HABLANDO DE LÍDERES VIII

HABLANDO DE LÍDERES VIII


Eduardo Dalmasso*

02 de Junio de 2022

¡A propósito de nuestra necesidad de líderes auténticos!

Para poder desarrollar un proceso de crecimiento personal como fundamento del ejercicio de un liderazgo auténtico, es necesario articular conceptos y aprendizajes que faciliten la transformación o la profundización de las condiciones de liderazgo. Sobre esto desarrollo una serie de reflexiones, que comparto a continuación.

Se trata, en suma, de comprender la importancia de una práctica coherente, del respeto por las personas, de una correcta gestión emocional y de cierta avidez por el conocimiento que requiere su rol en un ámbito determinado. De hecho, la condición de líder demanda muchos sacrificios y conciencia para entender que la misma se construye con hechos y gestos que otorgan una confianza, siempre precaria.

Algunas reflexiones

En toda acción se trasuntan los valores y los modelos mentales que las personas arrastran de su experiencia familiar, educativa y del inicio de su vida laboral. Un líder tiene que ser consciente de estos factores porque fundamentalmente inciden en sus conductas. Valores firmes y flexibilidad mental hacen a una mayor comprensión de la complejidad humana y social, además de inspirar confianza por virtud de la transparencia que manifiesta en sus conductas.

El peligro mayor de toda persona, y mucho peor en los líderes, es caer presos de un ego desmedido, porque esto lo conduce a la ceguera y a la soberbia; aunque muchas veces dentro de una apariencia de soberbia está la realidad de una baja autoestima. Cultivar el autoconocimiento y el amor por sí mismo con la debida humildad, se torna fundamental para afianzar la seguridad del líder, siempre y cuando este acepte sus debilidades como propias de la condición humana.

El líder debe ser consciente que no todo el universo que dirige estará completamente de acuerdo con sus decisiones, pero debe observar sin juzgar y aprender de las diferencias de esas minorías que disienten para buscar lo justo. Lo que el líder no puede perder es el respeto a su persona. (Maquiavelo Nicolás) Eso le implicará reconocer que pueden discutir o diferir con sus ideas y con los objetivos que exponga, pero no con su autoridad personal. La condición es la existencia de una visión y unos objetivos sumamente claros.

Un líder crece en la medida que escucha a sus seguidores y comprende tanto sus inquietudes como sus necesidades, además de aprender de ellos y ofrecer respeto por sus aportes; de otra forma, su comportamiento revelará manifestaciones de soberbia y tampoco comunicará con eficacia sus propias necesidades. Siempre deberá recordar ante las dificultades que se le irán presentando la complejidad del ser humano; y es por ello que deberá transformarse en un agudo observador de las manifestaciones de entusiasmo, responsabilidad y aprendizaje o desánimos  que manifiesten sus seguidores.

Si el líder ha aprendido a escuchar y a comunicar con claridad el rumbo y ha definido el rol de los integrantes, le será más fácil negociar bajo el concepto de ganar-ganar. Esto porque el líder auténtico no impone, salvo en situaciones críticas, sino que persuade, atento a los intereses propios y de los otros. Cuando el líder no negocia, impone, y al imponer pierde su condición de inspirador y motivador de lo mejor de su gente, para convertirse simplemente en Jefe o dictador. Por supuesto que hay situaciones en las que la comprensión del líder puede exceder a la del conjunto,  en ese caso,  contar con colaboradores  eficaces y muy respetados  que entiendan su línea de pensamiento será fundamental. Si esto no ocurriera se encontrará en una posición sumamente difícil.

El líder no puede ignorar la complejidad de lo que enfrenta en el plano de las decisiones y fundamentalmente en el de las conductas de los seres humanos que conduce y de su propia complejidad, ya que esto es lo que le permitirá desarrollar la actitud compasiva y la paciencia necesaria para sortear obstáculos inesperados, que siempre se presentan en la vida activa cuando se ejercen responsabilidades que trascienden lo individual. La paciencia y la firmeza en sus convicciones es clave en el desarrollo de su visión, bajo la condición de escucha permanente y de una clara comprensión de que los caminos pueden ser múltiples.

Cuando en el proceso de crecimiento del ejercicio del liderazgo se comprende que los logros son resultado de todos y no solamente de su inspiración, el líder aprende a establecer un contrato psicológico con cada uno de sus integrantes a partir de ese reconocimiento. Reconocimiento que también implica capacidad de ver cómo inciden sus modelos mentales en el éxito o el fracaso de lo que se propone o de lo que ya está en marcha. En esto, la elección de sus colaboradores directos es clave para sostener su rol de líder.

Un líder sin el cultivo del pensamiento crítico y sin una mirada sistémica, es un símil de un barco a la deriva. El ejercicio de permanentes reflexiones basadas en la búsqueda del conocimiento y de la verdad, pone al líder en la ventaja de observar, cuestionar, saber para qué y porqué toma sus decisiones; de otra manera, más allá del carisma, irá perdiendo la confianza de sus seguidores. Un líder auténtico busca siempre ampliar sus conocimientos y su cultura, a sabiendas de que enfrentará con un sinfín de problemas de cierta o mayor complejidad.

Cuando el líder en su camino logra tomar sus responsabilidades como un todo, atento que la vida es más (o mucho más) que la vida laboral, cualquiera sea el campo que se trate, toma conciencia de que el efímero paso por ella tiene un sentido de goce, no solo ante los grandes logros, sino también ante las pequeñas cosas y sucesos que pudieran acaecerle. Su mirada y ejercitación gozosa de la existencia le permitirá tomar los errores como factor de crecimiento y analizar las vicisitudes complicadas como parte del orden natural de la existencia. Se visualizará como un líder humano; es decir, de alguna manera, aun siendo apreciado como muy firme, comprenderá ese amor por la existencia propia y la de los otros.

Cada camino hacia el liderazgo es único, no existe ningún líder igual a otro, y de ello tampoco el ejercicio respecto al cómo conduce. Cada uno tiene talentos y particularidades que hacen a su personalidad y mirada del mundo. Identificar el propio camino es lo que fortalecerá la identidad   del líder como auténtico, y esto le afirmará la confianza necesaria para conducir desde una perspectiva que le fluya y no que se auto imponga; para lograrlo, su ejercicio de introspección es necesario, ya que le permitirá reconocer en profundidad sus fortalezas y debilidades. El líder auténtico no pierde de vista que su capacidad de reflexión crítica es clave, por lo que significa la complejidad humana y la de los contextos cada vez más difíciles de discernir.  ¡El cambio en esas condiciones es abismal!

Cuando termina, termina.

Sin embargo, dependiendo de los ciclos, del rol y del afianzamiento de sus colaboradores en diferentes perspectivas, siempre habrá un final de ciclo que se presentará con signos de crisis, en relación a sus logros, a la adhesión de las personas de mayor confianza, al cansancio de sus seguidores o a las propias indecisiones que pudieran sucederse ante situaciones difíciles. Ese es el punto en el que se pierde el rumbo. Situaciones que exigen una transformación muy fuerte, que quizás impliquen renunciar al modelo que forjó, prescindir de colaboradores y recomenzar, si sus convicciones lo motivan a no abandonar.  

*Dr. En Ciencia Política. (UNC_CEA)  Profesor de posgrado de  Liderazgo basado en valores y de Análisis Estratégico. Director de la Diplomatura basada en valores (Uncaus)  Su blog: Miradas Políticas y otros enfoques.                                                                                              

Comentarios

  1. Excelente! Qué bueno sería para todos interpelarnos e intentar reformularnos cuando sobre los hombros pesan responsabilidades!

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