Radiografía de docenio del gobierno kirchnerista, la fuerza del populismo (3)

En este recorrido del docenio kirchnerista, decidí hacer un raconto de las políticas que lograron amplia adhesión de la ciudadanía, fundamentalmente de las personas más necesitadas.
   A pesar de los resultados de las últimas elecciones, en el artículo se puede visualizar porqué el movimiento popular sigue siendo muy significativo en vastos sectores de la población. Realidad que no obsta para destacar que otros importantes sectores no se alinearon con el discurso nacional y popular.
   El itinerario se desplaza desde la crisis del 2001, pasando por innumerables iniciativas que colocaron al Estado como gestor principal de la Nación, a diciembre del 2015.
   En este caso, la referencia estuvo colocada en la autora María Nannini, quien describió, como persona damnificada, la crisis desde la cual se dio comienzo a una nueva forma de administrar el Poder Ejecutivo.


Vigencia del movimiento popular de Argentina: Algunos de los porqués


   En el artículo precedente, me detuve en el análisis estructural de las acciones y omisiones en el plano de las políticas populares. Iniciativas con significado de largo plazo y consecuencias que los tres intelectuales[1], del movimiento nacional y popular, de forma muy congruente, destacaron.
   Sin embargo, el detenerme en las falencias que enuncian los autores, por ser coincidentes con mis propias apreciaciones, no me exime de describir y evaluar las causas del  importante apoyo a la gestión del gobierno conducido por Néstor Carlos Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, aún en situación de perder las elecciones últimas.
La primera observación  es que  el 46 % de los votos obtenido por Cristina Kichner en el 2007, el  54 %  en el 2011 e incluso el casi 49 % obtenido por el candidato del peronismo en el 2015, nos plantea la necesidad de interpretar algunos de los porqués de este masivo apoyo. No se me escapa que es tan relevante comprender el masivo apoyo, como entender el no sostén de la otra mitad.

Principios de milenio
   Lo primero es recordar que el país todavía estaba dentro de una situación de crisis terminal. La debacle del 2001-2002 no sólo había llevado a niveles masivos de desocupación de la clase trabajadora, sino que incluso había estallado en los bolsillos de los ahorristas. Es decir, en la generalidad de la clase media acomodada y de la pequeña clase media con algún nivel de ahorro.
   La mejor gráfica de la explicación es lo que manifestaba María Nannini[2] en su libro “El Corralito Interior”:


“¡Pobre país en llamas! Todavía no podemos aceptar que estamos otra vez en bancarrota. Esta vez, la forma es inédita. Siempre superadora. El Estado y los bancos han incautado los ahorros de la gente y, con ellos, los sueños, la salud, el futuro.
El presidente de la Rúa huyó en un helicóptero y el caos reinaba en Plaza de Mayo. Otra vez sangre, corridas, idealistas e infiltrados y el pueblo que lo miraba por TV.
Abatida, veo la cara de la gente, desorientada, agria… esto ya lo vivieron. Veo a los jóvenes que aparentan no interesarse, pero en el fondo es otra incertidumbre en su futuro. “¿Dónde vivo? Yo no pedí venir aquí…. ¿Qué me hiciste, viejo?”…
¿Qué podés contestar, cuando reinventamos un “cambalache” con Biblia y calefones en cada vuelta de esquina?
Suena el teléfono y nos convocan.
Ya tenemos otro Presidente, Ramón Puerta. En pocos días tuvimos varios: Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Camaño y finalmente Eduardo Duhalde”.

   Otra vez en bancarrota. Claramente la autora describe la desesperación general y el clima de desesperanza. Desengaños que se nutren de experiencias críticas, muy similares a las ocurridas a fines del gobierno de Alfonsín y principios de la gestión de Menen. Luego, como sabemos, el Ave Fénix volvería a surgir.
   El presidente Duhalde devaluó. Cambió de una forma drástica la estructura de precios relativos, dando fin al ciclo de “Alicia en el país de las maravillas”. La sociedad argentina comenzaría de nuevo, con su bagaje de capital humano y también,  por qué no expresarlo, con su sensación de orfandad institucional. Como diría un importante hombre de negocios de Chile: “Argentina, un país a la deriva”.

El comienzo del docenio
   El presidente Kirchner sabía del ejercicio del poder: 12 años gobernando de forma omnímoda su provincia. Néstor asumió, desde una situación de extrema debilidad política, su mandato en el 2003.
   El santacruceño realizó todos los pasos necesarios para recuperar la política como centro de la acción de gobierno. A partir de allí ir centralizando su poder, tal cual lo ejerció en su carácter de Gobernador. Fue inteligente y audaz, levantó por sus medidas, y por un discurso convocante, la esperanza de los jóvenes y del conjunto de la población, ganando adhesiones incluso impensables.
   La centralización de la caja del Estado, en desmedro del federalismo, fue su arma fundamental para alinear la estructura del partido y de los gobernadores. Pero eso no hubiera bastado sino hubiera tomado medidas conducentes a la recuperación, tal cual lo describe Aldo Ferrer y otras de carácter reivindicativo para vastos sectores de la sociedad. Algunas fueron iniciales y otras correspondientes al período extendido bajo la gestión de Cristina Fernández.
   Apenas asumió la Presidencia, Néstor Kirchner promovió en el Congreso la anulación de las llamadas "leyes del perdón", que garantizaban la inmunidad a muchos acusados de crímenes de lesa humanidad ocurridos durante el último régimen militar (1976-1983). Dos años más tarde, la Corte Suprema de Justicia de la Nación convalidó esa anulación. En el 2007 declaró inconstitucional un indulto a los jerarcas militares, abriendo las puertas a cientos de juicios contra ex represores.
   Según un informe del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), 2.625 personas fueron acusadas de crímenes de lesa humanidad.
   Kirchner magnificó la consideración de la sociedad y del propio gobierno, dándoles tratamiento de héroes a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, símbolos de la resistencia al régimen de facto. Sus  apoyos ayudaron para que esta asociación lograra hallar, al menos hasta hoy a 121 hijos de desaparecidos.   El nombramiento de jueces independientes, en la Corte Suprema de Justicia de la Nación, otorgó una fuerte señal republicana. Este hecho marcó, al inicio de la gestión, una visión diametralmente opuesta a la del gobierno de Carlos Menen.
   Kirchner realizó la crucial renegociación de la deuda externa, en condiciones absolutamente favorables para los intereses del conjunto social. Logró evitar un drenaje de recursos a costa del bienestar del pueblo. Un hecho inédito para el Estado argentino.
   Se fortalecieron los lazos con el Mercosur y la comunidad  latinoamericana. Se apoyó al ideal bolivariano, gestado por el Presidente Chávez: la creación del UNASUR, un proyecto de Banca Latinoamericana y otros organismos. Cabe acotar que el primer Secretario de la UNASUR fue Néstor Kirchner.
   Implementaron en conjunto, los presidentes de Venezuela, Brasil, Bolivia y Argentina, políticas migratorias, como el plan Patria Grande, que favoreció la regularización de inmigrantes del Mercado Común del Sur. También fomentaron la llegada de decenas de miles de estudiantes latinoamericanos, que eligieron formarse en las universidades públicas de Buenos Aires y otras grandes ciudades.
   Prestaron suma atención a los sectores más necesitados, en términos de subsidios. Se incrementaron en más de un 1.700% los fondos de ayuda social para Argentina: en 2015 –según el presupuesto nacional– se entregaron 18 millones de planes sociales a argentinos de bajos recursos (política asistencial que algunos apoyaron y otros criticaron por considerarla clientelista).
   Una moratoria,  en el  2005, permitió que unos 2,5 millones de jubilados recibieran una pensión, a pesar de no haber hecho aportes. Argentina pasó a tener la segunda mayor cobertura jubilatoria de América Latina, después de Bolivia, con un 94,6%.
   Como trasfondo, la recuperación del empleo y los ingresos extraordinarios del agro, tanto para el sector privado como para el sector público a través de las retenciones.
   Apelaron a la medida de estatización de los fondos de pensión, como contribución a un mayor financiamiento público, eliminando además los costos de  transacción
   También otras medidas sociales, como la Asignación Universal por Hijo (AUH), con la exigencia de escolarización y ciertas prescripciones de prevención de salud, entre otras cosas.
   De hecho, los gobiernos de los Kirchner convierten a Argentina en pionera de los derechos sociales. Fue el primer país de la región, y décimo en el mundo, en permitir matrimonios entre personas del mismo sexo.
   A los dos años, en 2012, promueven  la Ley de Identidad de Género. Permitió que travestis, transexuales y transgéneros sean inscriptos en sus documentos con el nombre y sexo de elección. También obligó al Estado a solventar las operaciones de cambio de sexo.
   En 2013, el kirchnerismo también promulgó una nueva ley que castiga el trabajo infantil. Además, otra que buscó regularizar la situación de más de miles de empleadas domésticas, la mayoría de quienes trabajaban de manera informal.
   En el mismo año se marcó un nuevo hito con la aprobación de la Ley de Fertilización Asistida, que garantiza el acceso universal y gratuito a técnicas de reproducción a toda persona mayor de edad.
   Cabe agregar que medidas como Futbol para Todos, la política de repatriación de científicos, el apoyo presupuestario al campo de la investigación, a las universidades y a la educación como conjunto, la reestatización de Aerolíneas Argentinas, la recuperación de la propiedad de YPF (antes Repsol), el fuerte apoyo a la Ley de Medios, fueron de alto impacto en el conjunto social, y sobre todo en los jóvenes y en los ámbitos universitarios.
   Todas estas medidas, sin duda, enmarcaron el importante capital político del período de los 12 años de los mandatos de los Kirchner. Cabe entonces, ante tan importantes políticas de gobierno, plantearnos las causas de sus derrotas, incluso más allá de las falencias ya analizadas en mi artículo anterior.




[1] Andrés Soliz Rada, de Bolivia; Emir Sader, de Brasil; y Aldo Ferrer, de Argentina.
[2] Coordinadora General en Acción Cívica Córdoba (A.C.C.)

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