4.- Ser o no Ser, una disyuntiva de vida

 4.- Ser o no Ser, una disyuntiva de vida  

Septiembre 2020

Prof. Eduardo Dalmasso

Una pregunta que debería sacudirnos es: ¿por qué a veces nos cuesta generar esos sueños que pueden definirse como la antesala de una visión que nos guíe hacia nuestra realización? ¿Qué es lo que traba el despertar de ese potencial que toda persona  posee? Estas son preguntas que, desde mi experiencia docente y personal, solo pueden ser respondidas cuando nos sumergimos en el autoconocimiento, sin restricción alguna, o sea, sin miedo de despertar lo que no queremos ver.

Y, ¿por qué no lo queremos ver? Porque intuitivamente percibimos que si profundizamos los orígenes de nuestras inquietudes y malestares, aparecerán factores causales que nos obligarán a dejar la zona de confort.  ¿Confort?  Sí, porque los malestares y la insatisfacción cuando los asumimos como propios de nuestra existencia, los “soportamos” como una carga propia y natural. Cualquier posible cambio, despierta nuestros temores respecto al “quién soy”, y sobre todo respecto al “qué hacer”.

En el marco de esa lucha, la resignación nos somete a la degradación, degradación en el sentido de que todo lo que nuestro potencial nos permitiría encauzar hacia una plenitud de vida en donde la alegría de nuestro ser brote, actuará como un símil del agua estancada, o sea, renunciaremos a lo que podríamos recrear en beneficio del ser, de la expansión de nuestras mejores energías.

Creo que hay etapas en la vida en las que estamos como en un proceso de desprendimiento. Intuimos que tenemos que liberarnos y cambiar conductas y actitudes, pero no estamos seguros de cómo encauzar esos cambios. Dicho de otra manera, mi autoconocimiento no es lo suficientemente profundo como para ayudarme a definir lo que soy y lo que podría desprenderse de ese: “mi ser”. Por otra parte, es posible también que ni siquiera tengamos conciencia del proceso de transformación que podemos llegar a lograr de nosotros mismos, a partir de un proceso de introspección que busque nuestra armonía interna.

Como expresé antes, ese proceso no es gratuito, y dependerá mucho de cómo logramos fortalecer nuestra autoestima. La autoestima no significa un ego exacerbado, solo significa que creemos en nuestras fuerzas para trascender el statu quo. Un trabajo diario de reflexión y ejercicios hacia la concreción de objetivos.

Estoy convencido que si ponemos en el horizonte el logro de nuestra armonía interna como condición básica de la externa, nuestro espíritu se fortalecerá, se acrecentará el respeto por los otros y también la alegría para enfrentar la vida. Sin embargo, para ciertos momentos de nuestras vidas, creo que es bueno lo que escribió Ignacio de Loyola: “En época de turbación, no hagas mudanza”, vieja sabiduría que invita al silencio y discreción, cuando se atraviesan paisajes grises y anodinos.

No obstante, debiéramos estar atentos; se trata de vivir intensamente, aceptando las contingencias con el espíritu listo para poder trascenderlas como parte esencial de la superación del ser, dentro de un proceso permanente de recreación.

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