DEODORO ROCA, UN ESPEJO PARA LA JUVENTUD UNIVERSITARIA
Deodoro Roca, un espejo para la juventud universitaria
"Para él, la universidad se justificaba solamente como fuente generadora de una inteligencia social en permanente ebullición. Su fuerte influencia intelectual, no hay duda, puso su impronta en el movimiento que luego se reconoció como la Reforma Universitaria".
18 de Octubre de 2018
Por Dr. Eduardo Dalmasso
Escribí sobre Deodoro Roca como corolario de un trabajo de investigación, que dio lugar a mi tesis de Doctorado y posteriormente al libro: "1918, Raíces y valores del movimiento
reformista" editado por la Editorial de la UNC con motivo de la conmemoración de los 100 años de la Gesta Reformista.
Deodoro fue un personaje de una cultura universal y de un espíritu libertario, compenetrado del valor de la educación como cimiento de una sociedad progresista e igualitaria. Rescatar su ideario en aspectos fundamentales, es un aporte para concebir lo que significa el paso por la Universidad y el rol de esta en la vida social y política.
Una reflexión sobre la hora actual:
Bien, los alumnos leen a través de esa maravilla tecnológica, que es Internet. Es posible, pero no aparece claro, que esto les otorgue capacidad de reflexión, ni el vocabulario necesario para expandir y enriquecer su pensamiento. Y, sin vocabulario y con desconocimiento del pensamiento de figuras magistrales como la de Deodoro Roca, es muy difícil desarrollar el aprendizaje de valores señeros y más aún el pensamiento de propia creación. Se puede repetir, memorizar teorías, adquirir ciertas habilidades indispensables; pero aprender a pensar, creo, es otra cosa. Aprender a pensar sugiere enriquecer la imaginación y la perspectiva, evaluar lo que subyace y lo que significa, más allá de lo literal.
Esto implica que, en nuestra consideración, sin cultura humanista es muy difícil trascender lo individual o lo meramente técnico. De aquí la necesidad de rescatar algunas de las ideas señeras de Deodoro Roca que lega: "inteligencia social en ebullición" y "ni cargos ni prebendas".
Inteligencia social en ebullición
Para Deodoro Roca, la universidad se justificaba solamente como fuente generadora de una inteligencia social en permanente ebullición. Su fuerte influencia intelectual, no hay duda, puso su impronta en el movimiento posteriormente reconocido como la Reforma Universitaria.
El discurso universitario de Deodoro Roca revela una búsqueda de una sociedad crecientemente justa y cultivada. Ésta, en continuo perfeccionamiento, dentro de una concepción democrática que se entiende como ajena al predominio de las multitudes. De ello, que compartimos con Diego Tatián (en el prólogo de Escritos sobre la universidad, de Deodoro Roca) que en Roca el carácter libertario de su idea socialista se orienta hacia una comunidad de singularidades creadoras e irreductibles, hacia una afirmación del individuo, una desconfianza del Estado y una denuncia de la burocracia que inevitablemente arrastra. Su fuente épica, creemos, se visualiza en su cultura.
Deodoro piensa a la institución universitaria como fuente de transformaciones. Él exige de sus miembros que trasciendan sus intereses individuales. Es claro que no soporta a aquellos que sólo piensan en lo inmediato y propio. Expresa su terror por la mediocridad y, me parece, plantea la pérdida o carencia de valores como reflejo de una sociedad que deja de expresarse como solidaria y progresista.
Para su pensamiento, toda argumentación que no se funda en valores de solidaridad, libertad de pensamiento, respeto y osadía, ya sea científica o humanística, carece de sentido
universitario. De ello que rescata a los autodidactas como una forma de expresar su disconformismo con la academia. Visualiza a las burocracias como un espejo de lo que no
quiere.
Él, entonces, es un hombre muy joven, pero tan vehemente como esforzado pensador.
En el Manifiesto Liminar plantea con suma claridad que no acepta que la universidad sea solamente escuela de profesionales. “Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes”, dice.
En el espíritu de Deodoro aparece la necesidad de unir al pueblo con la educación. No concibe que pueda existir democracia sin un pueblo instruido y compenetrado en los valores que dieron origen a la nacionalidad. Por supuesto, Deodoro reivindica lo propio para expresar que el pensamiento no puede ser dependiente de corrientes extranjeras. Lo que es otra forma de decir que hay que pensar por sí mismo. O sea comprender y conocer la cultura universal, pero sin abandonar el espíritu crítico.
Deodoro enaltece la meritocracia, y por esa misma razón, creo, aborrece las diferencias que no sean por consecuencia del mérito, y esto lo expresa claramente en Universidad y el espíritu libre: “De ahí esa ignominia que separa, desde los primeros bancos de la escuela, a los hijos de los pobres de los hijos de los más ricos; de ahí esa prolija enseñanza unilateral y sólo calculada que se insinúa en la ramazón de las clases”.
Con la palabra apuntes, Deodoro sintetiza la mediocridad y la falta de autonomía intelectual
más la deshumanización de la relación estudiante-maestro. Sintetiza el estado que él visualiza en la universidad argentina: profesores y alumnos que repiten las preguntas y las respuestas preconcebidas.
Un aspecto clave del enunciado del Manifiesto es la correspondencia entre lo que da la universidad y el comportamiento de la sociedad. Recordemos: “Las universidades han llegado a ser así el fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la ciencia, frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático”.
Ni cargos ni prebendas
A mi entender, expresa, por convicción o porque necesita creer, la existencia de una juventud que no negocia cargos ni prebendas, que tampoco se esconde en populismos académicos, ni se disfraza de revolucionaria para compartir un hacer conservador.
Deodoro Roca cree en una juventud que se revela ante una situación de mediocridad que la
sumerge en el facilismo y también en la pérdida de valores fundamentales para la construcción social.
Por lo anterior, es que en el Manifiesto convoca a través de la siguiente afirmación a la rebelión de las conciencias: “La juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo, aún, de contaminarse. No se equivoca nunca en la elección de sus propios maestros. Ante los jóvenes no se hace mérito adulando o
comprando”.
Es conmovedora su apreciación pedagógica y de una profundidad notable, en la aseveración
respecto de que “ (...) la autoridad, en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: enseñando. Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y por consiguiente infecunda”.
No es casual que el Manifiesto comienza refiriéndose a la rotura de cadenas, cadenas que negaban el avance del siglo. Quién mejor que Deodoro para expresar esa necesidad: “Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo 20, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica".
Quizá, hoy Deodoro diría: estudiantes despertad del individualismo pragmático. El país, la
sociedad os requiere para infundir un nuevo espíritu libertario y de grandeza.
Por lo pronto nos dice a propósito de la universidad y el espíritu libre:“Nada más doloroso y
trágico, en la historia de la servidumbre, que la servidumbre de la inteligencia, la servidumbre de la cultura, de la profesionalidad de la cultura”.
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