PRIMERO LIDERARSE, LUEGO LIDERAR
PRIMERO LIDERARSE, LUEGO LIDERAR
29 de noviembre de 2022
Por Eduardo Dalmasso
Muchas veces, nos olvidamos que un
liderazgo genuino nace del autoliderazgo.
Esto significa, que cuando profundizamos
nuestro autoconocimiento y de ello nuestros deseos más íntimos, sabemos lo que
realmente queremos y comenzamos a ser conscientes de cuánto de nuestras
conductas, obedecen a modelos mentales impregnados de la cultura familiar o del
ambiente en dónde recibimos nuestras primeras impresiones fuertes. Esto sin
duda nos proporciona márgenes de libertad e identidad suficiente para gobernar
nuestras vidas.
Pero la riqueza que depara el
autoconocimiento, no concluye en uno, ya que cuando uno está centrado
claramente sobre lo que se quiere, ocurre que como sujetos empezamos a generar
influencias positivas sobre los que están a nuestro alrededor. Es la influencia
que todos recibimos alguna vez, de aquellas personas que trasuntan tranquilidad
de espíritu y que manifiestan un goce de vivir tal, que por ese solo hecho nos
transmiten energías muy positivas.
Lo anterior también es una consecuencia de
la capacidad de diferenciar la búsqueda de logros como expresión de la propia
interioridad y no de la demanda de terceros, qué al sojuzgarnos por inducirnos
al éxito, nos hace perder el sentido de
la propia existencia. Vale decir, nuestro ego pierde autoestima y queda preso
del aplauso. Distinto es cuando el aplauso sucede sin que resignemos nuestro
camino hacia la auto realización.
Por lo general se habla de liderazgo, como un simple método de administración avanzada. En verdad es distinto de ello y equiparar y confundir los términos equivale a perder una distinción esencial y esto si se observa nos puede llevar al corazón del asunto. Dirigir es controlar en función de objetivos. Ser líder es ser liberador e inspirador de lo mejor de la gente sobre la que ejerce influencia.
El
tema es qué para inspirar liberación genuina, lo primero es liberarse de los
propios prejuicios y rigideces. Ocurre, que cuando realizamos un serio y real proceso de introspección, nos aparece una clara conciencia
sobre la propia complejidad humana. Llegado a ese nivel de conciencia la compasión surge por sí misma, primero
respecto a uno mismo, y luego hacia los otros porque ya estamos preparados para
entenderlos y aceptarlos más allá de las lógicas diferencias que pudieran
existir. Dicho de otra manera, cuando uno se acepta como persona falible e
imperfecta, comprender al otro surge espontáneamente.
Aunque parezca paradójico, tener el control de uno mismo significa estar fuera de control. Esto tomado en el sentido que podemos dejarnos fluir ante la incertidumbre, ya que los principios que emergen de lo que deseamos nos permite aceptar las dificultades con una entereza propia de quien conoce su destino y trabaja para ello. Estas personas son flexibles y fuertes. Las dificultades son tomadas como propias de la naturaleza y al superarlas crecen humanamente, por eso gozan de la vida. La pasión por lo que hacen se refleja en sus conductas. Estas reflejan siempre la actitud de aprender y desaprender, de ello que el pensamiento estratégico y la actitud hacia la reflexión crítica es su consecuencia y cimiento firme de su devenir.
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