Presente y Pasado: "Los gobiernos de Menem y De la Rua" - 6° Parte

 



Continúo con la edición de la 6ta nota de una serie, que he titulado “Presente y Pasado: "Los gobiernos de Menem y De la Rua", publicado el 28/09.

Sobre la Alianza y el retroceso menemista

En 1995, el Frente País Solidario (Frepaso) irrumpe en la vida política argentina, conformado por el Frente Grande y País Solidario, mientras que el radicalismo realiza una pésima elección, obteniendo apenas el 16% de los votos. Estos resultados evidencian la necesidad de converger en una alianza si el objetivo es desalojar al peronismo del poder: “El Frepaso se erigía como fuerza en ascenso y la UCR conservaba una estructura territorial consolidada” (Altamirano, 2001).

El triunfo de la coalición en las elecciones legislativas de octubre de 1997 tiene una enorme influencia en los años posteriores y anticipa un cambio en el ciclo político nacional. Una coalición inédita en la historia argentina.

En 1996 comienzan las primeras huelgas confrontativas y paros nacionales. En 1997, el país es sacudido por el asesinato del periodista José Luis Cabezas. A ello se suman las denuncias de cohecho en el caso IBM-Banco Nación y el escándalo por la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador (Novaro,2010).

 La trampa de la Alianza

El gobierno de la Alianza nace en medio de un doble agotamiento: el del régimen de convertibilidad, sostenido con entusiasmo por el establishment económico y buena parte de la clase media, y el del consenso político que sostiene al menemismo (Gerchunoff & Llach, 2018).

Ese dilema, que la Alianza desconoce por razones ideológicas y de cálculo político, termina por entramparla.

El discurso de asunción

“Las expectativas son ampliamente favorables. No debemos perder la oportunidad. Reducir el déficit, actuar con transparencia y con sentido de responsabilidad, es abrir paso al crecimiento y a la inversión, multiplicar el trabajo de la gente, que es urgente frente al drama del desempleo, mejorar la calidad de la educación y de la atención de la salud y afrontar los problemas de la pobreza que nos interpelan cotidianamente.”

El presidente desarrolla un discurso conceptuoso, con énfasis en el control del gasto público, la contribución necesaria de las provincias y la importancia de administrar bien los recursos estatales. Denuncia el déficit de las cuentas públicas y el desamparo social, pero en ningún párrafo menciona la debilidad del modelo de convertibilidad ni la presión que ejerce la magnitud de la deuda pública. Cómo lograría sus objetivos queda ausente del texto.

 Cuadro de situación

El gobierno se encuentra con un nivel de deuda externa que se dimensiona como impagable, solo factible de renovar. También con un nivel de intereses que agravan el déficit público y que, por su volumen, tampoco se pueden afrontar. (El déficit fiscal primario en 1999 es cercano al 1,5% del PBI, que se agrava por el pago de intereses, lo que lo eleva al 3,5% –BCRA–). Varias provincias presentan un cuadro de déficit significativo y la situación social se refleja en un alto nivel de desocupación. El discurso presidencial, en este marco, se muestra como una exposición de buenas intenciones.

El ministro Machinea, contra los pronósticos por haber sido respaldado por el expresidente Alfonsín, desarrolla junto a su equipo una estrategia que preserve el modelo de convertibilidad, con la convicción de que, de no lograrlo, los factores de poder y un amplio espectro de las clases medias provocarían la eyección del gobierno. Esta visión lo obliga a una esforzada y desgastante negociación, no solo con el FMI, sino también con el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos y con los propios acreedores de la deuda externa (Zicari, 2016).

Para evitar la devaluación y el default, el área económica solicita un blindaje financiero de 40.000 millones de dólares. Estos fondos provienen del FMI, el Banco Mundial, el BID, España y bancos privados. El nivel de dependencia de Washington se torna absoluto.

Con este acuerdo se busca respaldo internacional y aliviar el ajuste, combinando recortes fiscales con financiamiento externo para mantener la estabilidad política y económica. “He anunciado un blindaje que nos saca del riesgo y crea una plataforma extraordinaria para el crecimiento”, dice Fernando de la Rúa el 22 de diciembre de 2000, al presentar el salvataje millonario del Fondo.

Sin embargo, las condiciones exigen un severo ajuste fiscal, reformas previsionales, flexibilización laboral y poner en caja el gasto de las provincias. Las resistencias son inmediatas: los gobernadores se oponen a transferir recursos, las corporaciones rechazan nuevos tributos y la clase media comienza a sentir la recesión (Novaro,2010).

Plano Político

En el plano político se generan severas tensiones: Alfonsín, en su rol de presidente del partido radical, se diferencia al defender un enfoque gradualista; y el Frepaso, cuestiona el costo social del ajuste, además de advertir sobre el riesgo de diluir las promesas de cambio ético. La Alianza se debilita (Torre, 2004).

*Eduardo Dalmasso - Dr. en Ciencia Política.

N. de R: En la próxima edición, la 7° parte de este artículo.


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