EL PENSAMIENTO DE JOSÉ INGENIEROS ACERCA DEL IDEALISMO - PRIMERA PARTE
EL PENSAMIENTO DE JOSÉ INGENIEROS ACERCA DEL IDEALISMO
PRIMERA PARTE
“Todo
ideal es siempre relativo a una imperfecta realidad presente. No los hay
absolutos. Afirmarlo implicaría abjurar de su esencia misma, negando la
posibilidad infinita de la perfección”.
José
Ingenieros
Por Eduardo Dalmasso.*
06 de Octubre de 2020
Sus
Orígenes
Un dato interesante de José Ingenieros, sociólogo y filósofo que dejó huellas
imperecederas en el curso de nuestra
historia, es el hecho que era oriundo de Italia y no poseía linaje alguno
respecto de la sociedad en la que se
insertó con sus pensamientos y acciones.
Todo el prestigio logrado por él se basó
exclusivamente en el único recurso del que disponía, su capital simbólico. Vale
decir sus conocimientos y sus convicciones que se tradujeron en escritos que
marcaron su época. También es justo
explicitar que este Maestro de las Juventudes de América como lo definieron los
Reformistas del 18, en su trayectoria no dejó de tener claros oscuros que fueron
subsanados por su propia evolución científica y humana. De ello, que fuera considerado uno de los intelectuales de
izquierda más respetado dentro de América Latina.
Ricardo Falcón destaca
de este autor, su preocupación
permanente en plantear la cuestión de la relación entre los intelectuales y la
política ( “Los Intelectuales y la política en José Ingenieros” ). En su interpretación, Ingenieros fue uno de los
más destacados protagonistas de uno de los fenómenos político-sociales más
importantes de su época. Cabe decir, que
era un hombre osado: defiende la
revolución bolchevique (1917), cuando
hacerlo equivalía a ganarse el odio del establishment y fue, además,
uno de los fundadores de la Unión
Latino- Americana. Su obra mereció estudios biográficos de Sergio Bagú, Héctor Agosti y Aníbal Ponce.
Imaginación
y Experiencia
José Ingenieros (1877-1925) escribió un texto de repercusión continental: El Hombre Mediocre. (1913) Con ese texto rompe paradigmas con sus
planteos de carácter filosófico, un
ensayo que vuelca en su escritura fuerza
y agresividad. Expone su visión sobre la naturaleza humana y los destinos de la
sociedad, diseccionando las diferentes
capas sociales con singular intensidad. En definitiva: su obra gira
alrededor de la confrontación entre el
hombre mediocre y el idealista a partir
de las características morales que le
adjudica a ambos. De ello, mi propósito
de presentar algunas de sus principales
ideas en estos tiempos de confusión y retroceso social.
El mundo capitalista y la Argentina entraban en esos
períodos de incertidumbre en el que todo se pone en cuestión.
Ingenieros realiza una profesión de fe sobre el valor
de la experiencia. Sin embargo, establece una relación dialéctica entre la
experiencia y el uso de la imaginación. En su concepción de la evolución humana
toma como faro los ideales en permanente construcción, que para él constituyen
lo más excelso de la producción del pensamiento:
“No
es arriesgado pensar que en la ética venidera, florecerá un idealismo moral,
independiente de dogmas religiosos y apriorismos metafísicos, los ideales de
perfección, fundados en la experiencia social y evolutiva como ella misma,
constituirán la íntima trabazón de una doctrina de perfectibilidad indefinida,
propicia a todas las posibilidades de enaltecimiento humano” (…)
También, sus esperanzas y su fe
en las posibilidades de emerger de situaciones críticas y de gran confusión, se revelan con claridad en la siguiente expresión:
“Un
ideal no es una fórmula muerta, sino una hipótesis perfectible, para que sirva,
debe ser concebida así, actuante en función de la vida social que
incesantemente deviene. La imaginación, partiendo de la experiencia, anticipa
juicios acerca de futuros perfeccionamientos: Los ideales entre todas las
creencias, representan el resultado más amplio de la función de pensar”.
Ingenieros siente, piensa y expresa que la evolución
nos lleva a un perfeccionamiento de lo humano; que más allá de las
contingencias, el camino del devenir se define en superaciones de lo existente.
Interpreta que la imaginación es por consiguiente el faro que debe alumbrar el
devenir y que esa es tarea de minorías. Así planteado, pareciera que señala el
imperativo de lo intelectual.
El autor ratifica un concepto que, más allá de su
propia evolución, mantiene firme en sus convicciones intelectuales:
“Todo
ideal es siempre relativo a una imperfecta realidad presente. No los hay
absolutos. Afirmarlo implicaría abjurar de su esencia misma, negando la
posibilidad infinita de la perfección”.
Dentro de sus
razonamientos, se preocupa por destacar la univocidad dialéctica entre
experiencia e imaginación: “Es ceguera
oponer la imaginación de lo futuro a la experiencia de lo presente, el Ideal a
la verdad, como si conviniera apagar las luces del camino para no desviarse de
la meta; es falso, la imaginación y la experiencia van de la mano. Solas no
andan.”
Para el autor
de El Hombre Mediocre, el futuro será
consecuencia de los Idealistas capaces de generar nuevos rumbos:
“Sin ideales, sería inconcebible el progreso.
El culto del hombre práctico, limitado a las contingencias del presente,
importa un renunciamiento a toda imperfección (…) Todo porvenir ha sido una
creación de los hombres capaces de presentirlo, concretándolo en infinita
sucesión de ideales”. Idealismo y juventud van de la mano.
Como Ortega y
Gasset y otros maestros de los líderes del movimiento reformista, Ingenieros pone su esperanza en la juventud:
“Toda
juventud es inquieta. El impulso hacia lo mejor solo puede esperarse de ella:
jamás de los enmohecidos y seniles. Y solo es juventud la sana e iluminada, la
que mira al frente y no a la espalda; nunca los decrépitos de pocos años, prematuramente
domesticados por las supersticiones del pasado”
En relación a
lo anterior, conecta su visión sobre el valor del individualismo como expresión
de la afirmación de la personalidad capaz de crear:
“Por
eso todo idealista es una viviente afirmación del individualismo, aunque
persiga una quimera social; puede vivir para los demás, nunca de los demás. Su
independencia es una reacción hostil a todos los dogmáticos. (…)En las eras del
relajamiento, cuando está en su apogeo la mediocridad, los idealistas se
alinean contra los dogmatismos sociales, sea cual fuere el régimen dominante.
Algunas veces en nombre del romanticismo político, agitan un ideal democrático
y humano. Su amor a todos los que sufren es justo encono contra los que oprimen
su propia individualidad”.
Ya en estos párrafos queda muy en claro su identificación
con los valores de la reducida minoría del mérito. Así Ingenieros confirma el
papel directriz de la elite del talento, frente a una situación de cambios
dentro del panorama político que le
despiertan interrogantes y necesidad de respuestas (resultado de la Reforma Electoral
de 1912). No hay duda que su crítica se dirige al desenlace del Régimen que agoniza sin
imaginación y voluntad política:
“Cuando las miserias morales asolan a un país, culpa es de todos los que por falta
de cultura y de ideal no han sabido amarlo como patria: de todos los que
vivieron de ella sin trabajar para ella.”
Ingenieros cuando escribe el Hombre Mediocre ha
superado las concepciones deterministas de la historia y se aboca a realzar el
papel del ser humano, planteando en todo este escrito el valor de aquellos que
logran escapar al decurso de la historia para liderar nuevas concepciones que
permitan elevar el nivel material, intelectual y espiritual del pueblo.
*Dr. En Ciencia
Política (UNC-CEA) Ensayista y Educador. Su último libro, 1918 Raíces y valores
del movimiento reformista. Editor del Blog: Ideas Políticas y otros enfoques.
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