Gestos y ejercicio de su liderazgo
Una característica destacable es que Adriano, desde muy joven
eligió una vida de austeridad y simplicidad. En lo primero que
aplicó este criterio fue en su ropa, dejando de lado los perfumes
y los brazaletes de oro. Descubre que eso le permitía llegar
con sencillas palabras al verdulero y la vendedora de la
esquina. En su etapa imperial esta característica se vio acentuada:
cuando asumió como emperador abolió los tributos que se entregaban
en esa ocasión por considerarlos indebido y rechazo todos los
títulos que el senado le había otorgado durante el primer mes y en
contra de su voluntad, y rechazo provisoriamente, el admirable título
de padre de la patria.
No pedía algo
que él no pudiera realizar, de esta forma lideraba con el ejemplo.
Imponía austeridad y disciplina a sus tropas, siendo él el
primero en practicarla. Cada vez que se dirigía a una campaña
bélica, desde que era apenas un soldado, se sometía a la vida que
estos hacían y no se procuraba mayores lujos. Esta costumbre
siguió practicándola cuando años después fue emperador en sus
múltiples viajes. Siempre era él primero entre sus hombres en ir al
frente, y se decía que tenía un gran coraje, puesto que ejecutaba
maniobras complicadas y demostraba gran habilidad ecuestre y con las
armas. Por su concepción y autoridad impuso a las tropas como parte
de la disciplina, no robar ni desbastar poblaciones que habían
conquistado. Lograr una mejor relación con los pobladores de las
regiones fronterizas, para el Emperador era un logro crucial para
mantener la paz en el Imperio. Para consolidar esa aspiración:
“Esperaba restablecer, en escala imperial, el equivalente de las
milicias de la joven República, en la que cada hombre defendía su
campo y su granja.” (pag. 102)
Concretar su
visión expuesta anteriormente, sin duda, implicaba la asunción de
precisos objetivos,
Estadista
Como ya lo he
expresado Adriano fue una persona que hacía uso de la capacidad de flexibilizar
sus modelos mentales, condición fundamental en un líder, esto
ligado a su cultura, creo le permitió tener concepciones
revolucionarias para su época: No estaba de acuerdo con el
matrimonio reglado ya que consideraba que el matrimonio es una de las
cosas más importantes de la vida. Promulgó una legislación
avanzada: “he acordado a la mujer una creciente libertad para
administrar su fortuna, testar y heredar.” (pág 99) Trabajó
y logró equilibrar las diferencias económicas: “Parte de
nuestros males proviene que hay demasiados hombres vergonzosamente
ricos o desesperadamente pobres.(pag 100) Impulsó reglas de
respeto para los esclavos. De ello que promulgó leyes que regulaban
los tratos. Por ejemplo, sin el consentimiento no se podía vender
los esclavos al circo romano o para ser parte de los lupanares.
Sus reflexiones
sobre las leyes
“Tengo que
confesar que creo poco en las leyes. Si son demasiado duras, se las
transgrede con razón. Si son demasiado complicadas, el ingenio
humano encuentra fácilmente el modo de deslizarse entre las mallas
de esa red tan frágil (…) La mayoría de nuestras leyes
penales sólo alcanzan por suerte quizá a una mínimo a parte de los
culpables; nuestras leyes civiles no serán nunca los
suficientemente flexibles para adaptarse a la inmensa y fluida
variedad de los hechos. (…) desde hace varias generaciones
nuestros juristas trabajan en pro del sentido común (Toda ley
demasiada transgredida es mala, corresponde al legislador abrogarla o
cambiarla a fin de que el desprecio en que ha caído esa ordenanza
insensata no se extienda a leyes más justas. (Me proponía la
prudente eliminación de las leyes superfluas y la firme promulgación
de un pequeño cuerpo de decisiones prudentes”. (pag.96- 97)
Adriano comprende
que su proyecto de consolidación del imperio requiere de un cuerpo
de leyes comprensibles, abarcables y lo más flexibles posibles
atento nuevas situaciones y contextos, para que estas no pierdan el
sentido de justicia.
Su concepción
del Estado imperial lo resume en el ideal espartano nunca alcanzado y
que le es transcripto por Arriano de Nicomedia: “ la
Fuerza, la Justicia, las Musas. La Fuerza constituía la base, era el
rigor sin el cual no hay belleza, la firmeza sin la cual no hay
justicia. La Justicia era el equilibrio de las partes, el conjunto de
las proporciones armoniosas que ningún exceso debe comprometer.
Fuerza y Justicia eran tan solo un instrumento bien acordado en manos
de las Musas. Toda miseria, toda brutalidad, debía suprimirse como
otros tantos insultos al hermoso cuerpo de la humanidad. Toda
iniquidad era una nota falsa que debía evitarse en la armonía de
las esferas” (pag 113/114)
En realidad esta
concepción se entronca con su concepción filosófica: “ cada
hombre está eternamente obligado en el curso de su breve vida a
elegir entre la esperanza infatigable y la prudente falta de
esperanza, entre las delicias del caos y las de la estabilidad, entre
el Titán y el Olímpico. (pag 115)
Adriano nos
presenta en estas caracterizaciones, la íntima relación entre el
Estado como aspiración y la lucha de los hombres para labrar sus
destinos. Lo interesante el papel que hace jugar a las Musas dentro
de cualquier hilo conductor.
*Eduardo
Dalmasso. Dr en Ciencia política (CEA-UNC) Editor del Blog. Miradas
Políticas y otros enfoques.
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