EL ROL DE LOS INTELECTUALES
“EL INTELECTUAL CUESTIONA EL PODER, OBJETA EL DISCURSO DOMINANTE, PROVOCA LA DISCORDIA, INTRODUCE EL PUNTO DE VISTA CRÍTICO”
El rol de los intelectuales
Por Eduardo Dalmasso*
DIFERENCIAS IMPORTANTES
Un intelectual no se define solamente por el hecho de que
trabaja su intelecto, este bien podría ser un experto o un erudito. Un experto
es alguien que domina un tema desde sus fundamentos hacia la aplicación del
conocimiento. Un erudito es alguien que posee riqueza de información dentro de
un tópico o varios, pero que su método de procesamiento de la misma no responde a un criterio de
rigurosidad respecto a la búsqueda de la verdad o a fundamentos del
conocimiento. Por contrapartida, un intelectual es alguien que investiga sobre
las fuentes del conocimiento, pone en duda las afirmaciones relevantes y procura aportar elementos que
expliquen con mayor profundidad el sistema de causalidades que hace a
determinados comportamientos sociales, si se trata de analizar, por ejemplo, la
vida política de un país.
En otros ciclos históricos, al intelectual se lo asociaba
con el planteo de utopías o con el cuestionamiento social que lograba poner en
jaque los fundamentos de las estructuras vigentes. Pero como bien lo señala Regis Meyran en el prólogo del
libro “¿Que fue de los intelectuales?” de Enzo Traverso, ocurre que luego del
fracaso del socialismo real, el desconcierto, la perplejidad y la desilusión de
muchos de los pensadores que profesaban
esa ideología, ha cercenado su
creatividad.
ARGENTINA
Un mundo que ha mutado sus estructuras a partir del
vertiginoso avance científico y tecnológico, de la revolución que se manifiesta en la
institución del matrimonio, de la consideración de los géneros y el brutal
avance de la autonomía de la mujer del sistema patriarcal, sin duda alguna, es
otro mundo, pero con las duras experiencias de un sistema de poder que genera
estructuras de partido único.
¿Y LAS EXPERIENCIAS
AUTORITARIAS?
Sin embargo, existen
grupos de intelectuales que admiran las experiencias autoritarias aún
vigentes, por lo que cabe pensar que adhieren a una visión de ejercicio del
poder en manos de minorías esclarecidas que actúan en nombre del pueblo. Desde esa
posición, es posible que aspiren a una solución parecida para nuestro postrado
país. Son pensadores que han perdido la
audacia de cuestionar y que se solazan hablando de un pasado que no dejó de ser
parte importante de la escenografía de la decadencia que se vive, ya
descripta hasta el cansancio,
incluso en mis propios escritos (Disparos en la oscuridad-Alfil diario).
MISIÓN DEL INTELECTUAL
El intelectual, se identifica con el pensamiento crítico,
de ello que cuestiona el poder, objeta
el discurso dominante, provoca la discordia
e introduce puntos de vista que
ponen en tela de juicio la solvencia de
los conductores. Este accionar, por supuesto, normalmente le acarrea el
ostracismo de las organizaciones políticas y cierta incomprensión de los que no
logran atisbar los fundamentos de una crisis que carcome al Estado.
Sostengo que cualquiera sea la calidad humana de la
persona que pretende tener un discurso de carácter intelectual, verá cercenada
su libertad de pensamiento, si pertenece a un partido u organización política;
es el costo de la adhesión, so pena de
ser expulsado. Su integración puede transformarlo en un experto, por ejemplo de
la comunicación o del desarrollo de una específica función en línea con el
discurso oficial, en aras de su legítima ambición por obtener algún tipo de
reconocimiento y poder. León Trotsky encarna un ejemplo: como jefe del
ejército y como uno de los líderes de la revolución Bolchevique, decide la
ejecución de rehenes, legaliza la censura y justifica la represión de los
marinos durante la insurrección de Kronstadt (1921). Luego, al recuperar su rol
de intelectual en toda su acepción, es expulsado del partido.
La clave de la lucha de los intelectuales, para que sea
genuina, es el abandono del pensamiento dogmático y la búsqueda de un pensamiento creativo, sujeto a valores
muy claros respecto a lo que busca en relación a la libertad y la dignidad de
las personas; desde ahí, el intelectual y su pensamiento confrontará con los iluminados, que en un símil del
pensamiento elitista de Platón, creen que sólo ellos pueden conducir al pueblo.
Una intencionalidad que se encubre esgrimiendo frases que hablan de la
injusticia y la liberación de los oprimidos, hasta quizás pensando en la solución China.
En el siglo XX la opción de los intelectuales progresistas
era: estar con la burguesía o estar con el proletariado; hoy la opción, luego
de la eclosión de la URSS, se dirime entre: la dignidad del desarrollo en
libertad o el subdesarrollo en beneficio de minorías políticas y capitalistas. Salir
de los modelos establecidos les atraerá
no pocos enemigos, dado su libertad ante el poder de turno, sin embargo, esto
es lo que caracteriza a un espíritu libre de los dogmas o de los intereses que
pudieran coartar su libertad.
No estoy diciendo que los intelectuales no deberían
adscribirse a un partido o un movimiento,
sólo estoy expresando que esa condición los hará perder la libertad de
pensamiento, e incluso los hará corresponsables de situaciones que pudieran
transgredir los derechos humanos o la ética cívica imprescindible dentro de una sociedad
civilizada. (Bourdieu, Pierre. "Intelectuales Política y Poder", 1999).
En conclusión: el punto de partida de una interpretación
de la realidad, no puede ser ajeno a los sentidos de la democracia y de los
valores relevantes que el intelectual defiende. Detrás de esa mirada, yace su
aprehensión de la experiencia histórica y su contribución al horizonte de
expectativas sociales.
*Dr. En Ciencia
Política (UNC-CEA) Ensayista y Educador. Su último libro, 1918 Raíces y valores
del movimiento reformista. Editor del Blog: Ideas Políticas y otros enfoques.
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