Escritos de Autores seleccionados - "HANNAH ARENDT, UNA VOZ QUE SIGUE RESONANDO CON FUERZA" - Artíulo: por Francisco Javier Blázquez Ruiz
29 Junio 2023
Hannah Arendt, una voz que
sigue resonando con fuerza
Nacida en Hannover (Alemania) en 1906, Hannah Arendt, hija de comerciantes judíos acomodados y secularizados, fue capaz de pensar su época examinándola con entera libertad, sin renunciar a un insobornable espíritu crítico.
A pesar
de tener que exilarse por el ascenso del nacionalsocialismo, se convirtió en
una de las teóricas políticas más relevantes del siglo XX.
Siendo
adolescente, ya con 14 años había leído obras de Immanuel Kant. Su biografía, tan procelosa
como apasionada, nos permite saber que en 1924 inició los estudios
universitarios en Marburgo donde conoció a Martin Heidegger. Con él mantuvo una
estrecha relación intelectual y sentimental. Después siguió estudiando
filosofía en Friburgo, y obtuvo el doctorado en Heidelberg en 1928 con la tesis
El
concepto del amor en San Agustín.
El
régimen nazi le retiró la nacionalidad y vivió como apátrida hasta que obtuvo
la nacionalidad estadounidense en 1951
Sin
embargo, la persecución de los judíos impulsada por Adolf Hitler a partir de
1933, nada más llegar al poder, la obligó a trasladarse a París, donde
trabajó activamente para ayudar a jóvenes judíos que aspiraban emigrar a
Palestina. Cuatro años después, el régimen nazi le retiró la nacionalidad y
vivió como apátrida hasta que obtuvo la nacionalidad estadounidense en 1951,
gracias a la cual pudo desarrollar una intensa actividad profesional.
Periodista, profesora, intelectual
Además de
ejercer como periodista sobre temas políticos y sociales en diversos medios de
comunicación, Arendt fue profesora en las universidades de Nueva
York, Chicago, Columbia y Berkeley. En 1959 se convirtió
en la primera mujer que impartió docencia en la Universidad de Princeton. En todo momento defendió
públicamente que «no hay pensamientos peligrosos. Pensar, en sí mismo, es
peligroso».
A este
respecto, el filósofo Hans Jonas, amigo personal y autor de la célebre obra El
principio de responsabilidad, en la que criticaba abiertamente la evolución
seguida por la ciencia moderna y los riesgos que conlleva el uso de la
tecnología, se
refería a ella afirmando: «Pensar era su pasión, y para ella pensar era una actividad moral».
Su
condición de testigo de una época histórica, caracterizada por la violencia de
las dos guerras mundiales durante la primera mitad del siglo XX, motivó que Arendt
fuera muy consciente de la fragilidad de los derechos y de la vulnerabilidad a
la que se veían sometidos permanentemente los ciudadanos. Los enemigos de la
libertad cambian,
pero no desaparecen, insistía una y otra vez. De ahí su determinación y
compromiso intelectual con su tiempo.
Los
enemigos de la libertad cambian, pero no desaparecen, insistía una y otra vez
Con la
destreza propia de un cirujano, utilizaba su capacidad de análisis como si
fuera un bisturí certero y preciso con el objetivo de diseccionar la realidad
que la circundaba. Celosa de su integridad e independencia, Arendt no cedió
a las presiones de su entorno cultural. Siempre rechazó identificarse con
cualquier ideología, incluida la sionista.
Tanto sus
palabras aceradas, que se convertían en dardos dirigidos a una diana siempre en
movimiento, como sus frases incisivas parecían destellos que surgían a modo de
«relámpagos de pensamiento». No es de extrañar que, con motivo de la fundación
del Estado de Israel, afirmase
sin ambages: «Nunca
en mi vida he ‘amado’ a ningún pueblo o colectivo, ni al pueblo alemán, ni
al francés, ni al norteamericano, ni a la clase obrera, ni a nada semejante. En
efecto, solo ‘amo’ a mis amigos y el único género de amor que conozco y en el
que creo es el amor a las personas».
Trabajadora
infatigable, amén de escritora de pluma ágil, publicaba artículos semanales en The New Yorker a través de los cuales insistía
en la relevancia de defender «el derecho a tener derechos». Entre sus obras principales
destacan: La condición humana, Eichmann en Jerusalén: Un estudio
sobre la banalidad del mal y Hombres en tiempos de oscuridad.
El totalitarismo de ayer y hoy
En 1951
publicó Los
orígenes del totalitarismo, un estudio exhaustivo en el que exponía tanto la
génesis como el desarrollo histórico del antisemitismo, el imperialismo y los
totalitarismos. A través de sus páginas evidenciaba la estrategia y argucias
que habían seguido entonces los líderes de masas para conseguir la adhesión de
acólitos con el fin de convertirlos en súbditos pasivos y silentes.
Era una
estrategia nada distinta, por otra parte, de la que practican ahora numerosos
dirigentes políticos, con frecuencia populistas, que tratan de seducir a los
votantes con estratagemas y falsedades continuas. Como precisaba la
pensadora alemana, antes de acceder al poder para «encajar la realidad en sus
mentiras, su propaganda se halla caracterizada por su extremado desprecio por
los hechos como tales».
En la
actualidad, a pesar de haber transcurrido casi medio siglo desde su muerte, la
voz de Arendt sigue resonando con fuerza
En la
actualidad, a pesar de haber transcurrido casi medio siglo desde su muerte, la
voz de Arendt sigue resonando con fuerza. No es de extrañar que la profesora de
Ética de la UNED, Amelia Valcárcel, considere
que en los últimos años «nuestro mundo está siendo interpretado y entendido con sus
categorías e ideas». De hecho, la mayor parte de los grandes temas objeto de
estudio por parte del pensamiento político de nuestra época están presentes en
la obra de Arendt.
Entre
ellos cabe mencionar las propuestas que planteaba en Verdad
y mentira en la política con el fin de evitar que los ciudadanos se vieran
reducidos tan solo a la condición de empleados y consumidores, al tiempo que
una especie de apatía moral se extendiera cada vez más entre la población.
Adelantada a su tiempo
Podría
decirse que Arendt fue, en palabras de Friedrich Nietzsche, una especie
de «parto prematuro». Y, sin embargo, a pesar de los avatares y adversidades
que tuvo que afrontar a lo largo de su vida, hizo gala permanente de una
impecable autonomía a la hora de defender sus principios morales. De ahí que ni
su criterio personal ni el espíritu crítico que regían sus decisiones
palidecieran en ningún momento.
De hecho,
a pesar de recibir con el paso del tiempo diversos premios y homenajes por el
rigor y profundidad de sus obras de teoría política, tanto en varios países
europeos como en Estados Unidos, fue
consciente de que «nada
es más transitorio en nuestro mundo, menos estable y sólido, que esa clase de
éxito que trae consigo fama; nada acontece más deprisa y más rápidamente que el
éxito».
Cuando el
actual presidente de EE. UU., Joe Biden, comenzó su primer mandato como
senador, escribió a Hannah Arendt el 28 de mayo de 1975 para pedirle una copia
de Verdad y mentira en la política. Ahí la escritora analizaba las mentiras que
generaba la maquinaria de la publicidad, así como la influencia del marketing
en la manipulación de la vida política. El ensayo también anticipaba la
eclosión y proliferación indiscriminada de las fake news.
Una
muestra elocuente de su lucidez quedó reflejada en
uno de sus últimos diarios, donde la pensadora alemana escribió: «La muerte es el precio que
pagamos por la vida que hemos vivido. Es de miserables no querer pagar ese
precio».
Francisco Javier Blázquez Ruiz es catedrático de filosofía del derecho, bioética e Inteligencia artificial en la Universidad Pública de Navarra. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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