10.- ¡Las emociones no son buenas ni malas!
10.- ¡Las emociones no son buenas ni malas!
Septiembre 2020
Prof. Eduardo Dalmasso
A un niño le resultará muy difícil aceptar y entender que las emociones, por ejemplo el miedo, la tristeza o el enojo, pueden ser adaptativas y funcionales y actuar apropiada y resolutivamente, si lo que hago es instalar el concepto de que son emociones “negativas”.
Para los niños, y para muchas personas adultas también, lo positivo es bueno y lo negativo es malo. A pesar de que muchos hemos crecido asociando determinadas emociones a lo negativo, ninguna emoción es negativa en sí misma. Todas las emociones pueden ser positivas o negativas –nutritivas o tóxicas- dependiendo el modo en que nosotros las tramitemos.
El enojo puede ser funcional si me permite poner límites, pero puede ser disfuncional si me impide la resolución de un problema o sí provoca que –por mi falta de recursos- acabe con una relación que es importante para mí.
La enorme cantidad de variables que inciden en la expresión y en la forma de transitar los estados emocionales, marca rotundamente la diferencia entre una persona y otra.
Poder reconocer las propias emociones, tener capacidad de leer lo que la emoción nos está avisando y tener la capacidad de poder actuar de un modo satisfactorio, es la esencia de una posible buena vida. Claro, se necesita estar presto para atender lo que la emoción nos indica, para incorporarla, según se trate, en la afirmación o en el cambio de conductas. Esto marca la diferencia entre una persona y otra, y entre los resultados que obtiene cada persona.
No nos olvidemos que es nuestro cuerpo el que, de seguirlo atentamente, nos marca la intensidad de las emociones y el propio rumbo hacia la adaptación o hacia algún nivel de conmoción. Hoy sabemos que, según la Biología, el cuerpo es inteligente, e incluso responde antes que el lenguaje como expresión simbólica. Por eso, asociar las emociones al estado de satisfacción de nuestro cuerpo, es fundamental.
Todos podemos desarrollar las competencias necesarias para accionar de este modo, tanto a nivel intrapersonal como en nuestra interacción con los otros. Solo resulta necesario apoyar estas competencias con ejercicios de meditación y reflexión diaria; esto nos ayudará a alinearnos hacia el goce.
Sin embargo, con eso tampoco basta; también es necesario que reconozcamos las emociones destructivas, porque esas nos conducen, no a lo inhumano, sino a lo peor del ser en construcción. Como mero ejemplo de estas emociones destructivas, podemos reconocer el odio, la envidia, la ira, la avaricia, el terror, los celos, el fanatismo y puede completar usted con otras más. Como lo vengo expresando en diferentes escritos, también las emociones destructivas implican una opción, sólo que esta significa perder la sal de la vida para transcurrir en el Gólgota.
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