GEORGE SOROS Y EL DESASOSIEGO DEL LIBERALISMO

 


Por Eduardo Dalmasso


El año pasado el financista y multimillonario húngaro George Soros conmovió a los me-dios académicos y financieros internacionales con un artículo que criticaba duramente la supuesta racionalidad absoluta del mercado.

La tesis principal se resume en cuestionar el laisser faire como pensamiento predominan-te en la aldea global. A la vez, entiende que su sacralización cuestiona el desarrollo de lo que llama la “sociedad abierta”, concepto que toma de su ex profesor, Karl Popper. Dice Soros: “Popper demostró que el fascismo y los regímenes comunistas tenían mucho en común, aun cuando uno representaba la extrema izquierda y el otro la extrema derecha, pues ambos descansaban en el poder del Estado para reprimir la libertad individual. Pop-per opone a estas ideologías totalitarias otra visión de la sociedad, que reconoce que na-die tiene un monopolio de la verdad, las personas poseen diferentes visiones e intereses y existe una necesidad de instituciones que les permiten vivir juntos en paz.

“sostengo que una sociedad abierta también puede ser amenazada desde la dirección opuesta por excesivo individualismo: mucha competencia y poca cooperación pueden causar iniquidades e inestabilidades intolerables”.

Para Soros tomar conciencia sobre el carácter inalcanzable de la verdad ofrece una mejor perspectiva para la libertad y prosperidad que negarlo. La verdad es un punto de llegada, no departida. Pero en esencia, la posición de este empresario multinacional, financista multimillonario, traduce en forma significativa la cultura reconocida como judeo-cristiana.

Su advertencia contra la soberbia de un supuesto conocimiento perfecto o valor trascen-dente de las teorías económicas prevalecientes es clara. Para él, la economía actual es un sistema conceptual ajustado, cuyas premisas no se aplican al mundo real. Para ejemplifi-car, hace un profundo análisis del comportamiento de los mercados financieros.

Por supuesto que Soros no desconoce que las estructuras reales no se corresponden exac-tamente con la caricatura de laissez faire, ni tampoco desconoce los avances de las cien-cias económicas a través del desarrollo probabilístico y de las expectativas racionales con lo que algunos detractores de su pensamiento han tratado de invalidar su llamado de aten-ción. Pero esto es de orden menor para su exposición, porque al demostrar como inviable el equilibrio automático en los mercados financieros, resta fuerza de predicción a todo el resto de la estructura teórica neoliberal.

Por otro lado, algo sumamente importante en su exposición es su denuncia respecto de la pérdida de valores morales. Recuerda que para Adam Smith y David Ricardo la relación entre una filosofía moral y la teoría económica constituía a la vez una necesidad y un he-cho de la realidad.

Si el único valor es el dinero, si la única meta posible es pensar en enriquecerse como idea sublime de la vida social, Soros, coincidiendo con Castoríades, y tantos otros pensa-dores, nos señala que en ese caso todo es válido. Dice al respecto:

“¿Es posible concebir que una sociedad pueda seguir funcionando y reproduciéndose so-bre esta única base?* Si es así, los funcionarios deberían pedir y acepta sobornos para hacer su trabajo, los jueces poner las decisiones de los tribunales en subasta pública, los docentes poner buenas notas a los niños cuyos padres les deslizaran un cheque y el resto proceder de la misma forma.... Castoríades nos dice: “Ya escribí sobre esto hace 15 años: hoy la única barrera para las gentes es el temor ala sanción penal”. Y agrega, “¿pero por qué pensar que los que administran esta sanción serían incorruptibles? ¿Quién vigilará a los que vigilan? La corrupción generalizada que se observa en el sistema político-económico contemporáneo no es periférica o anecdótica, se transformó en un rasgo es-tructural, sistémico de la sociedad en que vivimos...”.

¿Qué significa que este magnate escriba sobre estas cosas? Parece retomar la riqueza co-mo parte de una responsabilidad no excluyente ni independiente del devenir histórico. Casi renacentista en su forma de actuar, Soros responde a una personalidad compleja en su experiencia de vida y rica en su formación filosófica.

El compromiso democrático

Por lo menos, es significativo el camino que les está señalando a los propietarios del ca-pital y a nuestra propia clase empresaria. Indica una reflexión sobre las condiciones que sustentan la viabilidad a largo plazo de una economía capitalista fundada en el concepto de una sociedad abierta.

En otros términos, expone su visión del significado de lo que se denomina “el compromi-so democrático”. La contribución del empresario no debería limitarse a sus aportes en fundaciones de bien público. Es la propia búsqueda de un mejor devenir que englobe al conjunto de la ciudadanía lo que elevará su valor como protagonistas del desarrollo eco-nómico y social.

Pero la conformación de una clase capitalista pensante en relación al largo plazo no es espontáneo ni voluntarista. Es un tema propio de la construcción de una sociedad abierta como base del crecimiento individual y social.

Para nuestra sociedad, desprovista de un concepto claro de Estado, es fundamental re-construir lo público como concepto de servicio y asumir la falibilidad humana como par-te esencial de nuestra cultura. Esto ayudaría a destruir la soberbia que predomina cuando se ejerce la autoridad.

Esta soberbia siempre anuncia males mayores, ya que desconoce en los hechos el valor del otro o de los otros en cuanto existen y condicionan el propio futuro.

A partir de su formación, Soros nos recuerda que la ausencia de conocimiento perfecto determina que tanto el libre mercado como las regulaciones sean imperfectos, por lo que de ninguna manera las debilidades ciertas de las regulaciones públicas convierten a partir de ese hecho a los mercados no regulados en perfectos. En suma, se niega a sostener que los procesos son inevitables por ser éste un pensamiento demasiado banal y poco serio en términos de capacidad de reflexión y acción de las sociedades inteligentes. Por eso nos dice expresamente: “El principal mensaje que quiero dejar en claro es que la cooperación es tan parte del sistema como la competencia, y el eslogan de la sobrevivencia del más fuerte distorsiona esta verdad”.

Por supuesto, en todo este costado de la exposición de Soros está siempre subyacente la idea de justicia, que por su propia esencia se corresponde a grandes relatos. Hoy, lamentablemente, la aqueja una timidez universal.

Soros logra a través de si controvertido artículo lanzar una contestación irritante para to-dos los creyentes del fin de las ideologías. Desvaloriza el economicismo degradante y nos convoca nuevamente, ya desde la perspectiva democrática capitalista, a reflexionar sobre nuestros valores, tales como la libertad, solidaridad, progreso desde la visión humanista de la historia. Retoma una de las creaciones humanas más singulares: “Aquella que permite a la sociedad cuestionarse a sí misma como aspecto esencial de su crecimiento democrático”.

*George Soros y desasosiego del liberalismo / Publicado en la revista Alta Gerencia nro 52. (1998-Bs.As)

*Publicado en Discurso político, discurso económico. CONTRADANZAS. Centro de Estudios Avanzados. UNC y Ferreyra Editor.  Agosto 2004 (documento escrito a mediados de la década de los noventa).


 


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