CRISIS ECONÓMICAS Y REALIDADES DE EUROPA X


CRISIS ECONÓMICAS Y REALIDADES DE EUROPA
X
Por Eduardo Dalmasso

Las desigualdades y las emergentes diferencias políticas dentro del conglomerado Europeo, han puesto a prueba la solidez del proyecto, más aun con el controvertido Brexit, que incide en su futuro y ha arrojado a Gran Bretaña a un futuro incierto.

Europa ha sufrido la crisis del 2008, tan profundamente como el centro Imperial. Al respecto, en el informe del Consejo Económico Social de España (informe 3/2019),  se señala:

 “ (…) a pesar de las dificultades, la Unión Europea ha logrado superar la crisis económica más grave de las últimas décadas, hito de gran trascendencia si tenemos en cuenta que en el momento más álgido de aquella, año 2012, llegó incluso a plantearse la posibilidad de una ruptura o fragmentación de la Unión Económica y Monetaria (UEM)"

La propia oficina de comunicación de la principal autoridad de la Comisión Europea, comienza su informe (Publicado: 2016-11-08), citando el principal desafío  de la Unión:

 “(…) conseguir que Europa vuelva a crecer y aumentar el número de puestos de trabajo sin generar nueva deuda. Desde el inicio de la crisis económica y financiera mundial, la UE ha estado padeciendo las consecuencias de unos bajos niveles de inversión y una elevada tasa de desempleo”

Cabe decir que Europa está ante desafíos mayúsculos, no sólo externos sino internos, para consolidar un proyecto que le permita seguir gravitando en el concierto mundial con la debilidad de su proyección poblacional, los focos de resistencia a la migración y su atraso relativo en el desarrollo de la tecnología digital. Además, el ciclo económico tampoco le es suficientemente favorable para la cohesión interna; no obstante, estamos hablando de un coloso económico que, si logra afianzar su proyecto político respaldándose  en su visión de mercados abiertos, será uno de los principales articuladores del nuevo sistema de poder mundial. Por lo pronto, los acuerdos con Japón y Canadá van en ese camino; mientras que un tercero con el Merco Sur, todavía se encuentra en una fase muy incipiente, como para dar un pronóstico de viabilidad futura.

El Euro como expresión clave del proyecto Europeo

Un dato no menor, es el hecho que el Euro se asienta en el poderío económico de Alemania, y en menor grado de Francia. Ambos países, con un nivel de desarrollo relativo muy superior al resto de Europa, excepto  la economía Italiana.

En este marco, la pregunta básica es: ¿Cómo compiten el resto de los países y cómo se integran, si objetivamente no hay igualdad de condiciones, al menos en el corto plazo?   Vale decir que, al ser diferentes sus  productividades relativas -como lo expresamos en anterior escrito-,  el condicionamiento de una moneda única se constituye en un corset que plantea exigencias de políticas económicas, que afectan el empleo y el nivel de ingresos. La única excepción podría darse si se sostiene, con altos niveles de inversión y subsidios, la modernización del de capital productivo e infraestructura.

El problema es que la mantención de esa política, exige una tasa de crecimiento significativa o detraer recursos de las principales potencias del sistema. Y la salida de Gran Bretaña, no deja de debilitar el proceso. Por esto, no es casual  que la crisis del 2008 revelara que los dos países más poderosos de la UE, eran los principales acreedores de los más débiles, ya sea en forma directa de Estado a Estado o a través de la Banca.

De hecho, para el sostenimiento de la demanda se acudió a la liberación de los mercados financieros, atento a que se consideró (al igual que los poderes fácticos de la potencia hegemónica) que la movilidad del capital financiero, facilitaría el predominio del Euro en beneficio de Europa, especialmente para Francia y Alemania. ¿Qué otra explicación puede haber  para  transformar al capital financiero en impulsor de la demanda, como atractor de capitales, afianzador de sectores estratégicos y el dominador de mercados extra comunitarios? 

A mediados de los 80´, en Francia con mayor énfasis que en Alemania (Fréderic Lordon- Adiós a la finanzas-Le Monde diplomatique),  se establece una fuerte política a favor de las privatizaciones y desgravación fiscal de movimientos  accionarios. Una  filosofía que se incorpora al Cónclave de  Lisboa, al punto que en el propio tratado constitutivo se prohíbe expresamente toda restricción al movimiento de capitales,  además de vetar subsidios estatales a empresas en crisis e instituirse el Banco Central Europeo.  Aparece entonces en este tratado, la impronta de los dos países líderes. Dentro de este marco, por supuesto que los países con mayor atraso relativo, acudieron al endeudamiento para sostener el gasto.

El Estado de bienestar y Reformas

Sobre la pregunta clave, de porqué estas medidas fueron avaladas e incluso auspiciadas por partidos definidos por su trayectoria y discursos como los de izquierda, nos cabe aventurar la siguiente respuesta: a pesar de la existencia de fases depresivas (sobre todo la de Alemania a fines de los 80), el proceso de las economías de Bienestar se revela como una situación en la que la amplia mayoría de la población goza de un alto nivel de vida. Ese alto nivel de vida, en los países de mayor desarrollo deviene de la fase ascendente de la dinámica económica, lo que implicó como característica institucional europea, que el estado cumpliera un rol de mediador social muy importante en la distribución del ingreso y en la generación de prestaciones sociales. Por ende, el discurso emergente se constituía como resultado de la alianza entre estados fuertes y corporaciones privadas. Dentro de ese modelo, la profundización del rol del Estado se estimó que implicaba una disminución de la eficiencia competitiva, un menor nivel de inversiones y, por lo tanto, la posibilidad de profundizar el paro, al menos en el corto plazo. Esto significaba, desde mi mirada, la ruptura del pacto implícito con las corporaciones, un malestar social creciente y el propio concepto de República. Esta situación hay que evaluarla dentro de la perspectiva de la confrontación ideológica vigente hasta los ochenta y la ralentización del crecimiento económico.

La crisis Europea según Bruno Latour (El gran retroceso- Seix Barral. 2017) se presenta en la siguiente tríada y su coyuntural metamorfosis:

“Europa se halla ante tres amenazas: el abandono a su suerte de los países que habían inventado la globalización; el cambio climático; y la obligación de dar cobijo a millones de migrantes y refugiados. Por otra parte, las tres son aspectos de una sola y misma metamorfosis: el suelo europeo ha cambiado de naturaleza, los europeos estamos todos migrando hacia territorios por redescubrir y reocupar”.



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