La realidad nos excede siempre
*por Eduardo Dalmasso
Lo que
nos cuesta entender
Un sector de
la sociedad no puede comprender porque su alineamiento político es derrotado,
por un emergente prácticamente desconocido y autoritario. 40 años de democracia y este resultado.
Ese sector se conforma por intelectuales de izquierda, agrupaciones populares e insertas en el aparato del Estado, importantes sectores que integran la vida universitaria, poblaciones del conurbano y de provincias con larga tradición autoritaria, parte del movimiento obrero organizado y de la pequeña clase media.
Un
conglomerado sostenido en la intervención de un Estado omnipresente, cuyas
políticas derivaron: en una pobreza brutal, la distorsión de precios relativos que impidió
cualquier nivel de racionalidad en las decisiones económicas y un nivel de incertidumbre
que afectó: el ahorro y la inversión productiva
necesaria para el crecimiento del empleo. Un proceso coronado, por un impuesto
inflacionario representativo de los límites de la acción del Estado.
No se
entendió, que el viento de cola que implicó la demanda de alimentos de China,
no era eterna. Los años de superación económica post la debacle del 2001-2002: no fueron aprovechados para recrear
las bases de una economía sustentable, sino como una fase dentro de un modelo
político que de hecho: desconoció las claves de un programa de acumulación de
capital concomitante a un equilibrio distributivo. Ya en el 2006 y 2007 aparece
un abandono progresivo de las políticas previas.
Todo ese
conjunto de intereses, no es independiente del tipo de representación política,
una representación exitista, amparada en una fraseología progresista que anclada en el corto plazo, esgrime banderas que los hechos y procesos contradicen.
Por supuesto: todos los sectores que aprovechaban dichas políticas constituían
y constituyen un entramado que defiende sus intereses asimilándolos a un
interés general que la realidad desmiente.
Cabe decir,
que se mezclan dentro de ese juego de obtención de beneficios, la estructura de
la CGT, intendencias del conurbano y gobiernos provinciales de característica
feudales, estructuras universitarias y científicas sostenidas inteligentemente
a partir de la bandera de los derechos humanos, organizaciones piqueteras
financiadas por el Estado, sectores de la cultura y de clase media financiadas
por subsidios cruzados y corporaciones empresarias. Interesante señalar: que en
sus fundamentos y accionar, se mezcla la ideología cristiana, con restos de la
ideología marxista y el pragmatismo propio de las corporaciones. Todo bajo un discurso misionero.
Demasiados
años de distorsiones
El bienestar
de Argentina sigue dependiendo de las exportaciones agropecuarias. La política
económica, siguió apuntalada en el modelo de sustitución de importaciones.
Modelo ya puesto en jaque en los setenta y vulnerado en profundidad, por las
políticas de Martinez de Hoz y del menemismo. De ello, que fracasa una cosecha
y todo el andamiaje económico se cae. Entonces: ¿En dónde o en qué se
manifiesta el progresismo? Quizás en la organización de los planes de ayuda, en
el desborde del empleo público, en las canonjías judiciales, en las políticas,
o en las moratorias previsionales que licúan los aportes de los trabajadores, o
quizás en un sistema fiscal infernal. Difícil usar el imperialismo como excusa.
Las
corrientes románticas
El fracaso
de la intelectualidad progresista, se manifiesta en su incapacidad de
comprender las fuerzas que vienen alineando hacia la autodestrucción social.
Incapaces de aceptar el fracaso del realismo socialista o de entender que la
doctrina de la iglesia es un cuerpo que hace a la vida recta, pero de ninguna
manera una guía para entender la complejidad de la economía y menos: las bases de un sistema basado en la
propiedad privada. Parte de esa intelectualidad es muy bien defendida por un
sistema populista qué al enaltecerlos, les oculta la realidad y qué al establecer
una relación dependiente, responden con un fanatismo impropio.
Hay cierto
pensamiento utópico que atento la experiencia de la historia, solo llevan al
totalitarismo.
Sobre el Gobierno
emergente
La realidad en estas instancias, nos desborda por derecha, una derecha también de corte populista que esgrime el concepto de libertad como sucedánea de la libertad de mercado. Su mirada es exclusivamente financiera y en su discurso y accionar desprecia importantes logros, de lo que yo vengo llamando la otra argentina. Más allá de nuestras críticas al copamiento de carácter demagógico de instituciones que hacen a la cultura y la ciencia, el reconocimiento internacional de nuestro acervo es unánime.
Esto quiere decir
que dentro de INCAA o el CONICET hay núcleos importantes que se han preservado
e incluso fortalecido en los últimos 20
años. Debilitar nuestra riqueza cultural
y nuestros desarrollos: en biotecnología, sofware, energía nuclear, cohetería ,biomedicina,
productos culturales y otros es renunciar a un futuro independiente. No menos
grave: una política exterior que en su incondicional adhesión a determinados
países, pone en riesgo, la seguridad y el desarrollo del país!
Pienso que aún
en situaciones críticas: el actuar sin límites agrava las inequidades y golpea muy
fuerte a una clase media en retirada, siendo que esta clase, es la que
proporciona una base común y un marco de referencia clave en el fortalecimiento
de la identidad nacional.
Ser un
emergente del repudio de mayorías a una práctica populista retardataria, no le
otorga el derecho de arrogarse el poder de destruir instituciones y quedar a la
merced de un sistema de mercado deformado e ineficiente. Su visión: rompe con todo vestigio constitucionalista.
Se trata de que
está en juego en nuestro futuro político: los valores a predominar.
*Dr. En
Ciencia Política (UNC-CEA)
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