ENSAYO SOBRE DEODORO ROCA - ¿Quién fue Deodoro Roca?
¿Quién fue Deodoro Roca?
Junio, 2018Por Prof. Doc. Eduardo Dalmasso
Cuando
construyó la casa de la
calle Rivera Indarte , la proveyó de sótanos seguros, que
duplicaban la planta, y dieron lugar a especulaciones de diversa índole, en
relación a las previsiones supuestamente tomadas.
Allá por 1889, Deodoro Nicolás Roca, padre de nuestro
Deodoro, se casó con Felisa Allende
y Arguello, en quien engendró algo así como dieciséis hijos.
Vivieron ocho varones y tres mujeres. Los varones todos, se destacaban en las
diferentes disciplinas adoptadas. Además, según el retrato de Sanguinetti, (…)
ninguno pasaba inadvertido. Algunos viajeros impenitentes, otros automovilistas
audaces y uno secretario del General Roca. Otros, colaboradores de Saúl Taborda
en la Plata o
exploradores de bellos lugares de la
Sierras de Córdoba. Hombres de mundo. Algunos de ellos con un
destino trágico. Una sola de las hermanas se casó con Agustín Garzón Agulla.
Deodoro Jaime era el cuarto. Todos los varones alumnos del Monserrat.
La
estirpe de los Allende es tanto o más ilustre. José Norberto- abuelo de Felisa
y en consecuencia bisabuelo del gran Deodoro – antípoda cívica de Santiago (Coronel godo y
empedernido, quien fue fusilado en cabeza de tigre), presidió la Primera Junta
provincial de Córdoba (1811-1812). Diez años más tarde, el 31 de Enero de 1821,
la sala de representantes sancionó el Reglamento Provisorio, obra suya y de
José Gregorio Baigorrí. Fue la primera Constitución de la provincia, que divide
los poderes, proclama los derechos humanos esenciales y establece el voto
universal. Y, aunque proclama la católica como religión del Estado, puede
alinearse en la órbita liberal de su época.
Por
su parte, José Norberto Allende fue
Rector de la Universidad
y alojó a San Martín en Saldán, cuando se sucedieron los acuerdos con
Pueyrredón para financiar la campaña libertadora. El 15 de junio de 1918,
mientras los retratos de los antiguos Rectores eran sometidos a un acto de fe, Deodoro
salvó el de su bisabuelo, que aún hoy conserva su familia. Un hecho digno de
mención, muy bien relatado por Sanguinetti (…) “Mientras Deodoro y sus huestes
en Mayo de 1918, derribaban al Rector Julio Deheza, aquél se enamoraba de la
hija de éste, María: la Maruca. Perseguía en ella un rastro del afecto materno
que le faltaba. Así se lo escribió. Se casaron el 18 de Diciembre de ese
terrible año. La historia que sigue, es digna de los Montescos y Capuletos,
sólo que bajo cielo cordobés.
Al
decir de Sanguinetti: escritor imponente, comparable a los mayores que produjo
su siglo, sabido es que Deodoro nunca afrontó la fatiga de escribir un libro.
Escapó siempre a lo formal y metódico, y se encendió Socráticamente en el
diálogo fecundo. Su deambular, sobre todo nocturno por las calles ciudadanas,
en compañías de amigos, oidores y contertulios (que eran en muchos casos altos
espíritus), se hicieron proverbiales. Así, acompañaba a Ortega Y Gasset hasta su
hotel, y luego el español retornaba hacia el estudio de Deodoro, que devolvía
la escolta hasta el hotel, y así era de nunca acabar. Lo mismo con su amigo
Héctor Caraffa, con quien por ejemplo compartían la lectura de D´Ors y con
otros miembros de la elite de Córdoba, del país o del mundo, si estos visitaban
su amada Córdoba.
Sucintamente
este era el Roca que escribió el Manifiesto Liminar, y que a Ezequiel Martínez
Estrada le provoca la pregunta siguiente, según Sanguinetti (2003: Pág. 9):
“Porque autores como Agustín Álvarez y Deodoro Roca permanecen inéditos
y desterrados de su patria: no tanto por su carácter intemperante y agresivo
cuanto porque no conservan, ni dentro de un párrafo, el tono estilístico de la
que “limpia, fija y da esplendor”
Sanguinetti
(2003: 9-10) haciendo referencia a la alocución de Martínez Estrada, nos dice
que en el caso de Deodoro hubo más que eso: hubo su condición de infractor y de
provinciano. Dos pecados que la ignorancia oficial no perdona.
Hoy aparece un rescate de su figura
e ideario, al menos en nuestra Universidad.
Muchísimos autores abordan la problemática de la Reforma, con mucho
interés y juicios varios; pero lo que nosotros pretendemos, es correlacionar la
proyección de sus discursos con su propia esencia y búsqueda. En este sentido,
la Reforma podría ser un accidente.
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