EL LIDERAZGO EN UN MUNDO DE REDES - Parte 5: ¿Y la respuesta educativa?
¿Y la respuesta educativa?
03 de Octubre de 2018
Por Dr. Eduardo Dalmasso
En el marco de este “Mundo de redes” que venimos describiendo, es importante preguntarnos cuál es el lugar de la educación. Siguiendo a Zigmunt Bauman (Sociólogo, filósofo y ensayista polaco), la mejor educación tradicional se puede asimilar al diseño y funcionamiento de los primeros misiles. En el momento que estos misiles balísticos comienzan a moverse, su dirección y la distancia de su trayecto han sido ya decididas por la forma y por la cantidad de pólvora que tiene su armazón. Se puede calcular el lugar en que van a caer sin margen de error mínimo, y se puede elegir otro lugar cambiando la dirección del cañón o cambiando la dosis de pólvora. Estas cualidades de los misiles balísticos hacían de estos, armas ideales para utilizar en guerras de posición, cuando los objetivos que había que atacar permanecían inmóviles en sus trincheras o búnker, y los misiles eran los únicos cuerpos que se desplazaban.
Como un símil de la educación tradicional, que nos prepara fundamentalmente a través de la capacitación memorística y la resolución de problemas estructurados, resulta que las funciones que se pueden alcanzar están predeterminadas en relación a la calidad de dicho proceso. Cabe destacar que, aún en el mundo del siglo XX, cuando ese proceso no reúne características de exigencia, calidad y creatividad los resultados son muy pobres en términos de adaptación a la vida del trabajo. Como todos sabemos, las dificultades en la lectura y la interpretación de textos, aún en este mundo, significa quedar relegado a las tareas más marginales de la sociedad.
Cuando hablamos de las características de los primeros misiles, las cualidades que destacamos hacen de ellos armas inútiles, una vez que los objetivos no visibles para el artillero comiencen a moverse. Muy en particular, si estos objetivos se mueven a más velocidad de la que los misiles son capaces de alcanzar. Incluso, los misiles resultan aún más inútiles cuando los objetivos se mueven de forma errática, de un modo impredecible que desbarata los cálculos preliminares requeridos.
De esa situación, nos dice Bauman, surge que se hace necesario un misil moderno e inteligente, que pueda cambiar su curso en pleno vuelo, en función de las circunstancias actuales del vuelo. Que sea capaz de detectar al instante los movimientos del objetivo, y extraer de ellos toda la información que necesite saber sobre su dirección actualizada y su velocidad. Además resulta imprescindible que, partiendo de esta información recabada, el misil sepa extrapolar el lugar exacto en que se encuentren las dos trayectorias.
Está claro que, para el filósofo, estos misiles pueden tener que tomar cualquier derrotero y tendrían que tener la capacidad de reunir y procesar la información de forma inteligente y adaptativa. De esto surge que, la habilidad esencial de la nueva etapa es que los sujetos tengan suma habilidad y velocidad para aprender.
Entonces: sabemos en qué mundo nuevo y surrealista estamos insertos, incluso no podemos prever en qué pudiera derivar. Sabemos algo sobre lo que requieren las nuevas generaciones y lo que las empresas del nuevo mundo necesitan. Si lo que hemos venido argumentando es correcto, no cabría duda de la importancia extrema de una revolución del proceso educativo del subdesarrollo.
La pregunta es: ¿Cuánto nos falta y qué hacemos para cubrir la brecha?
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