ARGENTINA: BASES POLÍTICAS EN LA CONFORMACIÓN DEL ESTADO MODERNO 8VA PARTE B

 ARGENTINA:

BASES POLÍTICAS EN LA CONFORMACIÓN DEL ESTADO MODERNO

8VA PARTE B

Por Eduardo Dalmasso*

La Argentina dirigida por la Oligarquía había logrado salir de la profunda crisis de los años 30´, hacia una situación financiera holgada (Halperin Donghi-La larga agonía de la Argentina Peronista). La neutralidad le había permitido sostener una situación de intercambio favorable y un nivel de ocupación significativo, a través de contradecir su filosofía de mercado. El pragmatismo predominó en sus decisiones, basado en la misma lógica política que llevó adelante el Roquismo: “La política es para ser definida por minorías y la voluntad del pueblo no cuenta”.

¡Los años del paraíso!

Como lo expresé en un escrito anterior (Alfil Diario-19-11),  el Gobierno de Juan Perón tenía una meta: lograr una conciencia nacional unificada, integrando a la sociedad dentro de un proyecto de realizaciones que permitiera el desarrollo de una identidad común y sentido de pertenencia.  Un segundo objetivo central, era fortalecer la autonomía del país desarrollando una política exterior que integrara a los principales países del Cono Sur y proyectara la influencia de Argentina dentro de la política latinoamericana.  Perón tenía una visión y una voluntad de avanzar sobre ambos ejes estratégicos. Partía de una posición ventajosa, lograda dentro de un modelo que se estaba agotando y que toda la dirigencia se resistía a admitir.

Cuando se consideran las críticas a su política de distribución del ingreso, es evidente que no se tiene en cuenta que su objetivo fundamental era otro, como lo he destacado. Además, los críticos se olvidan que toda política de inversiones en el corto plazo significa sacrificios en el bienestar de los trabajadores. Por supuesto que en el largo plazo esas políticas, si son bien aplicadas, redundan en beneficio de la sociedad. Cabe aclarar que el progreso  de Argentina nunca se debió al ahorro interno, sino a un modelo de desarrollo que se insertaba dentro de los requerimientos de Gran Bretaña. Las altas tasas de inversión que predominaron en la etapa previa a la crisis del 30´ eran en un 90 % de origen externo. Pienso que esa práctica   marcaría la cultura política de nuestro país.

¡Visiones distintas!

Los oficiales del GOU, que no compartían esta visión política, planteaban la necesidad de incrementar la industria pesada como base de un desarrollo autosustentable, y no dejaban de tener razón; pero el objetivo del proyecto que encarnó el líder era otro. La realidad argentina, una sociedad aluvional en la que los trabajadores no fueron considerados sujetos de ciudadanía, requería  del desarrollo de una política  nacionalista y popular y no una de sacrificios, porque esto, a juicio de la conducción política, solo conduciría al crecimiento de la anarquía, la influencia de la izquierda y, lo peor, negaría toda posibilidad de identidad como factor de integración social.

Argentina no se correspondía con la historia milenaria de otros pueblos, como sería en años posteriores el caso de Corea, Taiwan, China o la del pueblo soviético cuyo crecimiento económico implicó un largo y tremendo sacrificio bajo la égida de Stalin. Tampoco las raíces del modelo instaurado por la generación del 80´ tenían similitudes con las de EEUU.  Estas circunstancias no son un tema menor para el análisis del camino emprendido.  Dentro de ese marco sucedieron hechos que agravaron las perspectivas del desarrollo del país tal cual fue concebido, ya que la destrucción de la economía británica obligó a una reforma en el sistema de intercambio instaurado desde fines del siglo XIX, que había hecho de Argentina el país más rico de América Latina. Por caso:  la inconvertibilidad de los saldos monetarios a favor de nuestro país, exigieron decisiones que posiblemente no fueran prioritarias, ya que antes de ese hecho los saldos a favor se podían utilizar libremente.

En el plano interno, dos cosechas perdidas, con el impacto que ello supone para una economía basada en las exportaciones agrícolas, dentro de un mundo diferente, dominado por los vencedores reales de la Guerra. En relación a ese nuevo escenario, ocurre que la expectativa muy arraigada en la dirección política de una posible guerra frontal entre la Unión Soviética y los EEUU, no sucede; lo que quita la posibilidad de repetir los resultados propios de los años bélicos.

Dos etapas muy diferentes

En los primeros tres años, a través del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), se da de hecho una política de traslación de ingresos del sector agro exportador a los sectores de menores ingresos, intensificando el desarrollo de la industria liviana como fuente de empleo; todo ello incrementando su capacidad de consumo y también, de forma significativa, al acceso a la vivienda. La segunda herramienta clave para la alineación y destino de los recursos financieros se logra con la nacionalización de los depósitos bancarios. Ambas herramientas disminuyen las posibilidades de confrontar al Gobierno desde la perspectiva del establishment, ligado al modelo agro exportador.                                                                                                                                               

En suma, coincidiendo en este punto con Feinmann en “Estudios sobre el Peronismo”: “En el primer plan quinquenal lo que se propone es movilizar al pueblo”.

Así surgen todas las reformas sociales y la consolidación de las conquistas gremiales, iniciadas en la Gestión de la Secretaría de Trabajo con la que comienza Perón su relación con la clase obrera. Un mundo desconocido había aflorado, la movilización social se intensificó y los ingresos de los trabajadores alcanzaron proporciones inéditas. Los derechos de la mujer implicaron un fortalecimiento de la movilización popular. Este ciclo culmina con la reforma constitucional del 49.  Cabe decir que ya en ese año se empiezan a avizorar los límites de una política de exacerbación del consumo; la inflación aparece como el indicador de la necesidad de cambiar el modelo. No obstante, como ocurre en todo proceso político impregnado de una mística y con el apoyo de las mayorías, rever y modificar lo impulsado requiere de la perspectiva situacional del líder y de su voluntad de modificar el rumbo, a pesar de las lógicas oposiciones.

El 2do plan quinquenal

El segundo Plan Quinquenal, expone una visión diferente, ya   esbozada con los recambios Ministeriales en el campo de la economía. Una mirada más ortodoxa comienza a prevalecer. Es posible que la pérdida de dos cosechas, 49/50 y 51/52, hayan incidido en la reformulación del programa. El Pte. Perón comienza a exponer la importancia de la productividad, de la contención del gasto público, y la necesidad de que el pueblo entendiera y acompañara  las medidas que permitirían la sustentabilidad del crecimiento. Este segundo determinaba las siguientes prioridades: 1.Siderurgia. 2. Metalurgia. 3. Aluminio. 4. Química. 5. Mecánica. 6. Eléctrica. 7. Construcción. 8. Forestal. 9. Textiles. 10. Alimentaria. Lo más notable es el acercamiento del Gobierno hacia los EEUU. Otrora vilipendiado, Perón hace esfuerzos múltiples por lograr el apoyo financiero del Imperio y logra la ley necesaria para conseguir capitales extranjeros que pudieran explotar el petróleo. (Alrededor del 20 % de las importaciones correspondía al ítem de energía.) Lo que es interesante destacar, es la resistencia de muchos de sus diputados en estar de acuerdo con la ley, y menos con afianzar las relaciones con el Imperio.  La oposición llegó a denunciar esta ley y el posterior contrato con la California como entreguista. Perón, a esta altura, había tomado debida nota de que el ahorro interno requería del internacional, máxime la política de ingresos aún vigente.  Por todo esto es interesante conocer que el plan de austeridad y estabilización reportaría datos positivos:  La inflación a partir de 1953 se reducirá de manera significativa en forma paralela al crecimiento de la economía. (Relevamiento Estadístico de la Economía Argentina-Banco de Análisis y Computación-1982).

Conclusiones

El Perón de la última etapa preconizaba la importancia de la productividad, del control del gasto público y el concepto de sustentabilidad con resultados positivos en sus últimos años de Gobierno, sin perder por ello sus criterios políticos de equidad social. Esta apreciación nos lleva a concordar con el profesor Loris Zanatta, un estudioso italiano sumamente crítico de la ideología y praxis del Peronismo:

“Hay que admitir que 1955, que sería el año de la caída de Perón no se caracterizó en absoluto por ser una etapa de decadencia económica. Al contrario, a su término dio como saldo un sostenido crecimiento con una buena balanza comercial, una moderada tasa de inflación y una dinámica salarial que en líneas generales pudo ser mantenida bajo control. Resulta acertado afirmar que la economía tuvo poco o nada que ver en la crisis que acabaría con su gobierno.”  (Mariano A. Caucino. El Perón que no miramos)

·        Dr. en Ciencia Política (CEA- UNC) Editor del Blog: Miradas Políticas y otros enfoques.            

 

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