Construcción Regional (5)
En nuestra recorrida por los países de América Latina, la próxima parada es Cuba. El siguiente artículo contiene fundamentalmente dos partes: La primera es una nota publicada en La Voz del Interior a principios del 2011, la segunda es una reflexión sobre el presente y el futuro de la isla. En ambos casos proundizo en las dicotomías cubanas, por haberlo experimentado y por haberlo estudiado.
Muchas cuestiones son las tenidas en cuenta para el análisis. Desde la relación con su enemigo más cercano a la relación con sus más semejantes. Desde las contradicciones con el marxismo a la vida digna. Desde la relación del pueblo con su líder al humanismo.
Espero que sea un texto agradable, con esa intención fue escrito y corregido.
Cuba, la pérdida de una ilusión
En febrero del 2011, en La Voz del Interior, escribí el siguiente artículo:
No hay dudas de que el liderazgo de los hermanos Castro, sobre todo el de Fidel, es hegemónico en Cuba. Sin embargo, debajo de su mística se ha creado una densa burocracia de control. En los medios universitarios se puede discutir de todo, menos el significado de la Revolución a 50 años de su gesta.
Toda empresa o negocio, algunos a nivel de un quiosco, pertenece al Estado. Excepto ciertos complejos hoteleros y grandes compañías binacionales.
El cubano es afable y muy bien educado, pero –salvo en los medios educativos y de salud– se percibe falta de motivación en sus quehaceres. En parte porque prácticamente no existe posibilidad de movilidad social y, además, el nivel de ingresos es muy, muy bajo.
El partido es el mecanismo para conseguir objetivos de estatus y mejoras en las condiciones de vida. Es lógico, ya que la custodia del proceso revolucionario y el control absoluto de la economía hacen muy difícil alternativas a esos procesos. Los sindicatos existen pero sin autonomía, por los propios fundamentos del discurso revolucionario.
Sin renovación
En pequeñas reuniones, uno puede plantear preguntas como: ¿por qué en 50 años no hubo renovación? Porque se supone que 20 años serían suficientes para consolidar la Revolución. En confianza, se acepta que es un interrogante de difícil respuesta; a lo sumo, se manifiesta la posición amenazante de Estados Unidos. ¿Es suficiente?
El intelectual cubano puede discutir de todo excepto el proceso revolucionario, al menos en espacios abiertos. Es claro que el desarrollo de la salud pública, sobre todo en términos de prevención, es formidable; diría, el mejor logro de la Revolución.
Los cubanos viven con dignidad, pero dentro de formas muy precarias.
La caída de la ex Unión Soviética significó un retroceso inmenso en sus condiciones de vida, al perder una fuente de financiamiento clave. Hoy se comienzan a tomar decisiones con el objetivo de incrementar la productividad, que es muy baja. Esto origina que, cuando un cubano emigre, no se acepte su regreso porque su ida (excepto personalidades) es un bien.
La figura de Fidel
La emblemática figura de Fidel, cuyas condiciones intelectuales siguen despertando admiración, podrá preservar en algún grado el sistema de relaciones económicas y sociales. Ante la probable ausencia de éste, es posible que haya que optar por dos vías para impulsar una nueva etapa de desarrollo: la que se denomina “vía China” o la “vía Gorbachov”. A ésta le puede suceder lo mismo que a Rusia en posibilidades de implosión, por lo cual me inclino por la primera. A futuro, el turismo, la salud y la educación podrían ser puntales del crecimiento. Para esto, muchas de las actitudes culturales deberían ser modificadas.
Para mi generación, la Revolución Cubana implicaba un nuevo amanecer, sin embargo la realidad dista de lo que soñáramos. El tema de la productividad no es menor, es uno de los supuestos clave en el pensamiento económico marxista. Este tema nos lleva a la vieja discusión sobre la viabilidad de la Revolución en un solo país. Además, qué decir del modelo de ejercicio del poder.
A los que intentamos debatir desde el pensamiento crítico, no nos sería fácil vivir en las condiciones de control que impone el sistema. Excepto, quizá, a los que se pudieran situar en las máximas estructuras de poder.
Hoy, casi seis años después de esta publicación que precede en La Voz del Interior, leemos en los medios del mundo:
"El presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, Raúl Castro Ruz, envió un mensaje de felicitación al Sr. Donald J. Trump por su elección como Presidente de los Estados Unidos de América", dijo la cancillería en el sitio www.cubaminrex.cu, sin entregar detalles sobre el texto.
Un año antes, Raúl Castro y Obama habían restablecido relaciones terminando con la política de enfrentamientos entre lo que podríamos asemejar a David y Goliat. Para el presidente Obama significaba terminar con un estado de relación política que ya no cumplía ninguna finalidad en el nuevo concierto mundial. Era una medida que además le granjeaba la simpatía de los sectores progresistas. Nada que perder y mucho que ganar. Para el Presidente del Consejo de Estado, Raúl Castro, ese paso significaba la posibilidad de acrecentar los flujos de fondos de la importante colectividad cubana asentada en los EEUU, la apertura a nuevas inversiones y al acrecentamiento del flujo del turismo desde los EEUU. Mucho por ganar para una escuálida realidad económica y, en este caso, la pérdida del último atisbo del significado de una revolución que, cómo hemos descripto, ya no cuenta con el apoyo la URSS, Rusia y Venezuela -posterior al gobierno de Chávez, sin la disciplina que impera en el partido y en sus fuerzas armadas, pudiera haber devenido en caótica-.
En realidad, este fue el cuadro -muy bien controlado- que sufrió la realidad cubana cuando deja de recibir el apoyo de Rusia, por la implosión de sus sistemas de gobierno.
Un aspecto interesante a debatir es la ausencia en el pensamiento marxista del significado de la condición humana, y cómo ésto afecta la relación con el poder. El análisis que hicimos del proceso histórico de la evolución, afianzamiento y control de la estructura de poder por parte de los hermanos Castro y el grupo del partido, es un claro ejemplo de esta ausencia. A los líderes les es imposible, en términos fácticos, abandonar la conducción. Solamente ellos la pueden dirigir y, a partir de su estabilidad, se va conformando una burocracia del Estado ligada a los estamentos del poder, que en el tiempo se va diferenciando del conjunto del pueblo. De este proceso participan las cúpulas de las fuerzas armadas, estamentos intelectuales y la vida universitaria.
El problema esencial no es que los intereses del conjunto no sean contemplados. El problema es que la educación y cultura del pueblo se transforma en un hecho pasivo, porque toda iniciativa surge de la cúpula, y las alternativas son nulas porque el disenso es inmediatamente señalado como contra revolucionario. El dirigente que vio claramente este problema fue León Trotski al plantear el sostenimiento del poder en las bases (todo el poder a los soviets). Pero, sin duda, esta visión no sólo es impracticable en términos de gobernar la complejidad sino también que se pone en jaque la propia concepción del Estado, dentro de un mundo de intereses diversos y con predominio del sistema no sólo capitalista, sino imperial.
Lo que quiero destacar es que el supuesto base del pensamiento revolucionario, que aboga por la supresión de la propiedad privada es que ese solo hecho garantiza otras características de lo humano. Justamente la experiencia soviética, la china y para nuestro caso la cubana, demuestran que no es así como funciona la relación del hombre con el poder. Eso nos obliga a buscar otros caminos.
Hannah Arendt, al referirse a los procesos totalitarios, explicitaba que uno de sus rasgos fundamentales estriba en que justamente el todo se presenta como político: lo jurídico, lo económico, lo científico, lo pedagógico. De este hecho surge un régimen en que todas las cosas se tornan públicas. Esta es la mejor forma de describir lo que se desarrolló en la sociedad cubana, y de ello las dificultades del proceso de cambio.
El futuro cubano
La modificación de su sistema productivo va a llevar tiempo, dadas las pobres condiciones materiales con la que emerge a un nuevo proceso de generación de valor e inserción en el mundo. El desafío fundamental será el de crear otras condiciones para su desarrollo, no sólo económico sino institucional, ya que la vida de sus líderes, hoy detentadores del poder, se van agotando.
El desafío implica mucha imaginación para lograr transformar una cultura pasiva a otra en la cual prime la iniciativa del pueblo, lo cual guste o no implica una concepción similar al emprendedorismo -término esencialmente capitalista, pero que se torna esencial si lo que se quiere lograr es un cambio de cultura-. A la vez, preservar la praxis más importante de la concepción marxista: la equidad social dentro de un proceso diferente de igualdad de oportunidades y que, a la luz de la experiencia de China, será todo un desafío preservarla. En todo caso, la realidad cubana volverá a transformarse en una vidriera del mundo pero, desde ya, dentro de otras perspectivas y discursos.
Muchas cuestiones son las tenidas en cuenta para el análisis. Desde la relación con su enemigo más cercano a la relación con sus más semejantes. Desde las contradicciones con el marxismo a la vida digna. Desde la relación del pueblo con su líder al humanismo.
Espero que sea un texto agradable, con esa intención fue escrito y corregido.
Cuba, la pérdida de una ilusión
En febrero del 2011, en La Voz del Interior, escribí el siguiente artículo:
No hay dudas de que el liderazgo de los hermanos Castro, sobre todo el de Fidel, es hegemónico en Cuba. Sin embargo, debajo de su mística se ha creado una densa burocracia de control. En los medios universitarios se puede discutir de todo, menos el significado de la Revolución a 50 años de su gesta.
Toda empresa o negocio, algunos a nivel de un quiosco, pertenece al Estado. Excepto ciertos complejos hoteleros y grandes compañías binacionales.
El cubano es afable y muy bien educado, pero –salvo en los medios educativos y de salud– se percibe falta de motivación en sus quehaceres. En parte porque prácticamente no existe posibilidad de movilidad social y, además, el nivel de ingresos es muy, muy bajo.
El partido es el mecanismo para conseguir objetivos de estatus y mejoras en las condiciones de vida. Es lógico, ya que la custodia del proceso revolucionario y el control absoluto de la economía hacen muy difícil alternativas a esos procesos. Los sindicatos existen pero sin autonomía, por los propios fundamentos del discurso revolucionario.
Sin renovación
En pequeñas reuniones, uno puede plantear preguntas como: ¿por qué en 50 años no hubo renovación? Porque se supone que 20 años serían suficientes para consolidar la Revolución. En confianza, se acepta que es un interrogante de difícil respuesta; a lo sumo, se manifiesta la posición amenazante de Estados Unidos. ¿Es suficiente?
El intelectual cubano puede discutir de todo excepto el proceso revolucionario, al menos en espacios abiertos. Es claro que el desarrollo de la salud pública, sobre todo en términos de prevención, es formidable; diría, el mejor logro de la Revolución.
Los cubanos viven con dignidad, pero dentro de formas muy precarias.
La caída de la ex Unión Soviética significó un retroceso inmenso en sus condiciones de vida, al perder una fuente de financiamiento clave. Hoy se comienzan a tomar decisiones con el objetivo de incrementar la productividad, que es muy baja. Esto origina que, cuando un cubano emigre, no se acepte su regreso porque su ida (excepto personalidades) es un bien.
La figura de Fidel
La emblemática figura de Fidel, cuyas condiciones intelectuales siguen despertando admiración, podrá preservar en algún grado el sistema de relaciones económicas y sociales. Ante la probable ausencia de éste, es posible que haya que optar por dos vías para impulsar una nueva etapa de desarrollo: la que se denomina “vía China” o la “vía Gorbachov”. A ésta le puede suceder lo mismo que a Rusia en posibilidades de implosión, por lo cual me inclino por la primera. A futuro, el turismo, la salud y la educación podrían ser puntales del crecimiento. Para esto, muchas de las actitudes culturales deberían ser modificadas.
Para mi generación, la Revolución Cubana implicaba un nuevo amanecer, sin embargo la realidad dista de lo que soñáramos. El tema de la productividad no es menor, es uno de los supuestos clave en el pensamiento económico marxista. Este tema nos lleva a la vieja discusión sobre la viabilidad de la Revolución en un solo país. Además, qué decir del modelo de ejercicio del poder.
A los que intentamos debatir desde el pensamiento crítico, no nos sería fácil vivir en las condiciones de control que impone el sistema. Excepto, quizá, a los que se pudieran situar en las máximas estructuras de poder.
Hoy, casi seis años después de esta publicación que precede en La Voz del Interior, leemos en los medios del mundo:
"El presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, Raúl Castro Ruz, envió un mensaje de felicitación al Sr. Donald J. Trump por su elección como Presidente de los Estados Unidos de América", dijo la cancillería en el sitio www.cubaminrex.cu, sin entregar detalles sobre el texto.
Un año antes, Raúl Castro y Obama habían restablecido relaciones terminando con la política de enfrentamientos entre lo que podríamos asemejar a David y Goliat. Para el presidente Obama significaba terminar con un estado de relación política que ya no cumplía ninguna finalidad en el nuevo concierto mundial. Era una medida que además le granjeaba la simpatía de los sectores progresistas. Nada que perder y mucho que ganar. Para el Presidente del Consejo de Estado, Raúl Castro, ese paso significaba la posibilidad de acrecentar los flujos de fondos de la importante colectividad cubana asentada en los EEUU, la apertura a nuevas inversiones y al acrecentamiento del flujo del turismo desde los EEUU. Mucho por ganar para una escuálida realidad económica y, en este caso, la pérdida del último atisbo del significado de una revolución que, cómo hemos descripto, ya no cuenta con el apoyo la URSS, Rusia y Venezuela -posterior al gobierno de Chávez, sin la disciplina que impera en el partido y en sus fuerzas armadas, pudiera haber devenido en caótica-.
En realidad, este fue el cuadro -muy bien controlado- que sufrió la realidad cubana cuando deja de recibir el apoyo de Rusia, por la implosión de sus sistemas de gobierno.
Un aspecto interesante a debatir es la ausencia en el pensamiento marxista del significado de la condición humana, y cómo ésto afecta la relación con el poder. El análisis que hicimos del proceso histórico de la evolución, afianzamiento y control de la estructura de poder por parte de los hermanos Castro y el grupo del partido, es un claro ejemplo de esta ausencia. A los líderes les es imposible, en términos fácticos, abandonar la conducción. Solamente ellos la pueden dirigir y, a partir de su estabilidad, se va conformando una burocracia del Estado ligada a los estamentos del poder, que en el tiempo se va diferenciando del conjunto del pueblo. De este proceso participan las cúpulas de las fuerzas armadas, estamentos intelectuales y la vida universitaria.
El problema esencial no es que los intereses del conjunto no sean contemplados. El problema es que la educación y cultura del pueblo se transforma en un hecho pasivo, porque toda iniciativa surge de la cúpula, y las alternativas son nulas porque el disenso es inmediatamente señalado como contra revolucionario. El dirigente que vio claramente este problema fue León Trotski al plantear el sostenimiento del poder en las bases (todo el poder a los soviets). Pero, sin duda, esta visión no sólo es impracticable en términos de gobernar la complejidad sino también que se pone en jaque la propia concepción del Estado, dentro de un mundo de intereses diversos y con predominio del sistema no sólo capitalista, sino imperial.
Lo que quiero destacar es que el supuesto base del pensamiento revolucionario, que aboga por la supresión de la propiedad privada es que ese solo hecho garantiza otras características de lo humano. Justamente la experiencia soviética, la china y para nuestro caso la cubana, demuestran que no es así como funciona la relación del hombre con el poder. Eso nos obliga a buscar otros caminos.
Hannah Arendt, al referirse a los procesos totalitarios, explicitaba que uno de sus rasgos fundamentales estriba en que justamente el todo se presenta como político: lo jurídico, lo económico, lo científico, lo pedagógico. De este hecho surge un régimen en que todas las cosas se tornan públicas. Esta es la mejor forma de describir lo que se desarrolló en la sociedad cubana, y de ello las dificultades del proceso de cambio.
El futuro cubano
La modificación de su sistema productivo va a llevar tiempo, dadas las pobres condiciones materiales con la que emerge a un nuevo proceso de generación de valor e inserción en el mundo. El desafío fundamental será el de crear otras condiciones para su desarrollo, no sólo económico sino institucional, ya que la vida de sus líderes, hoy detentadores del poder, se van agotando.
El desafío implica mucha imaginación para lograr transformar una cultura pasiva a otra en la cual prime la iniciativa del pueblo, lo cual guste o no implica una concepción similar al emprendedorismo -término esencialmente capitalista, pero que se torna esencial si lo que se quiere lograr es un cambio de cultura-. A la vez, preservar la praxis más importante de la concepción marxista: la equidad social dentro de un proceso diferente de igualdad de oportunidades y que, a la luz de la experiencia de China, será todo un desafío preservarla. En todo caso, la realidad cubana volverá a transformarse en una vidriera del mundo pero, desde ya, dentro de otras perspectivas y discursos.
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