¡REFLEXIONES SOBRE EL EJERCICIO DEL LIDERAZGO!

 ¡REFLEXIONES SOBRE EL EJERCICIO DEL LIDERAZGO!

Por Eduardo Dalmasso. *

¿Acaso todas las personas pueden ser líderes?

“Si, por supuesto. Sólo necesitan saber reconocer y trabajar a conciencia sus talentos. Estoy convencido que todos tenemos la capacidad para incidir en terceros y lograr cambios positivos, incluso durante los tiempos de mayores retos. Siempre que el aspirante a líder no imite, sea fiel a sus convicciones y esté dispuesto a realizar los esfuerzos que exige el rol, adecuado a su perfil de personalidad”.

Lo anterior me lleva a hacer énfasis en la importancia de reconocer que hay distintos tipos de líderes; por lo tanto, la forma de influir será diferente según el equipo y las situaciones que le toquen vivir. Lo principal entonces, es conocerse en profundidad, reconocer sus valores, sus fortalezas y debilidades, y sobre todo, trabajar su autoestima como fuente de irradiación de su energía hacia un horizonte. Luego, el uso de las herramientas que pudiera necesitar, serán sus instrumentos y no su fuente de liderazgo. 

Un líder motivado y entusiasta, a partir del dominio del campo específico en el que desarrolla sus actividades, entusiasmará a los que se integran a la acción, guiándolos hacia la excelencia y hacia la responsabilidad que requiere alcanzar los objetivos.

Un líder es tal, cuando logra despertar sueños desafiantes en sus seguidores. Esto me lleva a indicar, que un liderazgo se revela cuando es capaz de influir, persuadir y alentar en una línea de acción, dentro de un campo determinado. Veamos un ejemplo no clásico de esto: la influencia de Borges en la literatura argentina; compartamos otro, ya ahora en el campo de lo clásico: Pep Guardiola, un famoso entrenador de futbol; o pensemos simplemente en un jefe de área que logra que su equipo se sienta feliz de trabajar en la organización de la que se trate. Hablar de San Martín o Napoleón Bonaparte, se inscribe en la misma línea. Todos los mencionados con capacidad de desarrollar estrategias inteligentes e imaginativas.

De lo expuesto, la importancia de considerar qué atributos son importantes en el ejercicio de liderar

1. Comprender y clarificar las preocupaciones

El líder debe ser capaz de comprender sus propias preocupaciones o tribulaciones, para poder así solucionarlas y estar completamente apto para liderar acciones dentro de realidades de distintos niveles de complejidad y desafíos. 

Por su rol, el líder es un observador incansable que no deja de chequear sus impresiones. Si el líder no observa, no se observa, sucederán cosas que pueden producirle sorpresas desagradables. De ello la importancia de contar con lo que yo llamo los “líderes secretos”. Con esta conceptualización me refiero a aquellos que comprenden de forma cabal los sueños y las políticas del líder, para poderlas “apuntar”, traer a la memoria y a la acción en sus momentos de debilidad o que contribuyan a subsanar los errores que como humano seguro va a cometer. Esta identificación primigenia alienta la perseverancia en las acciones y el fortalecimiento de la identidad en función de un proyecto.           

El líder consciente siempre antes de dar una respuesta u ofrecer indicaciones para la acción, se toma su tiempo. Esto es fundamental. Podríamos decir que entre el estímulo y la respuesta siempre se necesitará un espacio de tiempo para la reflexión pertinente.  El principio de Liderarse para liderar se torna esencial para el logro del equilibrio emocional del líder y para el logro de una clara visión que vertebre a su accionar.

2. Conocer bien al equipo

Para ser un buen líder es necesario que la persona se conozca bien a sí misma y al equipo; esto requiere el intento por descubrir, dentro de las posibilidades que se dispongan, los anhelos, aficiones y problemas de las personas que lo integran.  Esta idea puede resultar algo difícil en organizaciones con un número de integrantes elevado, pero no imposible. En síntesis, me refiero al esfuerzo que el líder debe preservar, respecto a dedicar algunas horas a conocer con más profundidad a su equipo, aspecto vinculado directamente a sus quehaceres y a la interpretación de las políticas que dan marco a sus decisiones. Esto es lo que le permitirá encauzar mejor el trabajo de los demás, conociendo sus limitaciones y potenciales, en especial las que refieren a posibles respuestas emocionales. Siempre existe una relación con un equipo de forma directa.

En la medida en que este equipo asuma los valores y políticas que sostiene el líder, aportará al resto la visión que emana de aquel generador, siempre a partir de la personalidad diferenciada que cada uno encarna. Y no solo eso. Cuando los integrantes se ganan la confianza del líder, su identificación con el proyecto contribuirá a enriquecer la visión que este expone y alienta. Esto habilita una revisión permanente, que permite que la visión y la misión de la organización no se desvirtúen.

3. La comunicación como herramienta fundamental

Siempre, pero especialmente durante los tiempos de retos, es necesario mantener una comunicación fluida, continua, oportuna y efectiva con todo el equipo que se lidera.  Esto permite mantener la confianza firme y las ideas claras en torno a la propia eventualidad, y a la relación con los demás temas que le competen a cada uno de los integrantes de la organización, al equipo, a los colegas, etc.

La comunicación se basa en la calidad de la escucha activa. Sin escucha activa, tenemos que convencernos que no habrá calidad en la comunicación. En realidad, una reflexión enriquecedora en la cabeza de los líderes, parte de la atención y los aprendizajes que le significa escuchar las palabras de sus seguidores, pero no sólo para quedarse en ellas, sino para profundizar sus sentidos a partir de los modelos mentales que cada uno de los actores sustenta. Dicho de otra manera: es importante chequear el sentido de las afirmaciones y preguntas que circulan, porque detrás de las expresiones (en cualquiera de las formas que las mismas adopten) está el modelo mental perteneciente a cada uno de los miembros.  Por eso comunicación y la observación están estrechamente interrelacionadas.

Un discurso y una visión común, compartida, no exime al líder de la responsabilidad de usar el léxico adecuado para cada uno de los distintos destinatarios, y para eso, hay que conocerlos.

4. Saber lidiar con las reacciones y emociones de los miembros del equipo

Esto es tan importante como mantenerse siempre comunicados. Liderar en tiempos de retos no implica únicamente dar instrucciones o coordinar eventos o situaciones, sino también lidiar con las reacciones y las emociones innatas de algunos empleados a causa de los retos que están afrontando, sobre todo si es la primera vez que experimentan retos y/o cambios en el entorno de trabajo o de su ámbito personal.

¡Atención! La disciplina y la creatividad son siempre necesarias para que un equipo no pierda su excelencia; cuando estas se debilitan o apagan, el Líder debe reaccionar con energía. Por supuesto tiene que tener conciencia de que sus exigencias para la movilización, es posible provoquen resistencias y algún nivel de conflicto, por lo tanto, debe estar muy atento y firme en sus convicciones, para mantener el rumbo y sobre todo no perder el espíritu de afrontar desafíos, que son los pilares que convierten en excepcionales a los equipos.                                                                                                                                     

En realidad, todas las personas somos frágiles y diferentes unas de otros; y es aquí cuando, ante distintas reacciones, aparece la capacidad de reflexión del líder para asimilar esas distancias y darles una orientación adecuada. Soñar con equipos de alto rendimiento sin conflictos, es una utopía propia de inexpertos. Nunca hay un mar en calma, aunque a veces los desafíos son mayores.

En este marco, lo ideal es mantenerse cercano a los protagonistas, mostrarles empatía, manteniendo siempre una actitud positiva y esperanzadora, a partir de saber que siempre habrá nuevos retos que pueden convertirse en una potencial oportunidad de transformación y éxito.  

Y lo importante en el rol de líder, es no olvidar el hecho de sostener la realidad; asunto que le exige no mentir ni ilusionar sin fundamento. Por cierto, habrá situaciones que lo obliguen a romper esta regla, por ejemplo, una excepción ante situaciones críticas o trascendentes para el éxito de una misión.

5. Acerca de la necesidad de persuadir y motivar

Tal como se expuso en el punto anterior, no basta con informar a los demás que se están viviendo nuevos retos en el entorno. Por lo tanto, es necesario comprender y compartir que los retos son temporales y necesarios para evolucionar, algo que le exige al líder capacidad de identificar cuáles son los puntos más urgentes y conflictivos, paciencia para lidiar con las personalidades más difíciles o resistentes a la aceptación de nuevos desafíos que hacen a la identidad, y excelencia por parte del equipo. Todo esto si es que se pretende que este se caracterice por su alto rendimiento.  

Es clave para el logro de este cometido, la correcta selección de los miembros del equipo que se trate. Y aún con las personas correctamente seleccionadas, se requiere estimular  su autoestima y enseñarles el valor de la perseverancia, a través del planteo  de metas y logros dentro del proceso. La mística no es un tema menor, así como el sentido de pertenencia respecto al proyecto u organización.  Esto podríamos condensarlo en la íntima relación que existe entre el logro conjunto de la humildad para hacerse cargo de las responsabilidades y  celebrar con orgullo el pertenecer.

Sin disciplina personal y de equipo, no hay futuro. Lograr objetivos trascendentes siempre requiere un trabajo duro.  El líder, dentro de sus funciones debiera recordar las reglas que regulan las actuaciones del conjunto; esta última es una herramienta clave en la resolución de conflictos.

6. Sobre la distribución de responsabilidades

Quizás sea la tarea más difícil, aunque no se lo considere así.  Aprender a delegar no siempre resulta tan fácil, sobre todo en las tareas que se nos dan bien. Pero si asumimos el rol de líder, la responsabilidad máxima es la de lograr que cada uno de los seguidores, dé lo mejor de sí. Para ello, más allá de las tareas de gestionar y organizar, es fundamental confiar en los demás y tener en cuenta los criterios de selección de los miembros que debieran responder a talentos y habilidades complementarias.

La responsabilidad del líder ante las equivocaciones, no es hablar de culpas sino asumir el rol de maestro y enseñarles cómo deben hacerlo mejor, evitando hacerse cargo del proceso delegado. Esto requiere combatir el ego, que incluso obstaculizará sus condiciones de líder.                                                                                                   

Cuando el líder manifiesta de hecho desconfianzas en la probidad de su equipo,  está automáticamente perdiendo o debilitando en su rol. Sus seguidores se sentirán subestimados y, en consecuencia, molestos. Por eso es importante no olvidar que todo líder auténtico es un buen maestro, y para esto se requiere un alto nivel de auto exigencia, capacidad de exigir atento la capacidad de cada miembro del equipo y, sobre todo, generosidad para ayudar a que los seguidores desplieguen su talento. El objetivo de esta concepción es que cada miembro del equipo se transforme también en un buen maestro. Por supuesto, ¡la responsabilidad última es siempre del líder!

7. Homogeneizar las  estructuras, atento los cambios en el ambiente y  en la cultura

El líder se manifiesta por su capacidad de resolver, apoyar y motivar, raramente hace uso del status que le pudiera dar su jerarquía. Distingue muy bien la diferencia entre líder y jefe. Cualquiera sea la compañía o el equipo que le cabe liderar, su voz es escuchada en función de su experiencia, de su capacidad de reflexión, del conocimiento respecto de su gente, en términos tanto de habilidades como de emociones. 

En las organizaciones y en los equipos de alto nivel de innovación, siempre tratan que las escalas jerárquicas se diluyan. Se comprenderá que esa dilución solo es posible por la generación de líderes a diferentes escalas que la organización sea capaz de generar.  A propósito de esto, es indispensable no olvidar que el líder tiene el deber de marcar el rumbo y aplicar las reglas que hacen al funcionamiento. Las reglas hablan de derechos y de obligaciones.

Equiparar a los participantes de un proyecto o equipo, seguro al principio generará resistencias por parte de aquellos que, por distintas razones, se ubican en un nivel superior y esto implicará una tarea de persistencia y persuasión.  La innovación solo se logra cuando la filosofía de apertura predomina sobre los espacios o roles estáticos.  

El líder tendrá una tarea formidable en el logro del equilibrio entre aquellos que asumen responsabilidades de liderar un espacio o conjunto y aquellos integrantes que podrían asumir ese rol por considerase su igual; y esto sólo resulta posible si la relación establecida se corresponde con el estilo de liderazgo basado en el rol de Maestro.  Una paradoja si se quiere.

Por encima de esos equilibrios propios de cada subsistema, el líder deberá trabajar en la diferenciación de roles, sin que esto signifique sacrificar el potencial de todos los miembros que participan en la organización. En realidad, los frutos de un proyecto de excelencia serán posibles si todos los niveles de liderazgo actúan como buenos  maestros.

En síntesis:  el liderazgo implica un deseo personal íntimo y la voluntad de ejercer el rol bajo la condición de estar dispuesto al sacrificio en pro de su gente y de los objetivos en línea con la visión. Lo que le implica aprender y desaprender de forma constante, tener sentido crítico para enriquecer sus planteos estratégicos y, sobre todo, no perder el entusiasmo que le genera su visión compartida. 

*Dr. En Ciencia Política (UNC-CEA) Ensayista y Educador. Director Académico de las Diplomaturas en Liderazgo de la UNC y de la UNCAUS. Su último libro, 1918 Raíces y valores del movimiento reformista. Editor del Blog: Ideas Políticas y otros enfoques.



 

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