HABLANDO DE LÍDERES

 HABLANDO DE LÍDERES

Por Eduardo Dalmasso

La personalidad del líder

Un  tema  apasionante  es  poder caracterizar la personalidad de los líderes. Pero en ese cometido nos encontramos con que no es posible una única caracterización, cada líder refleja una relación con el mundo y para consigo mismo absolutamente diferente de otro cualquiera. 

En todo caso, desde mi experiencia, lo que he apreciado en los distintos casos es un gran despliegue de energía y una contracción increíble en lograr lo mejor de sus respectivos objetivos. Vale decir: Personas con una gran capacidad de escucha, observadores natos y   con un amplio dominio del campo de circunstancias. Hábiles negociadores, con manejo táctico. Sin embargo, el dominio estratégico varía de unos a otros.

 El líder forja ideas,   supera la mera adaptación, tiene capacidad de ver todo el cuadro situacional desde una perspectiva más rica   que  quien no  se ubica  en ese rol. Un líder va trazando  un  derrotero, aprende de las experiencias frustrantes y, sobre todo, profundiza el conocimiento  de las personas más allegadas o, por el contrario, de quienes pueden ser un obstáculo.

En el caso del liderazgo político, pero también en otros campos, conmueven, inspiran   y movilizan. El líder es el guía que logra despertar el entusiasmo y   lo mejor de sus seguidores en pro de un fin.

El líder no es un dios, es un hombre con todo lo que esto significa, también tiene debilidades y momentos de oscuridad.  Sin embargo, los más lúcidos   conforman   su staff con aquellos seguidores que soportarán esos altibajos y le ayudarán a recomponer su visión    y   comprensión   de   los factores que frenan, o pudieran frenar,  su marcha hacia los objetivos que se ha trazado. Cuando esto no sucede,  porque se rodea de aduladores, será muy probable que el líder pierda el rumbo.

Es un hombre dúctil, no débil, sabe  cuándo tiene que modificar políticas o procesos y, sobre todo, que es lo que hay que cambiar.  Su peor enemigo, la soberbia; cuando se llega a creer poderoso el proceso se desmorona, a veces silenciosamente.  El entusiasmo de sus seguidores decae y los antagonismos crecen.  Un líder sin energía y sin capacidad de resiliencia va al fracaso por más brillante que pudiera ser en los suyo.

Un líder no debiera    olvidar   que   solo controla una variedad de recursos.  Su habilidad es la de   incrementar   sus puntos   fuertes   y tratar que sus debilidades no sean ostensibles, aunque por cierto, estarán siempre en su persona e incluso proyectadas en la forma de resolver los  problemas.  El peligro mayor es,  que  acosado por las presiones y las urgencias,  termine  encerrado en su complaciente entorno.

A grandes rasgos, el cabecilla posee carisma y capacidad de persuasión, no teme sacrificar a otros y su ambición le permite sobreponerse  a los avatares, pero el centro de sus acciones es el mismo, se parece a un líder pero no lo es, los demás son instrumentos, no son parte de lo que se propone.  El líder desarrolla, o intenta desarrollar,  un proyecto del cual se transforma en un servidor, sus energías están centradas en lograr un objetivo con el que pretende alcanzar cambios significativos al servicio de una visión que servirá   para innovar o modificar una situación determinada. Las personas son importantes para él. No es un inventor, es un conductor.

Factores claves:

Podríamos sintetizar diciendo que la calidad de la conducción será consecuencia del resultado de la combinación de cinco componentes básicos en la vida del líder: Su personalidad, en dónde su fuerza y autoestima definen su capacidad de resiliencia. Su base cognitiva, o dicho de otra manera, su capacidad enraizada en el conocimiento científico y tecnológico; el control   de recursos necesarios para poder implementar las acciones que considere fundamentales; su experticia en el quehacer de que se trate, sedimentado por su experiencia y su capacidad de innovación. Por   último,   su   pasión y motivación para la acción.  Cabe decir que los cuatro recursos precedentes a este último se transforman en inocuos sin este factor clave para la superación de barreras   y   las   frustraciones propias de realidades complejas.                                                                        

Hablando de la Canciller Merkel de Alemania:

Inés Capdevilla, (La Nación), destaca que La supervivencia del euro, la crisis de los migrantes, el Brexit, la pandemia, las urgencias sacaron siempre lo mejor de la canciller: paciencia estratégica, capacidad de escuchar y comprender a todas las partes, habilidad para conciliar firmeza y tiempo para tomar una decisión, una vez que evaluó todas las variables. Muchas de esas crisis supusieron enormes dolores de cabeza para Merkel e, incluso, la enfrentaron a dilemas morales públicos y acuciantes. Sin embargo, en palabras del director de una institución de Educación Política:

“Merkel es un genio político. La parte de genio es que ella comprendió, desde muy temprano, que no había que enfrentar un tema hasta que no fuera urgente, que no había que gastar capital político en temas que no fueran calientes. La parte mala de eso es que todos dejamos entonces de hablar sobre el futuro. El país no está acostumbrado a discutir sobre el futuro”.

¿Se entiende? Nunca habrá un líder perfecto. Solo sabremos que   es   un   líder    auténtico si en sus acciones la identidad y transparencia se sobreponen a la mayoría de los escollos y, en algún   momento, pueda decir:  ¡¡a esto llegamos!!

 

*Dr. En Ciencia Política. (CEA-UNC). Editor del Blog Miradas políticas y otros enfoques.

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