8.- ¡Reflexiones para una vida auténtica!
8.- ¡Reflexiones para una vida auténtica!
Septiembre de 2020
Prof. Eduardo Dalmasso
Cuando uno trata
de responder a la pregunta ¿quién soy?, se da cuenta que la respuesta tiene
varias posibilidades y que estas van a depender de cuán amplio o cuán angosto
es nuestro universo.
Frente a esta
pregunta, algunos se limitarán a decir lo que hacen o dar sus títulos
cualesquiera fueren, y otros, contestarán atentos a su integración al mundo y
su conciencia del ser, como esencia del proyecto de vida, que siempre estará en
desarrollo. Dicho de otra manera, algunos acotarán su respuesta al quehacer, a
las relaciones y ciertas aspiraciones de algún status; mientras otros
responderán desde una profunda comprensión del significado de ser seres
inacabados en permanente búsqueda de armonía con la naturaleza y consigo
mismos, en la que el status tendrá muy poco valor. Esa línea mental inconsciente que pudiéramos
explicitar, estará limitada por creencias, conformada desde una cultura
aprehendida y atravesará los límites de nuestra conciencia y el propio sentido
que le damos a nuestras vidas.
La pregunta
sobre lo que somos suele sorprendernos, porque no estamos acostumbrados a que
nos la hagan y menos a ser nosotros mismos quienes hagamos el ejercicio de
preguntarnos y respondernos. Quizás porque el tipo de respuesta nos puede hacer
tomar conciencia sobre lo poco que hemos trabajado nuestro potencial por fuera
de los mandatos familiares o sociales, o porque no podemos entender bien el
profundo sentido humano que tiene tomar conciencia del valor de esa respuesta.
Tomar conciencia
del yo, de la idea de que somos seres inacabados y que está en nosotros
evolucionar hasta el día de la partida de la vida, no suele estar presente en
nuestro devenir cotidiano. De ello, que tampoco nos damos cuenta que toda
existencia que no integramos a nuestro ser, la consideramos fuera de él, y eso
genera un límite que no solemos traspasar. Como todo hombre de la política o
estratega militar sabe, todo límite es una fuente de conflicto posible, porque
siempre responde a algún concepto de arbitrariedad.
La mayor parte de nuestra experiencia y las enseñanzas que recibimos adolecen
de sabiduría y son fundamentalmente periféricas, es decir, suelen estar
relacionados con conocimientos que en muy pocas ocasiones
estimula el crecimiento interior. No nos enseñan que lo primero es:
entender quiénes somos nosotros mismos.
Vivir de acuerdo con nuestro yo, en una constante auto-referencia, significa
que nuestro punto interno de referencia es nuestro propio espíritu y no los
objetos de nuestra experiencia; cuando vivimos según referencia a los objetos, estamos
siempre influidos por las cosas que están afuera de nuestro yo, entre ellas
están las situaciones en las que nos involucramos, nuestras circunstancias, las
personas y las cosas que nos rodean.
En suma, cuando vivimos según la referencias externas, estaríamos buscando
constantemente una respuesta, entonces, nuestra vida, se basará en el temor
cuando no en la alienación.
Por esos aspectos propios de nuestra práctica de vida, es que planteo en mis
clases que lo fundamental es el crecimiento en nuestra capacidad de liderarnos,
o sea de asumirnos a partir de nuestras fortalezas y debilidades, imaginarnos y
concebirnos en algún plano de acción que tenga que ver con nuestros
sentimientos más profundos; esto exige aceptarnos como primer paso de un camino
de superación que dependerá de nuestra voluntad de construir nuestro propio
sendero de vida.
Esto significa vivir auténticamente y ser capaces de reinventarnos para
afrontar desde nuestro ser, los desafíos de la vida, cuando la propia
experiencia ya no nos conduce a un buen puerto. Dentro de este proceso de
crecimiento, lo más importante, cuando esto se logra o lo vamos logrando, es el
sentimiento de alegría y el despertar de energías que nos revelan que estamos
transitando un fluir en el que integramos nuestro cuerpo, nuestra mente y
nuestro espíritu.
Comentarios
Publicar un comentario