Presente y Pasado: "Desde el Gobierno de Alfonsín al de Menem" - 1° Parte
Luces y Sombras
El Dr. Alfonsín asume, la presidencia con una fuerte expectativa de sus seguidores y gran confianza en que podrá devolver a la Argentina las posibilidades que se crearon, dentro del proceso de sustitución de importaciones, vigentes incluso, hasta los comienzos del pacto social de la administración peronista. Sus discursos, revelan optimismo y fe en la democracia como sustento de esa mirada. Su gobierno, excepto en la secretaria de planificación, que conduce Juan Sourrouille, se conforma con cuadros del partido radical, muchos de ellos, fogueados en la administración del Dr. Illia. La coordinadora que agrupa a la juventud, está presente en la legislatura, y en roles de apoyo a la conducción. Su rol fundamental es la movilización que requiere sostener el predicamento del presidente.
El presidente, en sus discursos habla de los nuevos tiempos y la necesidad de revertir la cultura autoritaria, y de su compromiso ético con la democracia. En los inicios existe un clima triunfalista, que prontamente comienza a ser confrontada con la realidad. Aborta su proyecto de democratización sindical, que le significa un alto costo político en el tiempo. Está obligado, a lidiar con la mayoría peronista en el Senado, lo que le significa negociar en el límite de su discurso. La alta inflación se transforma en un problema, que socava su apoyo popular. La implementación del plan alimentario nacional, (PAN) es una primera respuesta de la democracia a situaciones inéditas dentro del campo social.
En sus comienzos
El gobierno habla de unidad nacional, pero en los hechos, su gestión, no encauza ese objetivo. No llama a conformar un gobierno inclusivo, de hecho, no lo concibe. Es posible, se piense, que la crisis interna del peronismo, le permitirá márgenes para avanzar en un proyecto de mayor hegemonía.
En su accionar, -según Juan Carlos Torre,- (2021) por sus propias diferencias internas, hasta la profundización de la crisis no atisba a desarrollar una política de concertación y trata de eludir una política recesiva. La respuesta es una inflación del 20 % mensual. No aparece un discurso consistente, por lo que, los agentes económicos y corporativos actúan a la defensiva, mejor dicho, en la contraofensiva. Los bancos acreedores, piden que intervenga el FMI, para defender sus acreencias, mientras, el ministerio de Economía se niega a seguir sus típicas recetas recesivas. La negociación con el FMI, conducida desde una mirada nacionalista por el ministro Grinspun, es muy dura y se llega a estar muy próximo a un default.
El programa intenta equilibrar intereses a través de políticas de precios e ingresos que pretenden defender el salario real, lo que lo conduce a un déficit fiscal inmanejable. Las generosas promesas de campaña comprometen al Gobierno, y por ello, duras de revertir. Juan Carlos Torre, enuncia los factores que condicionan las políticas que se quieren implementar.
Enumero algunas:
- Inflación sin precedentes
- Un sistema productivo desarticulado
- Una deuda externa que equivale a 5 años de exportaciones y cuyos intereses representan el 40 % del ahorro nacional.
- Descontrolado déficit fiscal superior al 15 % a fines del PBI a fines de 1983
- Monto considerable, de justas y postergadas demandas sociales.
En su libro “Diario de una temporada en el quinto piso,” explica la contradicción de muchos importantes miembros del partido y de áreas de gobierno, que si bien reconocen el campo minado que la dictadura ha sembrado, pretenden actuar como si las mismas, no incidieran en las decisiones. Es posible, Eduardo Basualdo (2001) tenga razón, cuando señala, qué en la administración radical, predomina una visión que niega, los cambios estructurales.
De hecho, aparece un contrasentido entre las aspiraciones que enuncia el presidente en sus discursos, en materia económica y social, respecto a la deriva económica que acompaña a todo el período del ministro Grinspun. De ellos, surge la creencia en que es posible: aumentar los salarios, bajar la inflación y reactivar la economía, aún dentro del peso de un endeudamiento que castiga los recursos disponibles.
La realidad es otra
Concordando con Basualdo, al gobierno, lo condiciona la herencia, de una estructura económica basada en la concentración y la especulación, en la que predomina un enfoque de valorización financiera y regresiva a la distribución del ingreso.
Enfrenta el problema: Que para vastos sectores populares, la democracia debe traducirse rápidamente en mejoras materiales y calidad de vida.
La oposición, no reconoce la dramática situación, devenida de un proceso de destrucción de un orden, que facilita la anarquía preexistente al golpe del 76.
La ofensiva sindical, en respuesta al fallido intento reformista del Gobierno, adolece del mismo desconocimiento.
El Alfonsinismo, no toma conciencia que solo no puede, mientras, las urgencias económicas van marcando el ritmo.
*Eduardo Dalmasso - Dr. en Ciencia Política.
N. de R: En la próxima edición, la 2° parte de este artículo.

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