TRILOGÍA DE LA REFORMA UNIVERSITARIA 3 - ¿A dónde va nuestra Universidad, a 100 años de la gesta reformista?
¿A dónde va nuestra Universidad,
a 100
años de la Gesta reformista?
La inteligencia
artificial puede tener un impacto en el aula mejorando la personalización del
trabajo de los profesores y de los estudiantes. La informática cognitiva
también se puede extender fuera del aula y al campus para mejorar el compromiso
de los estudiantes. (Michael King, 2017).
27 febrero, 2018-
Diario Alfil
Por Eduardo
Dalmasso*
El Dr. Hugo Juri nos habla sobre el
carácter conservador de la Universidad. Es el Rector que ha asociado a la
Universidad Nacional de Córdoba a la Universidad Buenos Aires, que la ha
incorporado a la plataforma de las tres universidades más importantes de los
EE.UU. y ha impulsado el sistema de créditos. Cabe preguntarnos entonces: ¿esto
es un principio o tendrá continuidad? En los albores de este surrealista Siglo
21, corresponde indagar hacia dónde camina nuestra Universidad, qué habría que
modificar. También es importante destacar la importancia de encausar su
accionar, a partir de los valores que movilizaron a los líderes de la Gesta
Reformista. Líderes que no prescribían el quehacer, pero señalaban los aspectos
fundamentales que hacen a la misión y al sentido de la vida universitaria.
Cuando de intereses se trata
Toda estructura va desarrollando
modelos de funcionamiento a lo largo del tiempo. Estas estructuras conllevan
una sumatoria de intereses que se defienden, a veces utilizando la fraseología
motivadora que tiende a preservar el status quo.
Los sectores conservadores de la
universidad pre reformista, hablaban de la necesidad de cambios. Cambios que,
indefectiblemente, respaldaran su control.
Sería interesante reflexionar sobre
los aspectos dogmáticos y las prácticas políticas y educativas, que quizás sean
un símil del modelo que los dirigentes estudiantiles lucharon por erradicar,
con el acompañamiento de la Asociación Córdoba libre.
La Universidad ha navegado por
carriles que no siempre han respondido a una proyección a futuro, sobretodo
luego de la dictadura militar. Y, cuando una Universidad instruye pero no
educa, es evidente que se desentiende de su misión.
Los reformistas nos dirían que esto,
conforma una práctica nefasta en la construcción de un orden social abierto al
aprendizaje e intolerante de las injusticias. En este contexto la reflexión se
vuelve un imperativo. Sólo a través de ella podremos entender un mundo que se
mueve al son de un sistema capitalista global. Sistema que, sin prevención,
desgarra la vida de los pueblos.
La esencia universitaria
El pensamiento crítico, atravesó las
prácticas de los líderes del 18. Sin embargo, es posible que éste haya primado
en los años posteriores a la revolución libertadora y hasta el golpe de estado
del 66; período en que la semilla popular aunada a una lúcida dirigencia,
contribuyera a la mejor época de la vida universitaria. La libertad y el
rescate de los valores del 18, fueron los pilares de esta enardecida existencia
de la Universidad.
La UBA fue un campo fértil de
creatividad y elitismo, pero nuestra Universidad estaba en la misma línea de
proyección. Se resistía a los profesores mediocres y al estudiante conformista.
Se desarrollaban concursos con reverencia y se sostenía la cátedra como recurso
legítimo. Los resabios del atraso también persistían, pero quedaban opacados
por la fuerza motriz del cambio. Este desarrollo duró poco, pero dejó la
convicción de que una universidad reformista es posible.
Ante la falta de adecuación a las
nuevas realidades, ciertos principios fundamentales del espíritu reformista se
fueron perdiendo. Las universidades públicas se transformaron en masivas con el
mismo sistema de funcionamiento que cuando su dimensión era menor. La práctica
política se enraizó en temas de poder y miradas parceladas, soslayando a un
segundo plano la revisión de la academia y la discusión de los valores
necesarios para contribuir a una sociedad más apegada al derecho y con claro
sentido de falibilidad.
El país busca el mayor número de
egresados posibles. Pero: ¿qué es lo que el Argentina necesita? ¿cuál es el
método para una genuina contribución al desarrollo integral del país?
En clave de mayor conciencia
La academia requiere reconstruirse,
en vistas de la masividad, para lograr que la igualdad de oportunidades no se
restringa al ingreso, sino a la continuidad del cursado. De no ser así, se despilfarran
recursos, se frustran expectativas de miles de jóvenes y se desaprovechan sus
talentos.
El libre acceso es un derecho incorporado
en nuestra cultura social. Sin embargo, deberíamos tener en claro que dicho
acceso, no detenta una posibilidad para los hijos de los trabajadores, ni
siquiera en aquellas universidades creadas en zonas populares. Sería importante
entonces, reconocer que ese principio resulta falso en los hechos.
Marcela Mollis nos dice que lo
institucional no alcanza para disimular que, en la práctica, estamos
desarrollando las características de una institución de carácter terciario en
la que los alumnos se nutren de apuntes para superar sus materias, con escasa
posibilidad de abordar sus estudios desde un pensamiento reflexivo y crítico.
Este proceder fue una bandera de dirigentes de la Universidad, que amándola, no
daban cuenta que subvertían su finalidad
y la hacían transitar hacia la mediocridad. Su paradigma consiste: es mejor que
estén en la universidad y no fuera de ella. Ese discurso, sólo hubiera tenido
valor si ante esta realidad se hubieran hecho los cambios necesarios para no
perder su esencia.
El Siglo 21 exige una mirada distinta
de los procesos de educación. Hoy los químicos necesitan saber muchísimo más
que antes de física, los abogados ya contarán a breve plazo con máquinas que
reducirán drásticamente la indagación y búsqueda de archivos, el sistema de justicia requerirá de una
transformación de procedimientos, ante la digitalización y el aprovechamiento
de Internet. Las ingenierías, estarán cada vez más asistidas por el software. Incluso
la construcción de matrices, obedece a nuevos campos del conocimiento
científico y tecnológico. Y la medicina, cada vez involucra más la asistencia
de la electrónica y el software.
Lo que es más grave, salvo intereses
corporativos a la defensiva, es que: lo que se aprende, al poco tiempo resulta
obsoleto. De allí, que el aprender a aprender debería ser la consigna
educativa.
Este nuevo mundo, nos exige definir
claros objetivos académicos y científicos de cara a la sociedad. Es necesario
contar con distintos tipos de mediciones para rendir cuentas; hábito que
nuestras universidades no tienen incorporado.
*Dr. en Ciencia Política
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