Raíces de nuestra cultura (4)
El presente artículo reflexiona sobre un pasado que tuvo características, originadas desde las políticas mismas y desde un contexto internacional favorable, sumamente positivas para lograr cambios estructurales para el beneficio del conjunto de la población. Mucho se construyó pero más se podría haber hecho. Luces y sombras que se detallan a continuación.
Agradezco mucho cada comentario porque son un verdadero aporte para lo que me propongo.
Luces y sombras de nuestra Argentina
Uno se pregunta si es posible escribir en Argentina sobre aspectos positivos y negativos de una situación política. Estimo que, en nuestra cultura, no se aprecia en absoluto el pensamiento crítico. Más bien, se reconoce el seguidismo a ultranza o el antagonismo planteado en los mismos términos.
La presencia de discursos apocalípticos y la polarización de los pensamientos, no permiten una visión necesariamente vasta para la complejidad en la que estamos inmersos. El tema es que es muy difícil construir con visión de futuro cuando esos son justamente los términos. Siempre es comenzar de cero.
La realidad es que, en nuestro proceso democrático, si ese “es el juego”, no hay duda que el resultado es la crispación y la pérdida de calidad de nuestros discursos, sean de políticos, empresarios o del periodismo.
Todos somos conscientes de que nuestras instituciones son muy débiles, que muchas de ellas se expresan en términos corporativos y que esto invariablemente conduce al desconocimiento del otro. En este sentido, no parece que ni unos ni otros hubiéramos comprendido el sentido de República. Sistema que ni siquiera puede garantizar un íntegro alcance de justicia.
Luces
Existieron políticas públicas que no soslayaron la presencia del arte. Fue el caso de nuestra presencia en la bienal de Venecia, el auditórium Néstor Carlos Kirchner, el auspicio de la filmografía, desarrollos de contenidos audiovisuales (Canal Encuentro o PakaPaka), la preocupación por el rol indelegable y primordial de la ciencia y de la tecnología. Medidas como las que buscaron atraer a nuestros investigadores, que se encontraban en el exterior, los sueldos universitarios recuperándose de decenas de años de atraso, los subsidios para investigación sin precedentes y diversas iniciativas comunitarias. A esto, cabe agregar, el decidido apoyo a las organizaciones de Abuelas de Plaza de Mayo en búsqueda de sus nietos. En su mayoría, decisiones que trascienden la mera vida material. Es justo decirlo y eso no quiere decir que luego no se hubieran opacado por otras políticas, que pusieron en riesgo estos logros.
Otro hecho destacable fue la negociación de la deuda externa en términos muy favorables para los intereses del país, tal como se planteó en los dos primeros tramos. Situación que permitió el crecimiento del salario real, un mayor consumo y mejores posibilidades de crecimiento. Lo destaco porque, en su momento, tuvo la crítica de la mayoría de economistas de concepción diferente a la del gobierno. Por otra parte, en su primera etapa, se consolidaron políticas que reconocían, en su concepción, la necesidad de la prudencia para no caer en los errores del pasado.
La respuesta inicial a la crisis internacional, con claras raíces keynesianas, permitió que los daños fueran extremadamente razonables. Otra visión, otras posibilidades dentro de un marco internacional favorable, en lo político y económico. Esto contribuyó a defender los ingresos de los sectores asalariados y medios, a partir de iniciativas como la Asignación Universal por Hijo o la protección de la mujer embarazada.
A lo anterior, se pueden adicionar iniciativas como la recuperación del sistema previsional, previamente en manos de una minoría de intereses y absolutamente gravosos para los contribuyentes. Sin dejar de considerar el despliegue de la AFIP como herramienta clave del Estado.
Estas medidas y otras, pero fundamentalmente las que correspondieron al primer período de gobierno de la pos crisis, explican el grado de apoyo social. Hecho visualizado muy claramente en los resultados de las elecciones del 2011 y por qué el relato épico fue tan importante para amplios de sectores de la población, especialmente los jóvenes.
Sombras
Claro está que, en un análisis de largo plazo y tomando en detalle una serie de acciones paralelas, se visualiza el paulatino abandono de las premisas que parecían haberse aprendido de la experiencia de los noventa y sobre todo de la crisis del 2001-2002. Este abandono fue difícil de apreciar, en parte por el nivel de excedentes que otorgó a la economía el sector agropecuario (el mayor en un siglo); y también porque los efectos benéficos, de los primeros años de gobierno, se extendieron prácticamente hasta el 2011.
Qué apareció por debajo, digamos así, de la superficie. Emergió que muchas de estas iniciativas terminaron por frustrarse, debido al mal uso de criterios respecto al destino -para quiénes-, la mala administración de los recursos, la inexistencia de controles -caso de los subsidios al sistema ferroviario-, la asignación de recursos en detrimento de otros -caso de los aportantes al sistema jubilatorio que eran discriminados en beneficio de los que no lo hacían, cualquiera fuera su condición social- y el creciente uso del gasto público en forma desmedida y arbitraria -caso de los subsidios abusivos y discriminatorios respecto de ciudadanos de una provincia y otras, a partir de una centralización de los recursos-. Muchas de estas medidas fueron incompletas o con deficiencias y caracterizadas por desiguales criterios de aplicación. Dicho en otros términos, se siguieron usando recursos, sin apreciar que el período de auge de los commodities había finalizado.
Desmesura en el uso de los recursos y pérdida del sentido de la equidad social. Aspecto que no sólo se visualiza, como decíamos, ante la arbitrariedad en la política del gasto, sino en la omisión de la necesaria y profunda reforma fiscal, en los años que eran tan propicia para concebirla e implementarla. A esto se agrega, la falta de previsión del sistema energético, transformando a nuestro país en accesorio de onerosas importaciones. Se partía de una situación de excedentes u otra distracción en paralelo con los aspectos fiscales, que demandaba la estructura industrial dependiente, tan señalada por propios economistas que fueron afines al último gobierno.
En definitiva, el abandono del patrón de racionalidad del primer período, terminó redundando en que el deterioro de la situación económica se sostuviera hasta el 2015, en base a apelar al déficit fiscal, financiándolo con emisión del Banco Central. Todo dentro de un cuadro de estancamiento de la producción industrial desde el 2011 y, lo más grave, una pérdida significativa en los índices de inversión reproductiva y de la competitividad industrial.
Síntesis
Los factores aludidos, y otros, políticamente fueron contradiciendo, por ejemplo, el valor simbólico de la institucionalidad inicial, el criterio para la designación de los jueces de la Corte Suprema, la dependencia del Poder Legislativo, la falta de transparencia y control en el uso de los recursos cada vez más escasos, la deformación en la política de Derechos Humanos, funcionarios no jaqueados por la Justicia y sí por gran parte de la sociedad ante un cuadro de impunidad, la persistencia de bolsones de pobreza en proporciones significativas, la búsqueda de la perpetuación en el poder, a través de la instauración de un discurso único y la no menos grave confusión entre gobierno y Estado; pusieron en evidencia que la cultura democrática, entendida como conflicto pero también como sostenimiento de reglas institucionales de la República, una vez más fue desconocida.
Al fin y al cabo, nuestra cultura política, al menos dentro de las oligarquías partidarias, no cambió.
Agradezco mucho cada comentario porque son un verdadero aporte para lo que me propongo.
Luces y sombras de nuestra Argentina
Uno se pregunta si es posible escribir en Argentina sobre aspectos positivos y negativos de una situación política. Estimo que, en nuestra cultura, no se aprecia en absoluto el pensamiento crítico. Más bien, se reconoce el seguidismo a ultranza o el antagonismo planteado en los mismos términos.
La presencia de discursos apocalípticos y la polarización de los pensamientos, no permiten una visión necesariamente vasta para la complejidad en la que estamos inmersos. El tema es que es muy difícil construir con visión de futuro cuando esos son justamente los términos. Siempre es comenzar de cero.
La realidad es que, en nuestro proceso democrático, si ese “es el juego”, no hay duda que el resultado es la crispación y la pérdida de calidad de nuestros discursos, sean de políticos, empresarios o del periodismo.
Todos somos conscientes de que nuestras instituciones son muy débiles, que muchas de ellas se expresan en términos corporativos y que esto invariablemente conduce al desconocimiento del otro. En este sentido, no parece que ni unos ni otros hubiéramos comprendido el sentido de República. Sistema que ni siquiera puede garantizar un íntegro alcance de justicia.
Luces
Existieron políticas públicas que no soslayaron la presencia del arte. Fue el caso de nuestra presencia en la bienal de Venecia, el auditórium Néstor Carlos Kirchner, el auspicio de la filmografía, desarrollos de contenidos audiovisuales (Canal Encuentro o PakaPaka), la preocupación por el rol indelegable y primordial de la ciencia y de la tecnología. Medidas como las que buscaron atraer a nuestros investigadores, que se encontraban en el exterior, los sueldos universitarios recuperándose de decenas de años de atraso, los subsidios para investigación sin precedentes y diversas iniciativas comunitarias. A esto, cabe agregar, el decidido apoyo a las organizaciones de Abuelas de Plaza de Mayo en búsqueda de sus nietos. En su mayoría, decisiones que trascienden la mera vida material. Es justo decirlo y eso no quiere decir que luego no se hubieran opacado por otras políticas, que pusieron en riesgo estos logros.
Otro hecho destacable fue la negociación de la deuda externa en términos muy favorables para los intereses del país, tal como se planteó en los dos primeros tramos. Situación que permitió el crecimiento del salario real, un mayor consumo y mejores posibilidades de crecimiento. Lo destaco porque, en su momento, tuvo la crítica de la mayoría de economistas de concepción diferente a la del gobierno. Por otra parte, en su primera etapa, se consolidaron políticas que reconocían, en su concepción, la necesidad de la prudencia para no caer en los errores del pasado.
La respuesta inicial a la crisis internacional, con claras raíces keynesianas, permitió que los daños fueran extremadamente razonables. Otra visión, otras posibilidades dentro de un marco internacional favorable, en lo político y económico. Esto contribuyó a defender los ingresos de los sectores asalariados y medios, a partir de iniciativas como la Asignación Universal por Hijo o la protección de la mujer embarazada.
A lo anterior, se pueden adicionar iniciativas como la recuperación del sistema previsional, previamente en manos de una minoría de intereses y absolutamente gravosos para los contribuyentes. Sin dejar de considerar el despliegue de la AFIP como herramienta clave del Estado.
Estas medidas y otras, pero fundamentalmente las que correspondieron al primer período de gobierno de la pos crisis, explican el grado de apoyo social. Hecho visualizado muy claramente en los resultados de las elecciones del 2011 y por qué el relato épico fue tan importante para amplios de sectores de la población, especialmente los jóvenes.
Sombras
Claro está que, en un análisis de largo plazo y tomando en detalle una serie de acciones paralelas, se visualiza el paulatino abandono de las premisas que parecían haberse aprendido de la experiencia de los noventa y sobre todo de la crisis del 2001-2002. Este abandono fue difícil de apreciar, en parte por el nivel de excedentes que otorgó a la economía el sector agropecuario (el mayor en un siglo); y también porque los efectos benéficos, de los primeros años de gobierno, se extendieron prácticamente hasta el 2011.
Qué apareció por debajo, digamos así, de la superficie. Emergió que muchas de estas iniciativas terminaron por frustrarse, debido al mal uso de criterios respecto al destino -para quiénes-, la mala administración de los recursos, la inexistencia de controles -caso de los subsidios al sistema ferroviario-, la asignación de recursos en detrimento de otros -caso de los aportantes al sistema jubilatorio que eran discriminados en beneficio de los que no lo hacían, cualquiera fuera su condición social- y el creciente uso del gasto público en forma desmedida y arbitraria -caso de los subsidios abusivos y discriminatorios respecto de ciudadanos de una provincia y otras, a partir de una centralización de los recursos-. Muchas de estas medidas fueron incompletas o con deficiencias y caracterizadas por desiguales criterios de aplicación. Dicho en otros términos, se siguieron usando recursos, sin apreciar que el período de auge de los commodities había finalizado.
Desmesura en el uso de los recursos y pérdida del sentido de la equidad social. Aspecto que no sólo se visualiza, como decíamos, ante la arbitrariedad en la política del gasto, sino en la omisión de la necesaria y profunda reforma fiscal, en los años que eran tan propicia para concebirla e implementarla. A esto se agrega, la falta de previsión del sistema energético, transformando a nuestro país en accesorio de onerosas importaciones. Se partía de una situación de excedentes u otra distracción en paralelo con los aspectos fiscales, que demandaba la estructura industrial dependiente, tan señalada por propios economistas que fueron afines al último gobierno.
En definitiva, el abandono del patrón de racionalidad del primer período, terminó redundando en que el deterioro de la situación económica se sostuviera hasta el 2015, en base a apelar al déficit fiscal, financiándolo con emisión del Banco Central. Todo dentro de un cuadro de estancamiento de la producción industrial desde el 2011 y, lo más grave, una pérdida significativa en los índices de inversión reproductiva y de la competitividad industrial.
Síntesis
Los factores aludidos, y otros, políticamente fueron contradiciendo, por ejemplo, el valor simbólico de la institucionalidad inicial, el criterio para la designación de los jueces de la Corte Suprema, la dependencia del Poder Legislativo, la falta de transparencia y control en el uso de los recursos cada vez más escasos, la deformación en la política de Derechos Humanos, funcionarios no jaqueados por la Justicia y sí por gran parte de la sociedad ante un cuadro de impunidad, la persistencia de bolsones de pobreza en proporciones significativas, la búsqueda de la perpetuación en el poder, a través de la instauración de un discurso único y la no menos grave confusión entre gobierno y Estado; pusieron en evidencia que la cultura democrática, entendida como conflicto pero también como sostenimiento de reglas institucionales de la República, una vez más fue desconocida.
Al fin y al cabo, nuestra cultura política, al menos dentro de las oligarquías partidarias, no cambió.
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