LÍDERES DE NUESTRO DESTINO - El proceso de educación de nuestros líderes

                                                                                    5 abril, 2018 - Diario Alfil

                                                                                    Por Dr. Prof. Eduardo Dalmasso *

A partir de las consideraciones realizadas sobre lo que define a la figura del líder y la importancia de su comportamiento ético si de guiar se trata, es fundamental nos adentremos en consideraciones necesarias respecto a la configuración de la educación del líder. Esto, con el propósito que ésta no sea ajena del mundo en que nos estamos insertando; nos referimos a una cosmovisión que debería guiar a las élites de nuestros pueblos y en especial a los que se forman en nuestras universidades.

El supuesto es que, si ésta no es adecuada, no hay rumbo posible. Es obvio que podemos bajar en las escalas múltiples del proceso de liderazgo necesario, y estas exigencias se reducirán, salvo en tres aspectos claves:
El dominio de campo, un profundo respeto por el otro y la capacidad de persuadir. Las tres son condiciones esenciales para su ejercicio.

Esto encierra conceptos referidos al pensamiento crítico, a los valores, al carácter y al equilibrio de los sentidos, aspectos ya señalados al hablar del concepto de educación en libertad.

Reflexionemos que las decisiones de carácter complejo, en un mundo donde lo común es lo incierto, pueden tener consecuencias inesperadas. De ello que los métodos de crecimiento del liderazgo personal y estratégico exigen estar atentos a los procesos, desviaciones y a los fenómenos imprevisibles o “Cisnes Negros” si adoptamos los conceptos de Nassin Taleb.

Esta capacidad implica prudencia, pero también audacia, si de lo que se trata es de romper con paradigmas retardatarios del desarrollo social de la comunidad que se trate.

La educación de líderes al nivel de maestros
Quizás, la mejor conceptualización de lo que debiéramos lograr como resultado del proceso de educación es lo que el pensador sistémico G.A. Swanson caracteriza como maestro, en su aporte al libro de Enrique Herrscher, bajo el título: “La Regla y la Excepción”. Swanson comenta que su pensamiento intelectual, y de carácter sistémico, fue fuertemente influido por un consejo de un líder que él consideraba muy experimentado. ¿Qué le dijo este líder?: “No alcanzarás la maestría hasta que sepas distinguir cuándo la excepción es mejor que la regla”.

Prosigue Swanson:
“La regla determina la civilización. La excepción -sea estocástica o por diseño- determina la historia. Pero la historia no necesariamente impulsa la civilización. El avance surge de la mejor excepción. La mejor excepción, nunca es independiente de la regla. Juntas forman una tensión, una dualidad, provocan un todo emergente mayor que ellas mismas”.

A partir de estos conceptos observa otros tres, claves para entender lo que deberíamos plantearnos como objetivo en la educación de líderes:

“Los aprendices están aprendiendo las reglas y desarrollando las habilidades para aplicarlas. Los oficiales expertos comprenden las reglas y saben aplicarlas. Los maestros intentan captar el todo y entienden por qué existen las reglas en su contexto. Los maestros son personas de fe: buscan lo emergente. La complejidad, la interacción entre las reglas, no llega por sí mismo a abarcar el todo”. (Herrscher, Enrique; 2003)

Swanson remata su argumentación expresando que los pensadores sistémicos son maestros, dado que intentan escudriñar un todo que no se agota en la complejidad pero que tampoco es independiente de ella. Dentro de su pensamiento, tanto en la regla como en la excepción, los líderes son producto de la acción humana, individual y colectiva.

Observaciones
La primera observación es que en el mundo de la academia no estamos formando maestros.

La segunda es que, comprensiblemente y acordando con Swanson, un líder es un maestro.

La tercera es que nuestros ámbitos educativos son renuentes a aceptar que estamos en una etapa de cambio de reglas. Es más, la evolución tecnológica está produciendo una profunda grieta entre maestros y estudiantes.

Sin embargo, tampoco el concepto de Swanson alcanza para definir lo que es un verdadero maestro. Esto sólo se logra cuando su auto exigencia, y requerimientos para el logro de los aprendizajes, se nutre de una actitud sumamente generosa y de la búsqueda y logro de la comprensión empática. Supone que su vocación, al igual que lo que solemos destacar de nuestros buenos maestros del aula, es la de estimular lo mejor de cada uno de los miembros de la organización en la que oficia de guía.

Consideraciones acerca de la necesaria rigurosidad
Ser riguroso, exige que la búsqueda de la verdad sea una guía clave en el accionar del líder, así como el tener conciencia de su precariedad. El tema del conocimiento como resultado de buscar la verdad y poner a prueba nuestros paradigmas, es una de las debilidades manifiestas del sistema educativo, sin abundar todavía en el efecto sesgado de la formación que se recibe, fundamentalmente dentro del sistema universitario. Deformación que establece las dificultades para superar en términos de Swanson, la calidad de aprendices o la caracterización de oficiales.

En ese camino, nos parece importante adoptar algunos conceptos de Karl Popper:
“El conocimiento es la búsqueda de la verdad; y es perfectamente posible que muchas de nuestras teorías sean de hecho verdaderas. Pero incluso si son verdaderas, nunca podemos saberlo con certeza”. (Popper Karl, 1994)

500 años a.C., Jenófanes expresaba:
“Pero por lo que respecta a la verdad certera, ningún hombre la ha conocido, ni la conocerá; ni acerca de los Dioses, ni tampoco de todas las cosas de las que hablo. E incluso si por azar alguien pronunciase: La verdad perfecta, él mismo no lo sabría, pues todo no es más que una tela tejida de conjeturas”.

El filósofo resume la posición de Jenófanes de la siguiente manera:
No existe criterio de verdad; aun cuando hayamos alcanzado la verdad, nunca podremos tener certeza de ello.

Existe un criterio racional de progreso en la búsqueda de la verdad, y por lo tanto un criterio de progreso científico.

Estas consideraciones son válidas para el entrenamiento de las actitudes que exige la responsabilidad del ejercicio del liderazgo. Vale decir: líderes con capacidad de examinar críticamente sus hipótesis, cuestionarlas en la búsqueda del error, bajo la esperanza o búsqueda de eliminarlos por tomar las decisiones adecuadas.

De lo anterior, la importancia de desarrollar en nuestros líderes:

  • La pasión por el desarrollo de su capacidad intelectual.
  • La modestia propia de quien sabe que ese camino le muestra la precariedad del conocimiento y la imposibilidad de sostener la certeza.
  • Responsabilidad social.
El líder ante la complejidad
Nuestros líderes para guiarnos, no pueden o no debieran ignorar la complejidad de un mundo que exige esa cosmovisión que hacíamos referencia:

Observemos que los problemas ecológicos trascienden fronteras, que los de orden municipal necesitan de los poderes políticos del entorno para su solución, que la búsqueda de la solución del problema de las drogas requiere de una mirada múltiple, que las complicaciones económicas o sociales están ligadas a la posibilidad de ser competitivos y que esta condición es dependiente de muchas variables. A la vez, en general, son de características dinámicas.

La capacidad de sobrevivir de una empresa o de desarrollarse, si hablamos de un país, depende de su grado de adaptación, de anticipación a los cambios cada vez con mayores efectos disruptivos y de efectos complejos; Tampoco esta preparación alcanza, si no se fundamenta en una clara y firme escala de valores. (solidaridad y actitud para el cambio)

Un mundo caótico que, por la vorágine y características, nos exige nuevas formas de aprendizajes. El estímulo de la creatividad debe ir asociado al pensamiento crítico, sin perder de vista que las decisiones en el proceso de liderar, no pueden desconocer los efectos en el conjunto, si realmente se busca preservar la identidad de un país o conjunto social. Decisiones que tienen que prever y responder al desafío que nos implica vivir inmersos en la etapa de una economía sacudida por un mundo tecnológico, científico, turbulento, peligroso, cambiante y globalizado. Porque todo está interconectado y lo que sucede en cualquier parte del planeta, de algún modo, llega a afectarnos; a partir de allí, la necesidad de nuevos procesos educativos. Y esto considero debiera ser centro del debate para la educación de las nuevas generaciones.

Revisión de nuestros modelos mentales
A esta realidad, nosotros y el sistema universitario en particular, seguimos respondiendo como si los acontecimientos y el propio conocimiento, fueran producto de un modelo cerrado, cuando de hecho asistimos a una ola de cambios sin precedentes. El concepto básico de suponer la vigencia del paradigma de que: Si tenemos determinadas condiciones hay consecuencias esperables, debiera ser observado con atención: Los argentinos sabemos por experiencia lo que significa ese paradigma, de tomar las condiciones como inalterables cuando no lo son, esto porque la vida social, política y económica nos muestra, día a día, que sus trayectorias se asemejan a la del concepto de caos. De hecho, esto nos exige una amplia y crítica mirada, que exceda el modelo mental al cual tendemos a someternos y que está configurado por el proceso educativo y cultural.

Situación que se supera a partir de la reflexión sobre las propias y universales experiencias vitales y también la capacidad de abarcar conocimientos y tendencias que vayan más allá de la formación como oficiales. (Swanson). En suma: curiosidad, indagación y espíritu de observación sobre lo emergente en el mundo.

Hoy, el impacto de la crisis de Facebook, las medidas del Gobierno de los EEUU, las consecuencias del Brexit, tecnologías imprevisibles, el crecimiento explosivo de la deuda externa, la crisis política de Brasil, la importancia de China, o las dificultades de inclusión de un sector importante de la población de Argentina, son algunas de las manifestaciones de lo que nos debería ocupar desde la perspectiva de nuestra educación.

La hipótesis subyacente de lo que venimos exponiendo es que:
“Debiéramos buscar nuevos caminos para la educación de nuestros futuros líderes: necesitamos dirigentes de actitudes éticas y solidarias, con una clara comprensión de la realidad y de lo emergente en el mundo, porque si no lo logramos esta situación planteará severos peligros para el devenir de nuestra sociedad”. Esto se refleja en el ámbito de las decisiones, acciones, hipótesis y la formulación de los objetivos prioritarios”.

                                                                                                  * Dr. en Ciencia Política

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