido sólo electorales, como es sabido. Por cierto, con
el advenimiento de la democracia estos se transmutaron en hiperinflación
o en niveles de inflación
incontrolables. Desde ya, la historia
política no es independiente de la cultura, ni tampoco de la forma en que se
construyó el país en los albores del siglo XX. Observemos que cada gobierno,
desde el peronismo en adelante, al inaugurar su período (sea este civil o
militar), han hablado en términos de
“refundaciones”. Vale decir, a las frustraciones precedentes el gobierno de turno las va a reparar para
poner a la Argentina en el nivel que le corresponde, según el imaginario
político.
Llevamos
37 años de procesos democráticos, que por cierto han servido para movilizar y
reconocer derechos imprescindibles para el desarrollo social; tal es el caso de
la ley de divorcio, igualdad de géneros, matrimonio igualitario y otros.
Pero el tema es que no se ha logrado
poner en marcha un plan sustentable, que permita devolver al trabajo a una gran parte de la
población y que evite el descreimiento
del Estado de Derecho, por lo que esto significa. De esta situación, se desprende la fuga de
capitales y, en alguna medida, el bajo nivel de inversión en términos de las
necesidades del país. Es obvio que, para evitar la fuga de capitales e
incrementar el ahorro, se requerirá lograr la credibilidad necesaria en los
actores económicos.
Sobre las refundaciones
Lo
que quiero señalar es que nuestra sociedad vive de resurrecciones
inconclusas:
·
Los militares tomaron el poder con la aquiescencia de la
mayoría de la población, con la esperanza de que este terminara con la anarquía
y la violencia;
·
El Alfonsinismo llegó para devolvernos la democracia reparadora y
restablecer la paz y los derechos humanos;
·
El primer gobierno de Menem, llegó para terminar con la
hiperinflación con una idea nacionalista; su segundo gobierno, para consolidar
la estabilidad económica y poner a la Argentina en el primer mundo.
·
El gobierno de De La Rua- FREPASO, para terminar con la corrupción
y lograr un modelo social más equitativo.
·
El Gobierno de transición de Duhalde, para evitar la disolución
social y atravesar la crisis terminal que imperaba.
·
El Gobierno de Kirchner llegó para lograr el recambio de la
cultura política, su renovación y dar esperanzas al pueblo.
·
El primer gobierno de Cristina Fernández, para consolidar la
institucionalidad democrática. El segundo para consolidar el modelo nacional y
popular.
·
El Gobierno de Macri, para terminar con la corrupción, el
autoritarismo y poner en marcha la economía del país.
Cualquiera
sea la idea refundacional o de consolidación, el desconocimiento de las fallas
estructurales y el predominio de las ideas electoralistas terminaron, según lo he descrito a través de
sólidas evidencias, en sucesivos fracasos. No hay mejor
institucionalidad, no se observan cambios de cultura, ni tampoco (lo más
lamentable), un proceso de desarrollo sustentable.
Mayor prueba de una sociedad a la deriva, creo que no es posible
reconocer
Quizás
el Gobierno que pareció entender al menos
parte de la problemática que ha
perturbado la vida económica del
país haya sido el del Presidente
Kirchner, cuando en el primer período
resguardó los superávits fiscales y de comercio exterior y encaró una
fuerte e inédita renegociación de la deuda externa. Negociación que, más
allá de las críticas por los costos del remanente, fue llevada a un nivel que al menos era
factible de gestionar. Es cierto que partió de una situación extrema
particular, y que los altos precios de la soja apoyaron su recuperación, pero
quedó en claro que privilegiaron los
intereses de la sociedad en desmedro de los acreedores. Por coherencia,
su Gobierno repudió en los hechos lo
sucedido en la década menemista, del cual el Presidente había sido un
entusiasta partícipe. De ello que el
énfasis fundamental estribó en diferenciarse de la ideología neoliberal del
Menemismo, apoyar las reivindicaciones de las madres y abuelas de Plaza de mayo
y darle un contenido heroico a las gestas revolucionarias de los setenta,
soslayando lo sucedido en la etapa de transición peronista y el estado de
brutal anarquía preexistente. Se alinea con las políticas de unidad
latinoamericana que lideraba el presidente de Venezuela, que pasaba por su
mejor momento político. Los militares
fueron nuevamente juzgados, se activó la búsqueda de los nietos de desaparecidos y se realizó
cierta apertura a sectores del radicalismo que no se sentían cómodos dentro de
su partido, luego de sucesivas frustraciones. Esto en paralelo de la
recuperación económica del país, a tasas Chinas.
Lo
anterior sirve para señalar que la recuperación económica, ligada a un discurso
efervescente, le otorgaron
un poder incuestionable. Cabe
decir que la fuerza del relato, ensamblado con la esperanza que otorgaba a los
ciudadanos el haber salido de una crisis terminal, impidió ver con claridad, en
ese entonces, algunas debilidades del gobierno, que luego repercutirían
en la paralización económica del país. Como lo he explicado en Radiografía de los 12 años K (en Alfil Diario
y en este blog), ese poder devino en
omnipotencia, en un discurso autoritario. La incapacidad de
entender que, en un inicio, el éxito logrado respondió a políticas correctas
(quizás inspirado en la magnitud de la crisis), luego se fue disolviendo por la
intención de retener el poder, desconociendo la magnitud de la complejidad política y
social de un país en retroceso.
De
hecho: no hubo cambios en la institucionalidad, ni en la cultura
política, se intensificó el discurso tribal. Cristina Fernández de Kirchner fue elegida
candidata bajo el mismo modelo del PRI (México). Los ciudadanos
fascinados ante el éxito, soslayaron el procedimiento, de la misma forma que habían disimulado la imposición de la Reforma
Constitucional que permitió la continuidad del Dr. Menem en el poder.
Otras consecuencias del proceso
No
me he referido de ex profeso, en esta serie de escritos, a los niveles de corrupción imperantes, ni a
la debilidad del sistema penal, porque me parece que el proceso político y económico del país
explica por sí mismo la existencia de estos dos flagelos que atentan al
corazón de la república. La práctica
política no sólo revela los valores vigentes en quienes la ejercen, sino
también el tipo de influencia que recibe la sociedad de estos.
Consecuentemente, nos encontramos con un cuerpo social que cada vez alienta
menos esperanzas y cuyos actores económicos no tienen confianza en el
Estado de Derecho, y en el que los
marginados tratan de defenderse como pueden y, a la vez por su misma endeblez socio económica, se
encuentran expuestos al manejo
espurio de la dirigencia
política.
De
la Justicia penal, es casi imposible plantear una reforma seria y profunda,
si en definitiva es el resultado de decisiones unilaterales de Gobiernos
que privilegian objetivos de corto plazo o que priorizan acuerdos de auto
aseguramiento. Lo único que podría permitir pensar en un cambio
real, sería la puesta en marcha de un proceso de
cambios que se sustenten no sólo en la
letra de la ley, sino en el pleno consenso respecto a los nuevos actores del
sistema judicial que se vayan incorporando. Pensar que los que están en el
banquillo de los acusados de cualquier sector político, van a impulsar una
reforma de raíz, es utópico.
¿Que
ha privilegiado la justicia dentro de esta realidad de
refundaciones? su espíritu
corporativo, la adecuación al poder político de turno y evitar
compromisos que pusieran en jaque la permanencia de los magistrados. Un sistema
cuyos actores condicionan y son condicionados. Todos los ejemplos que han
involucrado actores políticos desde el gobierno de Menem al presente, han
revelado ese juego perverso que degrada la institución y la República en sus
fundamentos. Las excepciones existen pero son eso, excepciones. Por otro
lado, el aparato judicial encarna la situación de privilegio más
corrosiva del estado republicano.
Esta
crisis cultural y social, no ha soslayado a las instituciones
universitarias. Su silencio respecto a temas centrales para la República, tales
como el combate a la corrupción,
los valores claves en la vida democrática, cómo concebir un modelo de desarrollo
económico sustentable y otros, lo denuncian. Los debates se enmarcan en las
corrientes políticas desde una práctica tribal, y por lo tanto frustran toda
posibilidad de aportes de la juventud al cambio cultural. Ese cambio
implica el desarrollo del pensamiento crítico no libresco, que es en realidad
lo que ha sufrido el peor retroceso en la vida universitaria.
Y
sin embargo pienso, “la Universidad Reformista”, será esencial para
recuperar los liderazgos que nuestro país necesita.
* Doctor en Ciencia Política.(UNC-CEA) Editor del Blog. Miradas
Políticas y otros enfoques. Responsable académico de la Diplomatura de
Liderazgo Estratégico. FCEFYN. UNC. Su último libro: 1918 Raíces y Valores del
Movimiento Reformista. (Editorial-UNC-2018)
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