Presente y Pasado: "Desde el Golpe de Estado, al Gobierno de Alfonsín" - 3° Parte
Sobre el éxito del proceso
A 1980, las guerrillas han perdido todas sus batallas, literalmente aniquiladas. El fundamento del poder para combatir la subversión desaparece.
Alberto Muller (UBA-2001) en su trabajo, “un quiebre olvidado: la política económica de Martinez de Hoz” sostiene que la gestión de este ministro, se racionaliza como un proyecto orientado a quebrar las bases que, dan sustento a los gobiernos populistas; en particular, la alianza entre sindicatos e industria volcada al mercado interno. Menciona la coincidencia en esa posición, con matices diferentes de los economistas, Schvarzer (1987), Canitrot, (1980-81) y Ferrer (1979). Muller, plantea sus dudas sobre si tal misión existió, y que su resultado negativo, es posible, fuera producto de condiciones coyunturales.
En nuestra opinión, más allá de la vigencia de intereses contrapuestos, que tuvo que enfrentar el ministro en su viaje neoliberal, fundamentalmente, los corporativos de las FFAA, sus políticas, destruyen el tejido social, acrecientan la concentración de la riqueza, concentra aún más y modifica la estructura monopolista, y lo que es peor, genera una deuda externa multiplicada por siete, respecto a la heredada al comienzo del proceso. Sin esos intereses contrapuestos, la situación a mi juicio hubiera sido más grave aún. (El gasto público se reduce en áreas sociales, pero aumenta en defensa y seguridad)
Según Julián Zícari, (2020) el endeudamiento no fue solo una respuesta al déficit, sino una -herramienta funcional al modelo de valorización financiera-. El Estado se endeuda en dólares, mientras los grupos económicos fugan capitales y obtienen ganancias financieras extraordinarias. El Tesoro asume deudas para sostener tasas de interés reales positivas, lo que atrae capitales especulativos.
5 años después
Tras la salida de Martínez de Hoz, el modelo de valorización financiera comienza a mostrar signos de agotamiento. La deuda externa, que en 1976 era de 7.875 millones de dólares, supera los 45.000 millones al final del proceso.
En 1982, durante la presidencia de Domingo Cavallo en el Banco Central, se estatiza las deudas privadas contraídas por grandes empresas, esto profundiza el descrédito del régimen. Según Schorr y Kulfas (2002), el monto estatizado supera los 15.000 millones de dólares. Para Zícari, la decisión garantiza la supervivencia de los grandes conglomerados y condiciona estructuralmente al futuro gobierno democrático.
El régimen pierde legitimidad, nada para mostrar al conjunto de la sociedad. La devaluación de 1981, profundiza el caos lo que acentúa la pérdida de poder político. No funciona el Congreso, y los sindicatos siguen intervenidos. Sin embargo, en abierta rebeldía, se comienzan a generar movilizaciones y protestas lideradas por Saul Ubaldini, secretario de la CGT Brasil. Los reclamos de las madres y abuelas de plaza de mayo, se visualizan en el resto del mundo, por lo que, el apoyo internacional se acrecienta. Los miles de refugiados, mejor organizados comienzan a ser escuchados. La sociedad civil, silenciada por el terror, comienza a recuperar su voz. La presidencia de Jimmy Carter (1977-81) en los EEUU, debilita, el apoyo de los halcones del departamento de Estado. Las contradicciones dentro de las FFAA se acentúan, cada arma pelea por su cuota de poder.
El gobierno huye hacia adelante: En abril de 1982, la Junta Militar encabezada por Leopoldo Galtieri decide ocupar las Islas Malvinas, buscando recuperar apoyo popular y desviar la atención de la crisis interna. La guerra, que dura 74 días, termina con la rendición argentina el 14 de junio de 1982. Mueren 649 soldados argentinos y más de mil resultan heridos. El fracaso militar es devastador para la imagen del régimen. Luis Alberto Romero, (2012) lo expresa con claridad, la derrota en Malvinas sella el destino de la dictadura: “La épica nacionalista se transforma en humillación colectiva"
Impacto cultural
Coincidiendo, con Zícari, este proceso, siembra una crisis de valores, en razón que el modelo promueve una lógica de rentabilidad inmediata, individualismo y desprecio por el trabajo productivo. Se instala una ética del “sálvese quien pueda”, que deja huellas muy profundas en la cultura política y económica del país.
Carlos Escudé (2005) denuncia, un estado de amoralidad, que conmueve las estructuras del Estado. De ello, que independientemente del régimen los mecanismos endémicos de corrupción operan una y otra vez.
La dictadura no solo elimina físicamente a los opositores, sino que también destruye las condiciones simbólicas de la política democrática. Su ejercicio del gobierno, tal cual lo efectúa: debilita la representación política y el compromiso social de los distintos factores de poder.
“El término deme dos”, símbolo del gasto superfluo. representa la consolidación de una cultura, en donde la ostentación del consumo es visto como sinónimo de éxito en lugar de reflejar lo que realmente es, un símbolo de degradación social. ¡Se pierde, el sentido de los límites!
*Eduardo Dalmasso - Dr. en Ciencia Política.

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