ARGENTINA: BASES POLÍTICAS EN LA CONFORMACIÓN DEL ESTADO MODERNO 8VA PARTE B
ARGENTINA:
BASES
POLÍTICAS EN LA CONFORMACIÓN DEL ESTADO MODERNO
8VA PARTE
B
La Argentina dirigida por
la Oligarquía había logrado salir de la profunda crisis de los años 30´, hacia
una situación financiera holgada (Halperin Donghi-La larga agonía de la
Argentina Peronista). La neutralidad le había permitido sostener una situación
de intercambio favorable y un nivel de ocupación significativo, a través de
contradecir su filosofía de mercado. El pragmatismo predominó en sus decisiones,
basado en la misma lógica política que llevó adelante el Roquismo: “La política
es para ser definida por minorías y la voluntad del pueblo no cuenta”.
¡Los años del paraíso!
Como lo expresé en un
escrito anterior (Alfil Diario-19-11),
el Gobierno de Juan Perón tenía una meta: lograr una conciencia nacional
unificada, integrando a la sociedad dentro de un proyecto de realizaciones que
permitiera el desarrollo de una identidad común y sentido de pertenencia. Un segundo objetivo central, era fortalecer
la autonomía del país desarrollando una política exterior que integrara a los
principales países del Cono Sur y proyectara la influencia de Argentina dentro
de la política latinoamericana. Perón
tenía una visión y una voluntad de avanzar sobre ambos ejes estratégicos.
Partía de una posición ventajosa, lograda dentro de un modelo que se estaba
agotando y que toda la dirigencia se resistía a admitir.
Cuando se consideran las
críticas a su política de distribución del ingreso, es evidente que no se tiene
en cuenta que su objetivo fundamental era otro, como lo he destacado. Además,
los críticos se olvidan que toda política de inversiones en el corto plazo
significa sacrificios en el bienestar de los trabajadores. Por supuesto que en
el largo plazo esas políticas, si son bien aplicadas, redundan en beneficio de
la sociedad. Cabe aclarar que el progreso
de Argentina nunca se debió al ahorro interno, sino a un modelo de
desarrollo que se insertaba dentro de los requerimientos de Gran Bretaña. Las
altas tasas de inversión que predominaron en la etapa previa a la crisis del 30´
eran en un 90 % de origen externo. Pienso que esa práctica marcaría la cultura política de nuestro
país.
¡Visiones distintas!
Los oficiales del GOU, que
no compartían esta visión política, planteaban la necesidad de incrementar la
industria pesada como base de un desarrollo autosustentable, y no dejaban de
tener razón; pero el objetivo del proyecto que encarnó el líder era otro. La
realidad argentina, una sociedad aluvional en la que los trabajadores no fueron
considerados sujetos de ciudadanía, requería
del desarrollo de una política
nacionalista y popular y no una de sacrificios, porque esto, a juicio de
la conducción política, solo conduciría al crecimiento de la anarquía, la
influencia de la izquierda y, lo peor, negaría toda posibilidad de identidad
como factor de integración social.
Argentina no se
correspondía con la historia milenaria de otros pueblos, como sería en años
posteriores el caso de Corea, Taiwan, China o la del pueblo soviético cuyo
crecimiento económico implicó un largo y tremendo sacrificio bajo la égida de
Stalin. Tampoco las raíces del modelo instaurado por la generación del 80´
tenían similitudes con las de EEUU.
Estas circunstancias no son un tema menor para el análisis del camino
emprendido. Dentro de ese marco
sucedieron hechos que agravaron las perspectivas del desarrollo del país tal
cual fue concebido, ya que la destrucción de la economía británica obligó a una
reforma en el sistema de intercambio instaurado desde fines del siglo XIX, que
había hecho de Argentina el país más rico de América Latina. Por caso: la inconvertibilidad de los saldos monetarios
a favor de nuestro país, exigieron decisiones que posiblemente no fueran
prioritarias, ya que antes de ese hecho los saldos a favor se podían utilizar
libremente.
En el plano interno, dos
cosechas perdidas, con el impacto que ello supone para una economía basada en
las exportaciones agrícolas, dentro de un mundo diferente, dominado por los
vencedores reales de la Guerra. En relación a ese nuevo escenario, ocurre que
la expectativa muy arraigada en la dirección política de una posible guerra
frontal entre la Unión Soviética y los EEUU, no sucede; lo que quita la
posibilidad de repetir los resultados propios de los años bélicos.
Dos etapas muy diferentes
En los primeros tres años,
a través del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), se da de
hecho una política de traslación de ingresos del sector agro exportador a los
sectores de menores ingresos, intensificando el desarrollo de la industria
liviana como fuente de empleo; todo ello incrementando su capacidad de consumo
y también, de forma significativa, al acceso a la vivienda. La segunda
herramienta clave para la alineación y destino de los recursos financieros se
logra con la nacionalización de los depósitos bancarios. Ambas herramientas
disminuyen las posibilidades de confrontar al Gobierno desde la perspectiva del
establishment, ligado al modelo agro exportador.
En suma, coincidiendo en
este punto con Feinmann en “Estudios sobre el Peronismo”: “En el primer plan quinquenal lo que se propone es movilizar al pueblo”.
Así surgen todas las
reformas sociales y la consolidación de las conquistas gremiales, iniciadas en
la Gestión de la Secretaría de Trabajo con la que comienza Perón su relación
con la clase obrera. Un mundo desconocido había aflorado, la movilización
social se intensificó y los ingresos de los trabajadores alcanzaron
proporciones inéditas. Los derechos de la mujer implicaron un fortalecimiento
de la movilización popular. Este ciclo culmina con la reforma constitucional
del 49. Cabe decir que ya en ese año se
empiezan a avizorar los límites de una política de exacerbación del consumo; la
inflación aparece como el indicador de la necesidad de cambiar el modelo. No
obstante, como ocurre en todo proceso político impregnado de una mística y con
el apoyo de las mayorías, rever y modificar lo impulsado requiere de la
perspectiva situacional del líder y de su voluntad de modificar el rumbo, a
pesar de las lógicas oposiciones.
El 2do plan quinquenal
El segundo Plan
Quinquenal, expone una visión diferente, ya
esbozada con los recambios Ministeriales en el campo de la economía. Una
mirada más ortodoxa comienza a prevalecer. Es posible que la pérdida de dos cosechas,
49/50 y 51/52, hayan incidido en la reformulación del programa. El Pte. Perón
comienza a exponer la importancia de la productividad, de la contención del
gasto público, y la necesidad de que el pueblo entendiera y acompañara las medidas que permitirían la
sustentabilidad del crecimiento. Este segundo determinaba las siguientes
prioridades: 1.Siderurgia. 2. Metalurgia. 3. Aluminio. 4. Química. 5. Mecánica.
6. Eléctrica. 7. Construcción. 8. Forestal. 9. Textiles. 10. Alimentaria. Lo
más notable es el acercamiento del Gobierno hacia los EEUU. Otrora
vilipendiado, Perón hace esfuerzos múltiples por lograr el apoyo financiero del
Imperio y logra la ley necesaria para conseguir capitales extranjeros que
pudieran explotar el petróleo. (Alrededor del 20 % de las importaciones
correspondía al ítem de energía.) Lo que es interesante destacar, es la
resistencia de muchos de sus diputados en estar de acuerdo con la ley, y menos
con afianzar las relaciones con el Imperio. La oposición llegó a denunciar esta ley y el
posterior contrato con la California como entreguista. Perón, a esta
altura, había tomado debida nota de que el ahorro interno requería del
internacional, máxime la política de ingresos aún vigente. Por todo esto es interesante conocer que el
plan de austeridad y estabilización reportaría datos positivos: La inflación a partir de 1953 se reducirá de
manera significativa en forma paralela al crecimiento de la economía. (Relevamiento
Estadístico de la Economía Argentina-Banco de Análisis y Computación-1982).
Conclusiones
El
Perón de la última etapa preconizaba la importancia de la productividad, del
control del gasto público y el concepto de sustentabilidad con resultados
positivos en sus últimos años de Gobierno, sin perder por ello sus criterios
políticos de equidad social. Esta apreciación nos lleva a concordar con el profesor
Loris Zanatta, un estudioso italiano sumamente crítico de la ideología y praxis
del Peronismo:
“Hay que admitir que 1955, que sería el año de la caída de
Perón no se caracterizó en absoluto por ser una etapa de decadencia económica.
Al contrario, a su término dio como saldo un sostenido crecimiento con una
buena balanza comercial, una moderada tasa de inflación y una dinámica salarial
que en líneas generales pudo ser mantenida bajo control. Resulta acertado
afirmar que la economía tuvo poco o nada que ver en la crisis que acabaría con
su gobierno.” (Mariano A. Caucino. El Perón
que no miramos)
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Dr. en Ciencia Política (CEA-
UNC) Editor del Blog: Miradas Políticas y otros enfoques.
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