EMPERADOR ADRIANO. LÍDER Y ESTADISTA (4)

 

¿A qué aspiraba Adriano?


  “A cada uno su senda; y también su meta, su ambición si se quiere, su gusto más secreto y su más claro ideal. El mío estaba encerrado en la palabra belleza, tan difícil de definir a pesar de todas las evidencias de los sentidos y los ojos. Me sentía responsable de la belleza del mundo, quería que las ciudades fueran espléndidas, ventiladas, regadas por aguas limpias, pobladas por seres humanos cuyos cuerpos no se vieran estropeados por las marcas de la miseria o la servidumbre, ni por la hinchazón de una riqueza grosera; quería que los colegiales recitaran con voz justa las lecciones de un buen saber que las mujeres, en sus hogares, se moviera con dignidad maternal, con una calma llena de fuerza; que los jóvenes asistentes a los gimnasios no ignoraran los juegos ni las artes; que los huertos dieran los más hermosos frutos y los campos las cosechas más ricas. quería que, en un mundo bien ordenado, los filósofos tuvieran su lugar y también lo tuvieran los bailarines. Este ideal, modesto al fin y al cabo, podría llegar a cumplirse si los hombres pusieran a su servicio parte de la energía que gastan en trabajos estúpidos o feroces; una feliz oportunidad me ha permitido realizarlo parcialmente en este último cuarto de siglo”. (pag 74)

Su visión

Es interesante el esfuerzo de resumir la visión del líder que fue Adriano. Pienso en las palabras de belleza, orden, abundancia y paz, como síntesis de la misma. Una visión que se concreta a partir de su ambición de poder y las características de su personalidad. En esta, a través de sus acciones y sentimientos se conjugan los 5 factores claves que hacen a la fuerza del líder como estratega:

Su fortaleza interior y seguridad en sus convicciones para poder convivir con las naturales frustraciones.

Su pasión puesta al servicio de la concreción del plan de juegos y la superación de los obstáculos.

Su experticia o dominio de las habilidades necesarias para ser reconocido como guía hacia los objetivos.

Su dominio sobre el saber y las culturas a reconocer, para superar a sus enemigos y esclarecer las prioridades.

Sus recursos, necesarios para sostener las estrategias y alcanzar sus objetivos.


Humanitas, Felicitas, Libertas, son las palabras que Adriano utilizó para expresar su visión y que quedaron plasmadas muchas de las monedas del imperio y en las mentes de quienes lo conocieron o lo estudiaron.

Estoy convencido  de que la visión es una pieza fundamental en la articulación del liderarse a sí mismo con el liderazgo o influencia sobre terceros. De esta articulación y el desarrollo de la personalidad surge el estilo personal para su ejercicio.

Sin una visión claramente definida, no hay un punto en que concentrar las fuerzas y por ende estas se dispersan; consideramos que un líder debe desarrollar una serie de habilidades sin las cuales no le será posible realizarla. De hecho, un líder auténtico es un aprendiz permanente, y vaya si Adriano lo era. Su percepción se expande al igual que sus modelos mentales. Esto es lo que le permite interpretar escenarios diversos en los que, el reconocimiento de las fortalezas y debilidades de los actores, no es menos importante. De ello, su interés por la cultura en dónde se acunan las personalidades.

Su juventud

Desde temprana edad reconoció que él quería trascender hacia un destino superior que incluía sus ansias de poder. Sin embargo, nos expresa que de la juventud no guarda buenos recuerdos y menos de la suya propia. Dice así: “período opaco e informe, huyente y frágil” (pag. 19) Podemos pensar que fue debido a que la tomó como una etapa de preparación para cuando fuese mayor o que todavía no se sentía seguro sobre lo que realmente quería dentro de un medio que estaba explorando al igual que sobre sí mismo. Sin embargo, su contracción al estudio, su arrojo en las cacerías y su pronta participación en la guerra, van conformando un carácter fuerte, y una férrea voluntad: “Pero el mayor rigor lo aplique a la libertad de aquiescencia, la más ardua de todas. Asumí mi estado y mi condición (…) “Los trabajos más tediosos se cumplían sin esfuerzo a poco que me apasionara por ellos. Tan pronto un objeto me repugnaba, lo convertía, en tema de estudio forzándome hábilmente a extraer de él un motivo de alegría…. (pag 47-48)

Su responsabilidad

Adriano tenía una visión ambiciosa y progresista, ya que él esperaba darle belleza y paz al mundo. El no solo disfrutaba de la belleza del mundo, sino que se sentía responsable de la misma, y la mejor estrategia que divisaba para llegar a tal fin estaba en la paz y la abundancia. Roma no tenía que ser grande por la cantidad de geografía que abarcaba sino por el volumen de sus negocios, la estabilidad social, el desarrollo del arte, la ciencia y la humanidad. Tres ejes en ese cometido: Paz, Cultura, Comercio.

Esa fue su praxis y también su legado.


*Doctor en Ciencia Política (CEA-UNC)-Editor del Blog Miradas Políticas y otros enfoques.





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