LÍDERES DE NUESTRO DESTINO - El liderazgo se define en los valores que prescriben las acciones

El hombre es, ante todo, un «sujeto valorante» y por lo tanto el tema central en una sociedad: es determinar los valores efectivos vigentes”
                                                                                                                          20 abril, 2018
                                                                                                             Por Eduardo Dalmasso*
                                                                                                 Prof. Doctor en Ciencia Política.
Liderazgo centrado en valores
Tenemos la íntima convicción que como seres humanos, siempre tenemos márgenes para el uso de nuestra libertad y que siempre podemos dilucidar lo correcto de lo incorrecto. Sin embargo no debiéramos olvidar: que nuestras emociones son poderosas y parte constitutivas de cualquier decisión. Esta imbricada relación dialéctica, muchas veces torna difícil discernir cuando la emoción debe predominar en nuestras percepciones y cuándo lo fundamental es administrarlas para que no entorpezcan el sentido de responsabilidad hacia uno mismo, pero especialmente hacia los otros.

Pero en un paso más, consideremos que toda acción es una respuesta a lo que consideramos valioso o importante, de ello que es necesario tomemos distancia reflexiva del significado que ese principio de elección tiene para nuestras vidas, en función que nuestra mirada del mundo (modelos mentales) aparece como elementos claves de nuestra interpretación de la vida social y de la propia relación con ella. Vale decir, la apreciación de incorrecto o correcto, no se libra del sesgo que los humanos incorporamos a partir de nuestra educación de lo que está bien o mal.

Resumiendo nos asentamos en un trípode que conjuga: el discernimiento, nuestros valores y las emociones. En este escrito nos detendremos en las dos primeras.

Reflexiones primeras
Si concordamos en la importancia del trípode aludido, nuestra responsabilidad exigiría comenzar a replantearnos: silos valores con los que decidimos nuestras acciones son conscientes y propios; si los valores que inculcamos tienden al respeto por el otro y por uno, como base de un mundo más nutritivo; si la forma que abordamos el conocimiento es el adecuado para el crecimiento de nuestras organizaciones sociales y de la humanidad. Dicho de otro modo: “a partir de algún nivel de conciencia, siempre podemos hacer algo, y es ahí donde los líderes, según los eduquemos y se autodesarrollen, pueden ayudar a dar el salto adelante adecuado”. (Dalmasso, Eduardo, 2012). En este punto surgen preguntas cruciales: como se educan nuestros líderes? en dónde se educan? que valores trasuntan? que significa lo espiritual en sus vidas?Está nuestra sociedad dispuesta a admitir un nuevo tipo deliderazgo?

Nuestra sociedad convulsionada por el subdesarrollo, la violencia y la corrupción, no debería soslayar esas preguntas cuya respuesta, creo nos involucra a todos. Se comprende de esta cuestión la importancia de liberarse del pensamiento colonial para desarrollar pensamientos originales, única forma de pensar con libertad y tener derecho a expresarlos. Erich Fromm, en su obra “El Miedo a la Libertad”, nos manifiesta: “El derecho de expresar nuestros pensamientos, sin embargo, tiene algún significado tan sólo si somos capaces de tener pensamientos propios”. (Fromm, Erich; 1941) Se deduce que la libertad es la capacidad de expresar algo propio o realizar actos significativos que promuevan un aprendizaje.
Podríamos decir que la educación que pretendemos para nuestros futuros líderes se refiere al desarrollo de hombres libres, solidarios, de profundas convicciones, pero claramente imbuidos de la falibilidad que nos caracteriza como seres humanos.
El punto es que: aún educados plenamente bajo los conceptos desarrollados u otros, ninguna persona será igual a otra. Porque cada uno constituye una individualidad compleja, genéticamente equivalente, pero de rasgos particulares. Esta será consecuencia de experiencias vividas, factores biológicos, el desarrollo psicológico y de la espiritualidad que le anime. De aquí deviene que las características del ejercicio del liderazgo dependerán de cómo confluyen estos factores en el desarrollo de las convicciones y en la capacidad no sólo de sortear sus propios obstáculos, sino en cómo puede guiar a otros a superar sus limitaciones.

Riesgos en el mundo actual
Cuando el liderazgo entra en ese terreno de conjuntos humanos y contextos de cambios dinámicos, e incluso alucinantes como ocurre en el mundo surrealista de hoy, ingresa en una mayor complejidad. Tal es el caso del mundo de redes interactivas y envolventes, columnas vertebrales de un mundo híper comunicado. De hecho, puede ocurrir una comunicación tan absoluta que ciegue o ensombrezca la realidad. De manera que todas nuestras decisiones parezcan libres y, sin embargo, no lo sean, por estar encuadradas dentro de una sutil red de dominación. Todas las decisiones, por bien intencionadas que sean, si no se percibe la sutileza con que el sistema de influencias y mandatos -en una red de retroalimentación múltiple- nos alinea, sus consecuencias será la de embarcarnos dentro de un modelo individualista, exitista y de consumo como valor supremo. Esto involucra un proceso creciente de alienación a favor de un mundo superficial. Incluso, se pueden lograr tasas de crecimiento de la economía en desmedro del concepto de desarrollo y sustentabilidad.

La realidad, como consecuencia de tanta comunicación banal, puede llegar a confundir al líder que no haya desarrollado la capacidad de interpretar los hechos y procesos dentro de un modelo de observación, análisis y estudio que exceda el aquí y ahora. O lo que llamamos la mirada de causa-efecto o el pensamiento lineal y limitado. Indudablemente, no es un tema menor.

El filósofo Byung –Chul Han, alude al sistema de control social imperante que se desarrolla a través de los saltos tecnológicos logrados y otros en desarrollo. Afirma que por sus características, es prácticamente invisible al nivel común de conciencia, a diferencia de los sistemas de control históricos (Chul Han, Byung; 2014). Esto porque, como lo señala el coreano, al principio se celebró la red digital como un medio de libertad ilimitada, pero esta ilusión caduca cuando se toma conciencia que esta libertad y comunicación desmedida se convierten en control y vigilancias totales. Observemos el significado del siguiente slogan de Acxiom -empresa americana de Big Data- que rescata Byung: “Le ofrecemos una visión de 360 grados sobre sus clientes”.

En palabras de Byung:
“Ciertamente, el panóptico digital posibilita una visión de 360 grados sobre sus reclusos. (…) La vigilancia digital es precisamente más eficiente porque es aperspectivista (Compara con anteriores modelos de control social). No tiene la limitación que es propia de la óptica analógica. La óptica digital posibilita la vigilancia desde todos los ángulos”. (Chul Han, Byung; 2014)

El filósofo produce un razonamiento comparativo respecto a los sistemas de control social que emergieron en fases históricas previas, muy bien expuestas por pensadores tales como Benthan o Foucault. Lo que nos interesa es destacar la importancia de la agudeza que pueda desarrollar el líder para poder distinguir la paja del trigo. El Big Data posibilita una forma de control muy eficiente, y toda esta información de ida y vuelta circula por las redes.

El principio de negatividad, que es constitutivo del estado vigilante de Orwell, cede ante la positividad. No se reprimen las necesidades, se las estimula. El modelo imperante, como ya adelantamos, no sólo deja las prohibiciones de lado sino que estimula la permisividad, la necesidad de consumir y la comunicación y el olvido del sí mismo. Sobre el efecto social directo, basta que recordemos su incidencia (reconocida) en las elecciones norteamericanas o en el Brexit.

Se trata de resguardar nuestro poder de elección y expresar lo propio. A partir de allí la importancia de que nuestras sociedades y organizaciones cuenten con líderes que permitan lograr los objetivos particulares pero que, a la vez, puedan vislumbrar la necesaria conciencia de no quedar sumergidos inconscientemente en la máquina de deformar la psiquis del hombre post moderno. Lo altera porque lo transforma en sujeto individualista que se desnuda ante el mundo, lo influye o lo determina en función de la presión de esa comunicación interactiva e irreflexiva, donde estamos con todo el mundo y a la vez no estamos con ninguno.

Sobre el rol de los valores vigentes y la figura del líder
Con facilidad es posible olvidar estas enseñanzas si ellas no están fuertemente arraigadas dentro de un proceso de fortalecimiento del espíritu, que nos anime en relación a la propia vida y al respeto por el otro. Las diferentes manifestaciones del poder -desde una pequeña organización a las funciones de Gobierno- pueden lograr que, ante las naturales dificultades, egoísmos y celos, el líder tienda a cerrarse y devolver o crear en su resguardo, lo mismo que detesta. Esto no es otra cosa que traicionarse y traicionar los ideales y la visión que lo impulsaron a la acción. Conducir, si es difícil hacerlo consigo mismo, desde ya es mucho más cuando se trata de guiar a otros. Esto no es un juego de simplemente ser bondadoso, sino que, con distintos niveles atentos a la complejidad, no deja de requerir una personalidad fuerte. Situación que implica: inteligencia, persistencia, frialdad para analizar situaciones y nunca rendirse ante las adversidades.

Desde nuestra concepción un buen líder es un muy buen maestro. Vocación que se forjará como tal cuando en su aprendizaje de vida, sin renunciar a su misión, asimile convivir con el hecho de que no todo tendrá explicación ni sentido, que no todo tendrá respuesta, que encontrará situaciones que no tienen lógica. Vale decir, que se enfrentará a cuestiones que no tienen razón aparente y él deberá contribuir a develar, pero también a aceptar cuando los objetivos se consideran más importantes que dilucidarlos. Se trata de moverse dentro de la condición humana.

Sobre lo expresado, Alejandro Korn (filósofo reformista decía):
“De este conflicto entre la libertad y la necesidad emerge un proceso permanente de desarrollo de la ciencia y la técnica para obtener poder sobre el mundo objetivo, y de autodominio ético del mundo subjetivo, para someter la necesidad a la libertad y alcanzar así el pleno desarrollo de las propia libertad, vinculando dinámicamente poder y querer (deseo).”
Podemos interpretar de este enunciado, que la libertad se experimenta y que la voluntad se torna fundamental para superar los obstáculos a la liberación y emancipación de la servidumbre. O sea siempre la lucha por ideales implicará una batalla contra la resistencia. Importante reconocer que en este proceso, ​ el hombre es, ante todo, un «sujeto valorante» y por lo tanto el tema central en una sociedad: es determinar los valores efectivos vigentes.
Sobre Argentina

​Quizás de forma intuitiva el común de la población percibe que la construcción social es un largo camino de aciertos y errores. En ese camino una indefinible mayoría, acepta que la democracia procedimental, le garantiza expresarse y evitar desmembramientos definitivos, entre “uno y los otros”. Sin embargo dentro de ese tortuoso camino, se aprecian diferencias fundamentales, y no sólo en la clase dirigente, sobre el sentido de república. Qué constituye una república, que garantiza la misma, que promueve, a quien incluye y a quien excluye?. Aparecen imaginarios diferentes, y no meramente de forma sobre el derrotero de la sociedad. Desde la visión de un estado providencial a la creencia de un estado mínimo. Dentro de ese camino, es justo reconocer que conformar una clase dirigente será fruto de un proceso que es posible se conforme, en la medida que la propia sociedad cambie. Ese cambio podrá visualizarse cuando en la gestión de Gobierno, surjan líderes que puedan recordarnos la apreciación del sociólogo Daniel Bell:
“El liderazgo es sentido del discernimiento. El discernimiento de lo que es oportuno y de cómo hacer las cosas”.- O sea, con capacidad de entender la complejidad, pero también entender las prioridades del corto plazo, y además, la necesidad de comunicar con convicción y sencillez sus porqué: de las medidas que tienen que ver con el futuro y las necesarias para el corto plazo.

Una anécdota: estando en Boston, ciudad de la costa este norteamericana, le pregunto a mi ocasional acompañante, -una psiquiatra cordobesa con muchos años en la misma,- cómo me podía caracterizar la construcción de una sociedad tan ordenada, limpia y además talentosa en el plano de la vida educativa del país. Simplemente me contestó: “Ves aquella persona que está trabajando en la plaza, Sí le contesto, bueno esa persona no piensa que el problema de la plaza es del Alcalde, el piensa que el problema de la plaza es de él. El es el responsable. Un tema de valores, indudablemente”.

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