POLÍTICA Y ECONOMÍA, ECONOMÍA Y POLÍTICA
Eduardo Dalmasso.*
POLÍTICA Y ECONOMIA. ECONOMIA Y POLITICA.
En sus nueve décimas partes la sabiduría consiste en ser sabio a tiempo
Máxima China
Discursos y Realidad
A partir del destructivo proceso militar del 76 y el fracaso político del Peronismo del 74, en nuestro país comienza a predominar un discurso económico que transforma en un absoluto al mercado. El discurso disidente del Dr. Alfonsín no resulta en la práctica coherente con las fuerzas económicas ni con la relación de fuerzas políticas. Su discurso es negado por el estancamiento y por los mecanismos de negociación que predominaron en las cámaras legislativas. La hiperinflación selló su destino. La Deuda externa le resultó inmanejable.
El discurso inicial del Dr. Menen es cambiado abruptamente por la confrontación del mercado. Abandona su neoperonismo y asume un discurso neoliberal ortodoxo. El Estado como herramienta política pierde totalmente el poder de administrar y enfrenta la crisis desde la perspectiva de un acuerdo implícito de los distintos sectores a partir de la ley de convertibilidad, la cesión de las empresas públicas, un incremento de la demanda sostenida por importantes inversiones extranjeras y un creciente endeudamiento externo. Dentro de este nuevo esquema, la estructura industrial y de ocupación sobrevivientes a las hiper se va cayendo paulatinamente. El Tequila no es valorado en su justa dimensión, el cambio de política de Brasil tampoco, mientras los precios relativos acentúan las distorsiones de una economía que, salvo en la Pampa Húmeda, en su conjunto se va a transformar en no competitiva. Lo político se reduce al clientelismo, agravando con su ineficiencia las dificultades objetivas de financiamiento en las Provincias.
Hoy está en claro que los intereses predominantes y el juego político impidieron realizar las modificaciones en tiempo y forma. Dentro de esa realidad, la Alianza no tuvo fuerza ni convicción para cuestionar el modelo, su bandera de la anticorrupción fue arriada en función de una práctica política acostumbrada a jugar con el poder por el poder mismo. Luego, lo que todos vivimos. Estalla el programa de convertibilidad.
Necesidad de debatir sobre la realidad
Nuestros partidos políticos mayoritarios en el 2002, al igual que en el 83 y 89-90, enfrentan desafíos de proporciones crecientes.
Es obvio que nuestras crisis son reiteradas y profundas. Creo, debemos reflexionar sobre el significado de los quiebres de nuestros pactos constitucionales. Primero el Liberal en el 30, luego el 43 que abre paso al movimiento Justicialista, luego el 55, 62, 66, 76. Todos estos con la fuerza militar. Después en el 89 y 90 por la hiperinflación, y hoy por causa de una quiebra financiera sin precedentes. Es obvio que nuestras dificultades no se reflejan bien en una mera discusión de política económica. Observemos que:
El proceso de sustitución de importaciones fuertemente debilitado durante el Proceso Militar y por la falta de crecimiento de la economía en la década del 80, es subvertido por una apertura total en menos de dos años, y en consecuencia un cambio aún más profundo en la distribución del ingreso. Las reformas neoliberales no modifican la falta de financiamiento genuino del aparato estatal ni detienen las oleadas de fuga de capital generadas por agudas percepciones de cada crisis a sobrevenir. Para peor, todos estos problemas carecen del debate adecuado en los ámbitos apropiados.
En el ámbito Universitario pocas veces se tratan estos temas con rigor, sin sectarismo y continuidad. En general, los investigadores que se preocupan de esta problemática, no poseen capacidad de diálogo con los diferentes sectores productivos y o políticos.
Los Partidos Políticos mayoritarios, fundamentalmente el Justicialista, a partir de sus fracasos y la brutal represión intelectual, son ganados por el discurso y la penetración de cuadros neoliberales. Las ideas divergentes y cualquier principio político, es considerado tabú. Esto produce que solamente el pragmatismo sea valorado como signo de inteligencia. Entonces, un caudillismo con diferentes matices predomina sobre cualquier proyecto. Lo anterior, paralelo a la penetración ideológica neoliberal en todo el arco empresarial.
Se da así la paradoja que Empresarios que necesitan al mercado interno incluso para facilitar su penetración externa o por su propia inserción social, apoyen políticos (inteligentes, sin duda) carentes de proyectos y políticas públicas en su mayoría sustentadas en instituciones de estudios con una visión monetarista poco apropiada para nuestra realidad. En ese juego, pocas empresas pueden intervenir como Banca.
La hegemonía del discurso único, ha significado de hecho la claudicación de la dirigencia política y un mayor debilitamiento de los sectores productivos.
El Discurso Único como antesala del Pragmatismo.
Podemos acordar en que nuestros partidos con real gravitación política en Argentina justificaron su existencia a partir de concebir la realidad y accionar para modificarla, en función de una ideología abarcativa y superadora del marco histórico precedente
Lo ideológico jugó un papel concreto en sus respectivas formaciones. Representaban a segmentos importantes de la población gracias a un discurso y a un liderazgo genuino. Creo esto fue lo que posibilitó su capacidad de movilización.
Lo que si, sus diferentes visiones y prácticas de confrontación no contribuyeron en nada para superar las contradicciones sociales y económicas. Fueron en general absolutamente contrapuestas hasta el estallido de fines de la década del 80 y principios del 90. Estas rígidas diferencias históricas explican en parte nuestros sucesivos fracasos.
Hoy, la situación de profunda crisis, los encuentra desguarnecidos y sin representación genuina. La causa, haberse desentendido de una concepción clara del papel del Estado en relación a temas tales como su financiamiento, su organización, las características del desarrollo económico, la realidad política y cultural de las diferentes regiones así como a su vinculación con el resto del mundo.
La realidad es que no generan Intelligentsia propia. Sus dirigentes piensan de prestado y, tal cual se experimenta, mal. Su unión fragmentada de hoy es bienvenida, pero es forzada por circunstancias extremas. Falta formular un proyecto y hacerlo viable.
En los últimos años el discurso único negaba toda posibilidad de disentir. Para qué debatir, si la convertibilidad y el mercado darían solución a todos los problemas. Cualquier dificultad se le atribuía y atribuye a la carencia de una buena administración fiscal.
Por supuesto que la Administración y Cultura Fiscal es un importante problema, pero, se trata solamente de un tema de mala administración o es algo mucho mas profundo?
Los representantes políticos que sostuvieron un discurso disidente, a causa de sus fracasos en la conducción del Estado, o por el tipo de práctica política, aparecen ante el resto de la sociedad, como incapaces de generar una correcta evaluación de la complejidad, y por lo tanto del significado y dificultades de cualquier curso de acción posible y viable.
No puede ser de otra manera. Los únicos equipos pensantes con gravitación en la vida política Argentina de los últimos 25 años han sido los sostenedores de las fórmulas neoliberales. Con variantes por cierto, pero solo variantes.
Es claro que, cuando lo ideológico se transforma en un mero recetario de proposiciones, o cuando la existencia de fuerzas y procesos económicos y políticos -internos o externos a nuestro país, pero siempre poderosos- son ignorados en su dinámica o simplificados por un pensamiento esquemático, lo ideológico se constituye en un cepo en donde la inteligencia, la sensibilidad y la imaginación creadora perecen.
Creo también, que el pragmatismo sucede sin solución de continuidad a la inexistencia de una Intelligentsia política propia. Se comienzan a considerar ciertas soluciones económicas como inevitables. Se analiza y actúa en función del aquí y ahora. Se pierde la voluntad de darle una dirección a procesos e intereses diversos que nos producen estallidos disolventes, cada vez mas suicidas. Entonces el pragmatismo, por esas carencias, inevitablemente actúa como puerta de entrada de la corrupción. Todo vale. No hay principios ni proyectos.
Desafíos:
Otra vez nos tenemos que replantear nuestra realidad en lo político, cultural y económico.
Nuestra sociedad tendrá que generar nuevos tipos de liderazgos y recuperar valores y principios éticos si pretende regenerar y vitalizar su cuerpo social. Al respecto nadie debería hacerse el distraído. Pero esto no alcanzará si no tomamos conciencia de que nuestra existencia como nación está jaqueada por intereses sumamente contradictorios. Incluso que nuestra propia concepción de organización geopolítica parece no sostenerse a la luz de nuestra experiencia histórica. Parece estar claro que la generación del 80 formuló un modelo que a partir de la crisis del 30 se ha vuelto absolutamente inestable. ¿Que hay que hacer?
La respuesta la deberán proponer líderes a emerger con la plena participación de la sociedad en su conjunto. La tarea es de una magnitud impensable hace apenas 40 años atrás.
*Profesor de Liderazgo y Estrategia. Universidad Nacional de Córdoba
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