ESTRATEGIA Y ESTRATEGOS EN UN MUNDO INCIERTO (V)

 ESTRATEGIA Y ESTRATEGOS EN UN MUNDO INCIERTO (V)

Por Eduardo Dalmasso*

28 de julio de 2022

Reseña: hemos transitado: por nuestra concepción de Estrategia, hemos planteado que todo ente vivo se desenvuelve entre estados de orden y estados de desorden, entre conceptos tales como el de reflexividad y el de coeficiente del error, entre la estrategia y el liderazgo, entre el significado de la complejidad creciente, el valor del pensamiento crítico y el problema de la soberbia, entre otros puntos de tensión.

La debilidad de los modelos formales

Es por las razones anteriormente mencionadas, que venimos alentando un cuestionamiento a los modelos formales de pensamiento estratégico, dado que estos suponen en su mayoría propuestas cerradas y de concepción técnica que, si bien suelen presentarse como abiertas, juegan con una estrecha apertura hacia las variables emergentes. Dicho de otra manera, sus supuestos son débiles por estar estructurados en base a cuadros de situación predecibles. 

La cuestión radica en que resulta imposible deslindar o separar lo formal u “objetivo” porque, desde nuestra interpretación, las acciones de carácter estratégico no son en absoluto independientes   de   la   cultura y de características del que o los que conducen, y esto implica, como lo hemos adelantado, una interpretación subjetiva de la realidad, que genera por sí misma    decisiones de carácter reflexivo (Alfil – 29-03). De allí que las estrategias que se adopten no se corresponderán con un modelo tipo, supuestamente objetivo, sino con la visión y el carácter del que detente   el liderazgo.  En   consecuencia, sostenemos   que el estratega, si es bueno, es un apostador inteligente que afronta los riesgos sin dejar de medir las consecuencias de las posibles pérdidas, en un mundo naturalmente incierto. Al igual que un jugador experto, trata de conocer todas las cartas, pero no puede estar seguro por completo, ni de su jugada ni de los datos que está supone. Es por esto que, para hablar de sustentabilidad organizacional, es necesario abordar la realidad a partir de un mundo pleno de incertidumbre y de una dinámica vertiginosa de cambios; de ello las dificultades de precisar un modelo o herramientas de conducción estratégica   que   garanticen por sí solas, resultados a lo largo del tiempo. 

Partiendo de la premisa anterior, se torna esencial evaluar ante cada situación, no solo los recursos con los que se cuenta, sino también la fuerza de un conjunto de valores vigentes, dado que, si estos logran hacerse carne en el arte de la conducción   y en el conjunto de la organización, se acrecientan las posibilidades de sostener su existencia a largo plazo. De todos modos, esa posibilidad es prácticamente imposible de predecir, porque las organizaciones reales difieren en sumo grado de los modelos que denomino “de libros”. Podemos ubicarnos al respecto, identificando las diferencias de perspectivas que subyacen en un análisis previo a los acontecimientos. Por ejemplo: la situación de General Motor si la analizábamos en los años 70, la de Alemania en la Segunda Guerra o si lo hacíamos en los años 39 o 40, y la propia perspectiva de un país como Argentina, vista desde los años 20 del siglo pasado e incluso en los violentos 70. Incluso qué podemos decir entonces, de lo que nos muestra la suma de casos empresariales   consideradas "excelentes" en algún momento por la revista Fortune, cuya suerte posterior (precisada en números más que significativos), es por todos conocida.

Como corolario de lo anterior, surge la importancia de educar al líder en habilidades como estratega y conductor, antes que en las propias herramientas que hacen al conocimiento formal de los métodos de análisis estratégico. Las estrategias responden más a las pautas de personalidad del líder, que a aquello que surge de un análisis formal de una situación estructural y compleja. Podemos   comprender esta conceptualización cuando analizamos las diferencias de un líder a otro, dentro de un proceso de sucesión; y esto tanto para el mundo de la política como para el mundo de las organizaciones empresariales.

Lo creativo como fundamental

En suma, planteo que, como las decisiones (y sus consecuentes acciones para lograr objetivos) se desarrollan dentro de un   mundo impredecible, la estrategia responde más a un proceso creativo   que   a un modelo racional de optimización. Esta idea se sostiene en la creación como producto de la imaginación-energía- visión- carácter, a partir de un conjunto de recursos.

Por supuesto que las herramientas conceptuales también deben conocerse, comprendiendo sus fundamentos, y a partir de ellos, sus limitaciones en función de la dinámica creciente de la realidad.  Esto exige una imaginación que trasciende a cualquier modelo, dada la inherente simplificación de estos últimos. Las realidades (ya sea sociales, empresariales o científicas) nos colman de ejemplos de las pérdidas de valor de cualquiera de ellos. Sin embargo, indudablemente tenemos una tendencia a transformar en un ícono lo que aparece como exitoso, y nos cuesta salir de los desarrollos adoptados cuando estos representan en el imaginario o en la práctica del discurso, “lo erudito, lo inteligente, lo último”.

Respetamos lo que ha ocurrido, al tiempo que ignoramos lo que pudiera haber ocurrido. Arrojar luz sobre lo no visto tiene su coste en esfuerzos de observación y de reflexión crítica. Acordemos que en general no es nuestra práctica habitual. La aleatoriedad y la incertidumbre son abstracciones.

Esto nos lleva a revisar la problemática que nos puede significar tratar de crear y recrear una elaborada   inteligencia   sistémica dentro del campo organizativo del que se trate, tomar conciencia sobre la importancia de la sed respecto al destino personal y dar valor a la mística que sea capaz de atravesarla a partir de recursos (siempre escasos), que por cierto deberán ser empleados con eficacia y eficiencia. No hay otra opción; la acumulación de recursos, la experticia creciente y la voluntad de trascender se constituyen en lo que puede permitir sortear los avatares de la Diosa Fortuna, cuando está juega en contra, en términos de Nicolás Maquiavelo.

Ejemplo paradigmático

Cada crisis financiera ha estado acompañada de desarrollos matemáticos y estadísticos cada vez más sofisticados. Las   crisis financieras que culminaron en la catastrófica situación del 2008, aparte de producir pérdidas cuantiosas en el   sistema socio-económico, sirvieron para mostrar la inutilidad de los modelos econométricos, incluido el desarrollado por los merecedores del Nóbel.                                                                                                                       La crisis no fue predecible, fundamentalmente por la resistencia a aceptar la incapacidad de los modelos vigentes. Una ciega soberbia transitaba por los cenáculos. Pocos se animaron a   plantear en tiempo y forma el derrotero de la economía mundial. Esos pocos, en general poseedores de una vasta   cultura   fueron los únicos capaces de trascender los modelos vigentes.

A la vista está que tales ejemplos son solamente válidos en el mundo de las finanzas, pero simplemente les pido que observemos los súbitos cambios en los precios relativos, los impactos de los desarrollos tecnológicos y el valor de diferentes políticas para la obtención de resultados absolutamente diferentes, para tener a la mano otras situaciones que varían según quien interprete la realidad.  Lo anterior, analizado tanto a nivel micro como macroeconómico. Por eso es bueno que asimilemos estos conceptos a la luz de las consecuencias de la invasión de Rusia a Ucrania.

*Dr. En Ciencia Política. (UNC-CEA) Editor del Blog Miradas políticas y otros enfoques.

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