TEORÍA DE LA DEPENDENCIA Y REALIDAD EN ARGENTINA
TEORÍA DE LA DEPENDENCIA Y REALIDAD EN ARGENTINA
“Muchos de los fenómenos políticos actuales pudieran ser comparados con lo que ocurrió, y sorprendió, en la larga crisis Europea de antes y después de Gran Guerra (1914-1918), concomitantes con un cambio de ciclo de expansión capitalista”
12 de Diciembre de 2018
Por Eduardo Dalmasso
La Teoría de la Dependencia trata,
por sus fundamentos e hipótesis, de demostrar la imposibilidad de lograr un
desarrollo autónomo de nuestros países, a quienes caracteriza como
dependientes. Este enunciado parte incluso del hecho de que los discursos dominantes
son generados en su mayoría por los medios que pertenecen a sectores afines al
poder económico y no sólo los de índole nacional. Para sus teóricos son una
demostración del sojuzgamiento que estos ejercen sobre la opinión pública y de
los cuales es prácticamente imposible liberarse.
El enfoque que predomina en el
Gobierno que sucede a la etapa Kirchnerista de Argentiname indujo a tratar este
tema. Para la izquierda, el proceso que lidera el presidente Macri está puesto
en crisis por los enunciados principales de Theotonio Dos Santos, intelectual
referente en el desarrollo de esta teoría, a partir de lo cual surgió en mí la
importancia de exponerla, de buscar una refutación fundada y también de
analizar su valor explicativo.
En mi interpretación esta teoría es
de carácter determinista y genérica al no distinguir situaciones e historias
particulares o la especificidad del mundo de redes, y de ello su debilidad; sin
embargo, es necesario considerarla porque, dentro de sus limitaciones, existen
aportes u observaciones importantes para discutir e implementar políticas que
sirvan a la sociedad en el proceso de lograr el camino de su independencia.
¿De
qué se trata esta teoría?
La Teoría de la Dependencia
desarrolla un análisis de carácter estructural (en el sentido de que la
dependencia no es solamente un fenómeno externo sino que se manifiesta también
en diferentes formas en la estructura interna -social, ideológica y
política)con énfasis sobre el proceso de dominación que sucede en los países
dependientes respecto a las metrópolis de mayor desarrollo capitalista, que a
partir de la post guerra se refiere fundamentalmente a los EE.UU como centro
imperial.
Es importante precisar el vínculo con
el país del norte porque el sistema de dominación toma características
diferentes a lo que fue, por ejemplo, la etapa de hegemonía británica, que
supuso o posibilitó requerimientos de modernización y cierto desarrollo del
mercado interno.
Esta teoría postula la imposibilidad
de desarrollo para los países que se caracterizan por su dependencia no sólo de
carácter estructural, en razón de la conformación y debilidades del proceso de
acumulación de capitales, sino también por la correspondencia que producen sus
expresiones ideológicas en la mayoría del conjunto social, expresiones que se
expresan y se alimentan por los medios; estos reflejan por acción u omisión que
el modelo a imitar es el del centro imperial. (El sueño americano) Ésta
referencia incluye a los gobiernos populistas cuando estos se rinden ante la
exégesis del consumo, al tomar este parámetro como el esencial de su gestión.
La teoría enfatiza la dominación
ideológica a partir de que sectores hegemónicos y subsectores de la pequeña
burguesía, beneficiados con parte de los excedentes que no se remiten a las
metrópolis, adoptan un discurso modernizante y a la vez esencialmente
conservador al no cuestionar los límites que dicho proceso infiere. Cabe
aclarar que estos procesos de carácter desigual se disimulan dentro del
circuito de intercambio a través del ocultamiento de los “fundamentals” para el
logro de un proceso de desarrollo sustentable.
En suma, para la teoría de la
dependencia, aún los discursos propios de las fases democráticas no nos
permiten ver los límites de los modelos que se adoptan. Para estos teóricos
carecen de sustentabilidad,ya que impiden, por su propia conformación en la
oferta de bienes, la acumulación de capital necesaria y una distribución de
ingresos inclusiva. Esta crítica se enfoca tanto a los modelos desarrollistas
como a los populistas, porque plantea una visión de carácter estructural.
Fernando Cardoso en su carácter de
sociólogo, antes de ser presidente de Brasil, enunciaba con mucha claridad su
visión respecto a los límites de la teoría del desarrollo:
“La teoría del desarrollo de manera
funcionalista planteaba el paso del subdesarrollo al desarrollo como un
continuo que solo estaba mediado por aplicaciones técnico instrumentales. La
teoría funcionalista de ninguna manera permitió conocer la especificidad
estructural del subdesarrollo, ni tampoco los móviles del cambio social”
Sin embargo, debemos considerar que
existen diferencias apreciables de un país a otro, respecto al significado que
se le otorga a la acción política, a las diferencias de los respectivos
procesos históricos nacionales y a la conformación de clases según los sectores
económicos que predominen. En suma, nos interesa rescatar aspectos relevantes
de la teoría de la dependencia por su utilidad para la definición de un
proyecto autónomo y sustentable. Pero nuestra visión es que determinadas particularidades,
por caso las propias de Argentina y la propia evolución del sistema mundial,
permiten diferentes grados de libertad para encauzar políticas coherentes en el
mediano y largo plazo. Resulta obvio, como se verá más adelante, que la
ideología puede negar el uso de estos márgenes que aludimos.
Hoy, ese grado de libertad se
facilita por la propia crisis del sistema capitalista del país central:
dificultades de crecimiento, distribución del ingreso regresiva,
manifestaciones políticas inesperadas de la derecha e incluso de cierto
carácter populista en el Centro, léase Macron, Trump, Salvini y otros que
marcarían un fin de ciclo.
Muchos de los fenómenos políticos
actuales pudieran ser comparados con lo que ocurrió, y sorprendió, en la larga
crisis Europea de antes y después de Gran Guerra (1914-1918), concomitantes con
un cambio de ciclo de expansión capitalista.
En el Imperio, años de predominancia
de los intereses de sus compañías transnacionales y del poder del sector
financiero, así como el significado regresivo del gasto imperial en sus fuerzas
armadas han derivado,para una parte importante de su población, en la necesidad
de apreciar con una mirada centrada hacia el interior del estado la manera de
cómo reencauzar su modelo de desarrollo. Lo reencaucen o no,el fenómeno se da
con gran desconcierto de sus clases hegemónicas, como lo refleja muy claramente
los medios de comunicación, sobre todo los de su Costa Este (Atlántica). Vale
decir, se trata de una estructura que necesita modificaciones de fondo dentro
de un proceso en espiral de cambios tecnológicos abismales, que si bien
preserva su rol de potencia mundial, también contribuye al deterioro de
importantes sectores de su economía. Esto la obliga a un cambio en las reglas
de juego dentro del intercambio mundial.
Por la serie de singularidades que se
observan en el coloso del Norte y las tensiones que se manifiestan dentro del
proyecto Europeo, apreciamos que al imperio como tal le aparece la necesidad de
cambiar el modelo de dominación dentro de un marco mundial en donde ya ha
emergido el coloso Chino y de otros agentes que por su desarrollo político y
económico relativo, no están dispuestos a someterse a las reglas de juego
propios de la post guerra. Vale decir: otros centros poderosos de acumulación
de capital y poder.
Esta realidad que observo, es la que
nos abre un campo de posibilidades para debatir y encauzar un proyecto de
desarrollo independiente y sustentable, lo que requerirá por cierto, otra
visión no sólo de la conducción política progresista, sino del conjunto de las
fuerzas productivas ligadas a la existencia de un Estado ordenado en términos
de las observancias democráticas y de la ley. El supuesto (fuerte) del que
parto es la necesidad de una conciencia común para superar el estancamiento y
enfrentamientos que caracteriza desde hace décadas la economía Argentina. A
partir de ello, un necesario proceso de metas. De hecho, esto requiere de un
pacto más específico que el modelo de la Moncloa y una mirada muy realista
sobre lo que acontezca en América Latina, sobre todo en Brasil.
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