HABLANDO DE LÍDERES - I

 HABLANDO DE LÍDERES

Por Eduardo Dalmasso. *

¡Comienza hoy mi columna sobre líderes, y porque no, de sus seguidores! A propósito de esta tarea, propongo que analicemos juntos esta expresión:

“Hubo una parte del periodismo que nos trataba de fracasados y nosotros siempre intentamos dar el máximo. Es muy difícil ganar un Mundial, una Copa América. Nos creemos que somos los mejores del mundo y hay que reconocer que no lo somos. Todas las selecciones compiten por lo mismo. Ni antes éramos los peores ni ahora que ganamos los mejores. Lo importante es dejar todo y si no se pudo, no se pudo. Cuando llegamos a la final del Mundial no se valoró”

Una expresión no muy común dentro de nuestra cultura exitista y por ello carente de profundidad reflexiva sobre la importancia del sacrificio en aras de metas valorables socialmente. He aquí un líder dentro de las canchas de futbol, que no dejándose llevar por el arrebato de la victoria, pone los puntos necesarios de mesura ante un triunfo que, por supuesto, nos dio alegría a la mayoría de los argentinos. Obviamente, hablo de Messi, quien declaró lo precedente al cierre de los festejos por el éxito de la selección en la Copa América. Apreciar estas palabras significaría que algo estamos aprendiendo y quizás comenzando a entender el largo camino que lleva desarrollar líderes auténticos, y por lo tanto creíbles. Líderes capaces de combatir la soberbia y sobre todo que entiendan y asuman qué significa ser responsables ante sus seguidores. Hacer lo imposible, y sin embargo no creérsela. No creo a esta altura de la historia que sean muchos los que sigan creyendo que nuestro país es rico y que por ello todo lo que nos sucede se debe al imperialismo o al capitalismo financiero. En algún momento la mayoría de la sociedad tomará conciencia que mucha de la irresponsabilidad de los dirigentes se debe a la falta de compromiso del conjunto sobre valores, que realmente permitan construir una nueva sociedad que salga de la decadencia perpetua que nos persigue desde hace muchísimos años.

Hablar de liderazgos genuinos no es un tema simple. El mejor ejemplo de esta dificultad me lo recordó una película dinamarquesa “ Otra Ronda”, en la que como trasfondo de los dramas existenciales de los personajes, uno de los protagonistas que recupera la alegría de dar clase acudiendo a métodos poco ortodoxos, ha ce una pregunta respecto a la elección de líderes, atento la personalidad de tres personajes que se describen de la siguiente manera: Uno de ellos, un señor muy educado que no toma alcohol, no consume carne, muy correcto con las mujeres y que ama los niños; de fuertes convicciones y trabajador incansable. El segundo personaje que describe el profesor, lo caracteriza como mujeriego, de mal carácter y poco formal en sus actividades públicas. Al tercero lo caracteriza su afición al alcohol, amigo de las siestas y capaz de tomarse una botella de champagne por noche, aparte de lo que consumía durante el día. Un personaje extravagante y provocador. Ante las alternativas de personalidad presentadas, casi el cien por ciento de los alumnos elige al primer personaje como el líder ideal para conducir un país o instituciones diversas. Esos alumnos quedan helados cuando el profesor les da los nombre de a quién correspondía la descripción de cada uno. El primero Hitler, líder carismático, generador de la segunda guerra mundial y la matanza de millones de judíos; el segundo Roosvelt, ganador de 4 elecciones presidenciales consecutivas, líder que abandona la ortodoxia en la lucha contra la depresión económica de la década del 30 y quien encabeza al mando aliado para derrotar al nazismo, y el tercero Churchil, el héroe de la resistencia británica contra el Nazismo y gran defensor de la democracia. Por supuesto, que los rasgos señalados por el profesor en algunos casos no son tan claros a como él lo expresa, pero sin embargo son lo suficientemente impactantes como para revelarnos que los estereotipos, más que desvelarnos la fibra de líderes, los ocultan y que desde la perspectiva señalada no se pude llegar a ninguna caracterización constructiva. Algo de esto sabía Nicolás Maquiavelo en su obra “El Príncipe”

Hablando de líderes, una de las cosas que me llama la atención , aunque no tanto, se refiere a lo poco que mencionan nuestros políticos a Mandela el líder sudafricano que abogó por la paz en su país sublimando rencores y odios. Para pensar!!

 *Dr. En Ciencia Política (UNC-CEA) Ensayista y Educador. Su último libro, 1918 Raíces y valores del movimiento reformista. Editor del Blog: Ideas Políticas y otros enfoques.

 

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