SABIDURÍA Y LIDERAZGO

 SABIDURÍA Y LIDERAZGO

04 de abril de 2022

Por Eduardo Dalmasso*

 

Comienzo estas reflexiones partiendo del aporte de tres destacados investigadores en el estudio de la condición humana. Sus conceptos abren el camino a lo que consideramos nutritivo para el ejercicio del liderazgo auténtico.

  • Vivian Clayton, una neuropsicóloga geriátrica de Oriunda, California, desarrolló en la década del 70´ una definición de la sabiduría. Lo hizo tras investigar en textos antiguos   su significado en función de la admiración por personajes ensalzados en los relatos; de esta manera, encontró que las mayorías de las personas descriptas como sabias eran tomadores de decisiones. Así que le pidió a un grupo de estudiantes de Derecho, profesores de Derecho y jueces retirados, que nombraran las características de una persona sabia, y de ello determinó que   la sabiduría consiste en tres componentes claves: conocimiento, reflexión y compasión.           
  • Mónica Ardel de la Universidad de la Florida, por su parte, nos dice que la sabiduría se caracteriza por una “reducción en el egocentrismo”La gente sabia trata de entender las situaciones desde múltiples perspectivas, y como resultado muestra tolerancia. Agrega que la sabiduría, es lo que puede ayudar a las personas a encontrar significado, alegría y aceptación en la vida.
  • Y Daniel Goleman, autor del célebre libro sobre Inteligencia Emocional, nos dice que una señal importante de la sabiduría es la de “generactividad”, un término utilizado por el psicólogo Erik Erikson. Generatividad significa dar, sin necesitar nada a cambio.

A partir de esos valiosos aportes podríamos decir que la sabiduría se vincula con la vida del líder cuando el crecimiento de estos está vinculado a una aceptación plena de lo que ellos van siendo en la vida, a partir de su autoconocimiento y el cultivo de la generosidad. Estas personas se insertan al mundo para, de alguna forma, servirlo y servirse, respondiendo a sus necesidades internas.                                                                                                                              

Esta correlación entre lo interno y lo externo se asienta en su plena conciencia respecto a porqué hace las cosas o produce hechos, que es lo que le da sentido a su existencia.  Estas personas manifiestan alegrías ante los pequeños logros y no se desesperan ante el fracaso, porque han aprendido a gestionar el ego y trascender la dualidad de los opuestos, por haber aprendido a ser comprensivos de la complejidad de la existencia. También por esto no aceptan estar sometidos por la fama o efímeras glorias que les impiden vivir con voluptuosidad la vida. 

El líder auténtico percibe una creciente confianza en que el mundo da muchísimas oportunidades, y por ello gestiona sus necesidades con amor, ya que la calma es la puerta de entrada de la imaginación y de las reflexiones que despiertan a los atávicos modelos mentales. De esto que a su dolor no lo refleja en sufrimiento sino en serenidad de espíritu; solo se ocupa de estar atento a la vida y a sus pensamientos, de evitar juicios insustanciales, de desarrollar el conocimiento y de practicar la compasión. En consecuencia, en estas personas las naturales frustraciones se transforman en fuente de aprendizajes y desaprendizajes. El futuro no es su problema, se ocupan de vivir plenamente el presente haciendo suya la máxima: “liderarse para liderar”.

 

*Dr. En Ciencia Política (UNC- CEA). Editor del Blog Miradas Políticas y otros enfoques. Profesor de posgrado en desarrollo de líderes y en Análisis Estratégico.

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