Examinando el significado de valores en la construcción social (4)
En la serie denominada “Examinando el significado de valores en la construcción social”, utilicé diversos autores. La variedad en los pensamientos intentó transmitir que no hay una única manera de poder construir una sociedad mejor. Intencionalmente, las posibilidades son interminables pero existe un camino necesario por el que debemos transitar.
Asi invito a contribuir en el esclarecimiento de nuestros intereses, personales y colectivos, de lo que nos identifica, aceptando las diferencias propias de la sociedad.
El fin de analizar los comportamientos sociales es debido al análisis histórico de nuestro país, reflexión propuesta en “Miradas políticas y otros enfoques”.
El artículo que sigue concluye, de manera clara y profunda, la relación entre los valores, el comportamiento social, las relaciones interpersonales, y la cohesión necesaria para apropiarnos de una construcción verdadera.
Espero que sea de su agrado e invio al debate y a la reflexión.
Comportamiento social como reflejo de valores
Adam Smith analizó la necesidad de simpatía y compromiso. “Las acciones más humanas –sostenía – no requieren abnegación, dominio de uno mismo, un gran ejercicio del sentido de la corrección, ya que hacen lo que nuestra simpatía nos impulsaría motus propio a hacer’’. “(…)Pero con la generosidad la cuestión es distinta” “(…) y lo mismo ocurre con algunos valores más amplios, como la justicia, que requieren que la persona refrene la búsqueda de su interés personal”, “(…) hace que el espectador imparcial asuma los principios de su conducta y puede exigir un mayor ejercicio del espíritu cívico”.
Para la visión smithiana de “la corrección de la humanidad y la justicia” es fundamental “(…) la concordia entre los sentimientos del agente y de los espectadores” (Sen; 2000: 324-325). La concepción de Smith sobre la persona racional la sitúa firmemente en compañía de otras; justo en medio de una sociedad a la que pertenece. Las evaluaciones de las personas, así como sus actos, invocan la presencia de otras y el individuo no está disociado del público.
En los artículos anteriores, y especialmente en “Examinando el significado de valores en la construcción social”, hemos recorrido la opinión de diversos autores sobre los principios que rigen o deberían regir las diferentes acciones de los hombres en cuanto ciudadanos. Lo interesante es que en todos ellos subyace una cosmovisión en donde los valores predominantes juegan un papel activo. Es por ello que pensamos que, analizando el tipo de valores que predominan en nuestra sociedad, es posible discernir una tipología sobre el estado de cohesión social y sus consecuencias en la cultura política.
Weber, Habermas, Castoriadis, Aristóteles y por último Taylor, enfocan el tema de valores desde distintos ángulos, nadie puede soslayarlos. Aun Habermas cambia el énfasis de lo meramente procedimental al introducir el significado de la cultura, aunque en su concepción de lo público los espacios de autonomía sigan siendo su fuente de preocupación. Taylor y Castoriadis visualizan el significado de lo social en las conductas. Mientras que Taylor se concentra más en el tema de la identidad y las conductas. En Aristóteles el tema de virtud, representa el reconocimiento del sentido de identidad y contribución del ciudadano de la polis, al engrandecimiento de la misma. Por último, Weber percibe e investiga las limitaciones del pensamiento materialista para explicar lo que influencia a ciertas conductas de una comunidad en particular.
Traer a colación a Adam Smith para cerrar este trabajo, no tiene otro sentido que llamar la atención en que aún los padres del pensamiento liberal se ven obligados a reconocer la importancia del ‘otro’ en cuanto a las acciones de los individuos. Que, si bien plantea que las estrategias de acción desde un punto de vista individual tienen que ver con la identidad personal, eficacia y fines personales, estas acciones no pueden soslayar el marco de referencia constituido por los intereses del resto de ciudadanos que integran una comunidad. Esto mismo, pienso, es lo que John Rawls ha llamado ‘los poderes morales que compartimos’. “Una capacidad para el sentido de la justicia y para la concepción del bien. Rawls considera que la presuposición de estos poderes compartidos es fundamental en ‘la tradición del pensamiento democrático’, junto con los poderes de la razón (y los del discernimiento, la reflexión y la inferencia relacionados con estos poderes)”. (Sen; 2000, 326)
Hemos podido apreciar que ninguno de los autores tratados con cierto detenimiento puede, ni quiere, dejar de lado el ethos social reflejado en valores. Estos, a mi juicio, nos permiten apreciar el estado de cohesión y fines que prevalecen en la práctica de una sociedad determinada.
No se trata de resguardar ciertos valores por haber correspondido a una etapa que, visto desde la óptica del pensamiento conservador, habría que sostener. Se trata de estudiar los valores vigentes y, a partir de ellos, discernir qué está pasando en una sociedad determinada. Por ejemplo, en Argentina cuando uno analiza las tendencias sobre los valores que predominan -supongamos, en el campo del tipo de búsqueda de bienes externos o internos-, podemos darnos cuenta de lo que pasa en el país, como sociedad determinada, y proponer acciones que tendrán que ver con el concepto de sociedad que sostengan como válido para la dignidad de las personas, los actores que las enuncien.
Me pareció importante tomar no uno sino una serie de autores de relevancia, dentro del campo de la sociología y de la teoría política, para intentar demarcar el alcance epistemológico de abordar una investigación tomando como eje central el concepto“valores”. Por supuesto, esto de hecho implica decir que los valores representan un importante papel en la conducta humana; y negarlo, pienso, no sólo equivale a alejarse de la tradición del pensamiento democrático, sino también a limitar nuestra racionalidad. Los valores contribuyen a la regulación del contexto institucional por la manera en que se forman. Parsons habla de la ‘orientación del valor’, que puede describirse como una idea organizada y generalizada, que influye en el comportamiento hacia la naturaleza, hacia el lugar que el hombre tiene en ella, hacia las relaciones de los hombres entre sí, y hacia lo deseable y lo no deseable. En la medida en que todo está relacionado con el hombre y con el medio ambiente, así como con la relaciones interhumanas.
Dentro del contexto que vengo señalando, la afirmación de Parsons no difiere esencialmente de las consecuencias que Taylor atribuye a la moralidad aceptada, en función del modelo aprendido y adoptado por una comunidad determinada. Dicho de otro modo, nuestras prácticas significan relaciones que tienen que ver con el presente y con el pasado. Esto implica que habrá algunas sujetas a revisión, pero también un aprendizaje de las mejores. El tema es que en este proceso que nos lleva del pasado al presente, y de éste al futuro, entiendo constituyen un prerrequisito fundamental las virtudes de justicia, valor y veracidad, como ejes para mantener las relaciones que se dan dentro de las prácticas.
Esto que constituye un desafío para cualquier sociedad, en el caso de Argentina, considero se torna esencial debido a lo que surge como constante de los trabajos presentados en este blog respecto a hechos y procesos de nuestra historia.
Asi invito a contribuir en el esclarecimiento de nuestros intereses, personales y colectivos, de lo que nos identifica, aceptando las diferencias propias de la sociedad.
El fin de analizar los comportamientos sociales es debido al análisis histórico de nuestro país, reflexión propuesta en “Miradas políticas y otros enfoques”.
El artículo que sigue concluye, de manera clara y profunda, la relación entre los valores, el comportamiento social, las relaciones interpersonales, y la cohesión necesaria para apropiarnos de una construcción verdadera.
Espero que sea de su agrado e invio al debate y a la reflexión.
Comportamiento social como reflejo de valores
Adam Smith analizó la necesidad de simpatía y compromiso. “Las acciones más humanas –sostenía – no requieren abnegación, dominio de uno mismo, un gran ejercicio del sentido de la corrección, ya que hacen lo que nuestra simpatía nos impulsaría motus propio a hacer’’. “(…)Pero con la generosidad la cuestión es distinta” “(…) y lo mismo ocurre con algunos valores más amplios, como la justicia, que requieren que la persona refrene la búsqueda de su interés personal”, “(…) hace que el espectador imparcial asuma los principios de su conducta y puede exigir un mayor ejercicio del espíritu cívico”.
Para la visión smithiana de “la corrección de la humanidad y la justicia” es fundamental “(…) la concordia entre los sentimientos del agente y de los espectadores” (Sen; 2000: 324-325). La concepción de Smith sobre la persona racional la sitúa firmemente en compañía de otras; justo en medio de una sociedad a la que pertenece. Las evaluaciones de las personas, así como sus actos, invocan la presencia de otras y el individuo no está disociado del público.
En los artículos anteriores, y especialmente en “Examinando el significado de valores en la construcción social”, hemos recorrido la opinión de diversos autores sobre los principios que rigen o deberían regir las diferentes acciones de los hombres en cuanto ciudadanos. Lo interesante es que en todos ellos subyace una cosmovisión en donde los valores predominantes juegan un papel activo. Es por ello que pensamos que, analizando el tipo de valores que predominan en nuestra sociedad, es posible discernir una tipología sobre el estado de cohesión social y sus consecuencias en la cultura política.
Weber, Habermas, Castoriadis, Aristóteles y por último Taylor, enfocan el tema de valores desde distintos ángulos, nadie puede soslayarlos. Aun Habermas cambia el énfasis de lo meramente procedimental al introducir el significado de la cultura, aunque en su concepción de lo público los espacios de autonomía sigan siendo su fuente de preocupación. Taylor y Castoriadis visualizan el significado de lo social en las conductas. Mientras que Taylor se concentra más en el tema de la identidad y las conductas. En Aristóteles el tema de virtud, representa el reconocimiento del sentido de identidad y contribución del ciudadano de la polis, al engrandecimiento de la misma. Por último, Weber percibe e investiga las limitaciones del pensamiento materialista para explicar lo que influencia a ciertas conductas de una comunidad en particular.
Traer a colación a Adam Smith para cerrar este trabajo, no tiene otro sentido que llamar la atención en que aún los padres del pensamiento liberal se ven obligados a reconocer la importancia del ‘otro’ en cuanto a las acciones de los individuos. Que, si bien plantea que las estrategias de acción desde un punto de vista individual tienen que ver con la identidad personal, eficacia y fines personales, estas acciones no pueden soslayar el marco de referencia constituido por los intereses del resto de ciudadanos que integran una comunidad. Esto mismo, pienso, es lo que John Rawls ha llamado ‘los poderes morales que compartimos’. “Una capacidad para el sentido de la justicia y para la concepción del bien. Rawls considera que la presuposición de estos poderes compartidos es fundamental en ‘la tradición del pensamiento democrático’, junto con los poderes de la razón (y los del discernimiento, la reflexión y la inferencia relacionados con estos poderes)”. (Sen; 2000, 326)
Hemos podido apreciar que ninguno de los autores tratados con cierto detenimiento puede, ni quiere, dejar de lado el ethos social reflejado en valores. Estos, a mi juicio, nos permiten apreciar el estado de cohesión y fines que prevalecen en la práctica de una sociedad determinada.
No se trata de resguardar ciertos valores por haber correspondido a una etapa que, visto desde la óptica del pensamiento conservador, habría que sostener. Se trata de estudiar los valores vigentes y, a partir de ellos, discernir qué está pasando en una sociedad determinada. Por ejemplo, en Argentina cuando uno analiza las tendencias sobre los valores que predominan -supongamos, en el campo del tipo de búsqueda de bienes externos o internos-, podemos darnos cuenta de lo que pasa en el país, como sociedad determinada, y proponer acciones que tendrán que ver con el concepto de sociedad que sostengan como válido para la dignidad de las personas, los actores que las enuncien.
Me pareció importante tomar no uno sino una serie de autores de relevancia, dentro del campo de la sociología y de la teoría política, para intentar demarcar el alcance epistemológico de abordar una investigación tomando como eje central el concepto“valores”. Por supuesto, esto de hecho implica decir que los valores representan un importante papel en la conducta humana; y negarlo, pienso, no sólo equivale a alejarse de la tradición del pensamiento democrático, sino también a limitar nuestra racionalidad. Los valores contribuyen a la regulación del contexto institucional por la manera en que se forman. Parsons habla de la ‘orientación del valor’, que puede describirse como una idea organizada y generalizada, que influye en el comportamiento hacia la naturaleza, hacia el lugar que el hombre tiene en ella, hacia las relaciones de los hombres entre sí, y hacia lo deseable y lo no deseable. En la medida en que todo está relacionado con el hombre y con el medio ambiente, así como con la relaciones interhumanas.
Dentro del contexto que vengo señalando, la afirmación de Parsons no difiere esencialmente de las consecuencias que Taylor atribuye a la moralidad aceptada, en función del modelo aprendido y adoptado por una comunidad determinada. Dicho de otro modo, nuestras prácticas significan relaciones que tienen que ver con el presente y con el pasado. Esto implica que habrá algunas sujetas a revisión, pero también un aprendizaje de las mejores. El tema es que en este proceso que nos lleva del pasado al presente, y de éste al futuro, entiendo constituyen un prerrequisito fundamental las virtudes de justicia, valor y veracidad, como ejes para mantener las relaciones que se dan dentro de las prácticas.
Esto que constituye un desafío para cualquier sociedad, en el caso de Argentina, considero se torna esencial debido a lo que surge como constante de los trabajos presentados en este blog respecto a hechos y procesos de nuestra historia.
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