2.- Aparece sigilosamente…
2.- Aparece sigilosamente…
Nuestro ego actúa, al igual que un Leopardo: cuando menos uno lo espera, ¡ataca!
Hablando con mis alumnos, a propósito de sus reacciones personales ante situaciones que los afectaban, y en las que no consideraban demasiado la situación del otro, surge con claridad que sólo se detenían en sus propios sentimientos. Dentro de esos diálogos, casi siempre aflora el problema de la valoración personal.
Para la Piscología, el ego cumple una función importante como sentido de afirmación ante el mundo y fundamento del carácter, sin embargo, en la tradición oriental, constituye por su separación del mundo de los otros y de la propia naturaleza, motivo de egolatría, egoísmo y narcisismo. Es decir que cuando el ego es exacerbado, se pierde el sentido del ser como parte de la humanidad, en desmedro del respeto por el otro y por sí mismos, ya que de forma inconsciente, todas sus reacciones y actitudes giran alrededor de mecanismos defensivos.
Sin embargo, la sana autoestima es fundamental para nosotros como seres humanos; si nuestro amor por nosotros mismos es débil, inexorablemente se desarrollará en nuestro espíritu un intrincado bosque de sentimientos y actitudes defensivas, lo que consecuentemente, - vaya paradoja, - dará lugar a la exacerbación del ego.
Cuando esto ocurre, el ego se agazapa y se esconde como un leopardo disimulado entre las ramas, listo para saltar rápidamente y de forma instintiva al cuello de quien se atrevió a cuestionarnos de alguna manera. Y entonces, cuando reaccionamos, si es que reaccionamos, ya somos cómplices de la violencia, como víctimas o como victimarios, y el daño ya se ha producido.
De todo lo desarrollado se desprende que: combatir el ego nos permite que aflore lo mejor del ser humano, y justamente por eso, el nivel reflexivo adquiere otro valor.
Comentarios
Publicar un comentario