ANÁLISIS CONTEMPORÁNEO DE "CARTA A UN JOVEN ARGENTINO"


DIÁLOGOS A PROPÓSITO DEL SENTIDO DE LA UNIVERSIDAD
ANÁLISIS CONTEMPORÁNEOS DE 
“CARTA A UN JOVEN ARGENTINO”

En esta oportunidad, y ya para cerrar esta serie de artículos sobre la Universidad, les comparto una conversación que he tenido con una Profesora en Ciencias de la Educación, egresada de la UNC. El objeto de nuestro intercambio, era poder dialogar en torno a texto de Ortega y Gasset “Carta a un joven argentino”.

En pos de compartirles nuestro diálogo, lo hemos estructurado en torno a una serie de interrogantes de la Profesora María Soledad Justiniano hacia mí. Entre otras preguntas, Soledad me plantea:
S -  Eduardo, si tuviera que decir cuán actual es esta carta, a pesar de sus largos años: ¿qué diría? Es decir, ¿qué cambia y qué permanece en torno a la mirada de Ortega y Gasset sobre la juventud argentina?

Pienso, Soledad, que Ortega y Gasset se dirigía a una juventud emergente de un país que se estaba recreando  a partir de la influencia de las corrientes inmigratorias. Un país convulsionado en el que estaba en juego la identidad. ¿Qué era la identidad para un joven argentino de esa etapa, con tanta incidencia poblacional extranjera?

Sin identidad netamente propia, es muy difícil lograr un derrotero político social claro, y toda expresión de la inteligencia y el arte se constituye  en una búsqueda que por su propia orfandad tomará de referente a lo extranjero, salvo puntualísimas excepciones.  De ello que el filósofo reconozca inteligencias, que sin duda han caracterizado y caracterizan a los argentinos. Y diré  más, esa lucha por la autonomía intelectual sigue estando presente. Es singular los pocos estudios en filosofía y humanidades que  se animan  a expresar propios pensamientos, las referencias son obligadas como fuentes de reconocimiento y dentro de ese transitar se soslaya o desconoce, aportes significativos y  avanzados generados en nuestro propio país.

Sería importante mirar esta carta dentro de un marco de referencia mayor. La misma, se inscribe en un conjunto de otros textos en los cuales el filósofo español se permite opinar sobre nuestra realidad nacional.  De esto, es que lo que permanece es  la capacidad de  rebeldía, la búsqueda de ese horizonte de identidad que no logra plasmarse. También nos caracteriza la renuncia a los sueños cuando estos  no pueden forzar la estructura que determina nuestros comportamientos sociales, y que se origina en muchos de los rasgos del argentino que señala Ortega. 

S - Sería interesante que podamos dar cuenta del contexto en el que Ortega y Gasset escribe. ¿Qué realidad argentina se encuentra analizando? ¿Cuáles eran los derroteros del país, que lo podrán haber hecho pensar como imprescindible, el hecho de escribirle a la juventud argentina?

Ortega y Gasset vivió en su primer viaje a la Argentina la fuerza e inteligencias de los que fueron luego  líderes de la reforma del 18 y otros destacados intelectuales del país, en su búsqueda de rupturas de dogmas y el mejor funcionamiento de las instituciones, pero en su segundo viaje observa que toda esa energía puesta al servicio del cambio se opacaba dentro  de las normas y valores  que habían pretendido  quebrar.  Dicho de otra manera  siempre estábamos  y estamos en la fase de promesa.

En esta carta, según mis fuentes, probablemente destinada a Homero M. Guglielmini (uno de los editores de la revista Inicial. Revista de la nueva generación), el filósofo expresa su desconfianza hacia la nueva generación de jóvenes intelectuales argentinos. El motivo, tal como lo expresa con claridad, es que observa una gran “fuerza vital” al mismo tiempo que se muestra poca “precisión” y “disciplina” en su pensamiento. Para  Ortega, el rigor es esencial en la labor intelectual y esto exige despojarse de los preconceptos, lo que de por sí exige mucha valentía.

En síntesis  aún hoy esa capacidad creativa que nos caracteriza, se ve opacada porque el rigor se oscurece por la necesidad de abroquelarse  dentro  de una eventual corriente de pensamiento que se supone es la verdad.  Y el tema es que no hay una verdad; hay una búsqueda de la misma en términos de construcción.  Mientras suceda esto, seguiremos siendo una sociedad de la esperanza.  Estamos siempre ante la disyuntiva del cómo transformar las instituciones que enmarcan una cultura que no nos permite  salir del círculo vicioso que va de la esperanza a la frustración. Por supuesto esto requiere de una exposición del significado de las luchas sociales, los problemas de hegemonías y la consiguiente falta de estabilidad de las políticas públicas.

Dicho de otra manera: Creo sinceramente que la juventud es una de las más preciadas fuentes  de cambio pero si no se entrelaza esa actitud con liderazgos que se atrevan a romper con paradigmas que nos someten al atraso en el concierto político, social y artístico, esa rebeldía se irá subsumiendo dentro de patrones institucionales conservadores. De esto que te digo, lo interesante de estudiar es el derrotero del Movimiento Reformista  tanto en sus momentos de Gloria como en los de debilidad. Por caso, Los líderes reformistas eran verdaderos contestatarios dentro de un orden dogmático, eran  libertarios en su concepción, pero no representaban al conjunto social.

S - Si continuamos con detenimiento indagando este escrito, nos encontramos con la precisión de algunos adjetivos calificativos otorgados por parte de filósofo, hacia la juventud argentina. Entre ellos, me gustaría volver la mirada sobre la “gente enfática”. ¿Qué podría usted analizar y agregar respecto al carácter enfático de la juventud argentina?
Este adjetivo que pongo en foco de análisis, se inscribe en el texto de referencia cuando  Ortega le dice al joven intelectual:
 Es imposible hacer nada importante en el mundo si no se reúne esta pareja de cualidades: fuerza y disciplina. La nueva generación goza de una espléndida dosis de fuerza vital, condición primera de toda empresa histórica, por eso espero en ella. Pero, a la vez, sospecho que carece por completo de disciplina interna –sin la cual la fuerza se desagrega y volatiliza– por eso desconfío de ella. No basta curiosidad para ir hacia las cosas, hace falta rigor mental para hacerse dueño de ellas. En las revistas y libros que me llegan desde la Argentina encuentro –respetando algunas excepciones– demasiado énfasis y poca precisión. ¿Cómo confiar en gente enfática?"

Entiendo que Ortega nos está diciendo, que nos falta objetividad, que preconizamos nuestras ideas como estandarte y no como búsqueda y que esto se debe en gran parte  a la no profundización del significado de los paradigmas que subyacen en los avances teóricos ,  Ortega rebela un profundo respeto por el pensamiento crítico, y tiene autoridad moral para plantearlo, porque previo a sus aportes sobre el sentido del ser como sujeto de transformación propia y social había profundizado en el pensamiento kantiano y neokantiano con absoluto rigor, rigor que le permitió  en su búsqueda  aportar ideas filosóficas innovadoras.

Dicho de otra manera, sólo podré cuestionar a partir del dominio del objeto  en cuestión, sino el pensamiento tendrá un carácter superficial, aunque contenga algunas ideas interesantes.  En ese sentido me parece que en el desarrollo de las ciencias duras nuestro país  se ha afianzado en el rigor del estudio y de ello que  nuestros investigadores se destacan en la medida que tienen los recursos mínimos necesarios.  Por supuesto en este tema también habría que hablar de políticas que alienten o no la labor científica que    garantías de seriedad.

Ahora, si la pregunta es si este carácter riguroso comprende a todo el sistema universitario, mi impresión , -que no pretende ser general o abarcar todo el espectro,-  es que en el sistema estatal los estudios  exigen esfuerzos sistemáticos y de ello el éxito de los mejores o mejor  dicho de los más talentosos, pero  que  por el propio hecho de ser un sistema de masas y sin el paradigma del mérito como parte de su esencia , permite el egreso  de muy distintos niveles de preparación; su fuerte estriba en el proceso de instrucción  pero no logra y creo no se lo propone, cultivar en los educandos el pensamiento crítico ni  el enriquecimiento de la cultura de sus integrantes, o sea ni en valores ni pensamiento crítico, lo que pone a nuestro país en indefensión en términos de la conformación de las elites. Sobre todo en el campo de las instituciones y la acción política.

Existe una estructura y un modelo, que a mi juicio, hoy  los cambios significativos en el mundo, en materia de ciencia, tecnología y conformación de redes globales lleva al muere en no demasiado tiempo el sistema imperante fundamentalmente en lo organizativo y en los resabios positivistas. En mi opinión, hay que cambiar los modelos  de enseñanza, la propia estructura, el sistema de soportes y recuperar el sentido del mérito como paradigma universitario. Esto no sólo permitiría que la inclusión fuere más igualitaria, sino que la deserción no fuera tan significativa como lo es hoy.  Por cierto, estoy hablando de rescatar la cultura como fuente del  conocimiento fundado y no meramente tecnológico. Una preocupación fundamental en todos los líderes reformistas y especialmente en uno de sus mentores. Me refiero a José Ingenieros, tanto en su escrito sobre la universidad  de la cual cuestiona por sus comportamientos estancos, como en su obra “el Hombre mediocre”

A propósito de este tema te expongo  el pensamiento de  Edmun Phelps, nobel de economía,- declaraba que nuestro problema es que desde hace treinta años “estamos educando a la gente para que busque el empleo mejor pagado”. En cambio, lo que necesitamos son soñadores capaces de innovar y cambiar el statu quo social y económico. Incluyo el pensamiento del Nobel, no por la distinción del premio obtenido, sino porque en su invitación revela una profunda desazón por los sistemas  de educación que no incorporan la visión cultural. Esta misma visión, expresa el profesor español Juan Alfredo Obarrio, cuando nos habla como docente de derecho, de la importancia de leer. En “La colonia penitenciaria” y “El proceso” del escritor Checo Kafka, concretamente nos dice  ¿cómo espera llegar a ser un buen jurista si no es capaz de valorar el pensamiento jurídico que anida en una Literatura que es, por su propia naturaleza, un discurso provocativo, heterodoxo, comprometido, desafiante, un veneno que carece de antídoto?

Lo que nos dicen el economista  y el profesor de Derecho, se entronca con el sentido de misión que definía Ortega y Gasset:
                                                                                                                 “La Universidad tiene como prescripción dentro del orden social vigente:                                                                                                                                                      Educar personas que contribuyan a regular y enriquecer la vida pública, mediante la aplicación de la capacidad desarrollada en su ámbito a través de conductas signadas por valores y una clara comprensión del sistema de ideas vivas, que encarnan la cultura de su tiempo"

Cabe decir, que las limitaciones que se ponen evidencia en nuestra vida pública, parecerían señalar que esa misión no se estaría cumpliendo. Pero me permito observar que antes del referido concepto,  Los líderes del Movimiento Reformista nos planteaban los fundamentos de los estudios universitarios en el propio Manifiesto Liminar:
Según el Manifiesto Reformista, sus postulados  bregan por la razón de ser de la enseñanza superior que, en su concepto, es la búsqueda de la elevación intelectual y moral de sus educandos, aunado a la producción de conocimiento científico como un valor que se constituye en un bien social. Esto no implicaba solamente la transferencia de conocimientos en un sentido instrumental, sino más aún la apertura y simbiosis entre la Universidad (como universo del saber) y las aspiraciones legítimas y democráticas de una sociedad que lo demandaba.

Con este postulado, los ideólogos reformistas atribuían a la reflexión crítica, un valor sustancial en el ámbito universitario. En sus enunciados, la institución debe preceder todo intento de producción de conocimiento, si se quiere que éste contribuya a generar cambios en los modos en que los hombres producen la sociedad y su propia historia. Según los mismos pensadores, y en palabras de ellos, las transformaciones deben provenir desde arriba, porque el cambio se genera solamente en el plano de las ideas.

Si estos objetivos que a su vez son los fundamentos de su existencia no se cumplen: ¿qué nos queda?  La  fuerza y disciplina a la que se refería Ortega, me parece se vincula con la profundidad del conocimiento y el dominio apropiado para pensar por nosotros mismos pero también con la templanza y capacidad de hacerse cargo de su existencia y de la ética social. Si aceptamos que nuestras universidades son instituciones que instruyen pero que no nos ayudan a cultivar el intelecto y menos el espíritu, ese requerimiento es adoptado sólo por estudiantes excepcionales. Que por supuesto existen por la propia conformación (diversa) de nuestra sociedad desde los tiempos que Ortega nos visitaba.  Me gustaría señalar una frase de Deodoro Roca que siempre me impactó: “La servidumbre de la inteligencia”. ¿Qué nos quería decir? Que sin pensamiento propio, sin una visión fundada de lo que acontece, sin rigor  que exceda lo instructivo, el conocimiento adquirido puede rendir tributo a corrientes  que no se condicen  con la visión libertaria y cívica que buscaban como ejes de la acción de los líderes, que supuestamente debieran surgir de las aulas universitarias. Dicho de otra manera, no debiéramos confundir la misión de la universidad con la de un colegio técnico.

S - Eduardo: ¿podríamos pensar y leer entrelíneas en esta carta, una invitación a liderarse para liderar, como usted propone e impulsa en los trayectos formativos que lleva adelante?

Cuando hablamos de líderes, hablamos de sujetos con un profundo autoconocimiento, con un sentido de responsabilidad que los haga actores conscientes del significado de sus decisiones, y con capacidad de pensar y recrear  condiciones y situaciones que hacen a su bienestar pero insertos en el bien de la sociedad en la que actúan. Eso requiere de la disciplina y rigor que tanto le gustaba expresar a Ortega, para poder auto exigirse y exigir tal cual lo hacen los maestros sobresalientes. Para esto se requiere la trascendencia del espíritu que  se logra a través de la meditación y la reflexión. Reflexiones insertas  en la capacidad para asombrarse  y desde el asombro llegar a la duda que inquiere y enriquece. Si no lo hiciéramos, no estaríamos construyendo un futuro  basado en la razón y la cultura humanista, sino desde la ignorancia o la intolerancia, en suma la servidumbre de la inteligencia que he mencionado, tan temida por  Deodoro.

Entiendo, por lo que vengo argumentando, que no podemos prescindir de la forja de líderes muy claros en lo que respecta: la defensa de la libertad, la tolerancia y la dignidad. Principios que deberían inculcarse en todas las Universidades que pretendan ser coherentes con la misión Orteguiana.   Vale decir, trascender las modas y el consumismo, hoy viabilizado y expandido a través de las redes que nos conectan y revolucionan los sistemas de información, pero que  también nos ahogan.

En resumen Soledad, nos queda un largo camino de reformas en un mundo pleno de cambios imprevisibles y manifestaciones del cierre de uno de los ciclos de la expansión capitalista. Necesitamos líderes que nos persuadan y nos guíen por un camino que nos exige abandonar paradigmas y modelos propios del siglo XX, hoy  absolutamente inapropiados para esta etapa que la humanidad está transitando. De no entender esta realidad,  el futuro no será de esperanza. Como te darás cuenta, eso requiere fortaleza, valores firmes y templanza espiritual para no ser arrojados a un oportunismo  destructor
Desde esta perspectiva, considero que efectivamente la carta de Ortega: continua vigente.

S - Muchas gracias, Eduardo. Ojalá podamos volver a poner en cuestión este escrito más adelante, y descubrir al menos algunas pequeñas salidas de aquel círculo vicioso entre la esperanza y la frustración.


Comentarios

Entradas populares